La legislatura no está yendo como Ciudadanos esperaba. El partido de Albert Rivera creyó que el “guión” del Gobierno sería el pacto de investidura que el PP firmó con ellos -no veía margen adicional para el Ejecutivo con menos apoyo parlamentario de la democracia- y se frotaba las manos pensando en el gran protagonismo que eso le reportaría. La realidad, en cambio, ha resultado ser muy otra. Las primeras semanas tras la reelección de Mariano Rajoy han alumbrado importantes acuerdos para aprobar techo de gasto, objetivos de déficit y nuevo bono social, todos ellos tejidos entre Moncloa y el PSOE, quedando la formación naranja en segundo plano. Situación que podría repetirse con el Presupuesto de 2017, tal y como ya teme C’s.
Los socialistas mantienen desde hace semanas que no apoyarán las cuentas del Gobierno, a las que con toda probabilidad presentarán una enmienda a la totalidad. Su portavoz de Hacienda, Pedro Saura, lo reiteró este jueves: se opondrán al Presupuesto “por muchas razones” y no aceptarán “chantajes” para cambiar de parecer.
Sin embargo, esta determinación afecta al articulado global de la ley que los recogerá, no a las enmiendas que se negociarán en la Comisión de Presupuestos una vez se salve el primer escollo del debate de totalidad. Como informó Vozpópuli, seis partidos planean escenificar su oposición a Rajoy presentando enmiendas a la totalidad, entre ellos el PSOE. Lo que no es óbice para que, si fracasan en su intento de devolver las cuentas al Gobierno, traten de enmendar el proyecto en la citada Comisión.
El Ejecutivo tiene que ganarse el apoyo de Ciudadanos y el PNV para superar ese primer obstáculo, tarea en la que está entregado en negociaciones a dos bandas. El partido naranja se pondrá del lado de los populares siempre que se respete el grueso de las medidas sociales pactadas en el acuerdo de investidura, cuya dotación económica se cifró en 5.000 millones y ya ha menguado hasta los 3.800. “No aceptaremos que baje más”, advierten desde C’s. Moncloa se ha comprometido a desarrollar ese paquete de propuestas, entre las que destaca el complemento salarial y la ampliación del permiso de paternidad. La eliminación de duplicidades administrativas y la no subida de IRPF e IVA contribuyen a allanar el camino hacia el respaldo de Rivera al Presupuesto. A Rajoy le quedaría sumar el aval de los nacionalistas vascos, labor en la que está entregado su Ejecutivo.
Comisión de Presupuestos
A partir de ahí, llegaría la tramitación de las cuentas en Comisión, donde Ciudadanos teme nuevos entendimientos PP-PSOE sotto voce. Para entonces, los socialistas ya se habrían desmarcado de la política presupuestaria del Gobierno con su enmienda a la totalidad y su contundente rechazo al proyecto de ley en el pleno, pero les quedaría la baza de continuar capitalizando su ‘oposición útil’ en el proceso de enmiendas. “Nosotros trataremos de meter todas nuestras reivindicaciones antes, en el proyecto de ley, porque a través de las enmiendas es más complicado”, explican desde el grupo parlamentario naranja.
En efecto, los grandes números del Presupuesto son difícilmente alterables una vez tomados en consideración. El reglamento del Congreso establece que las enmiendas “que supongan aumento de créditos en algún concepto” solo se admitirán si “proponen una baja de igual cuantía en la misma sección”. Además, aquellas que supongan “minoración de ingresos” necesitarán “la conformidad del Gobierno para su tramitación”. Es decir, Rajoy tendrá la sartén por el mango una vez salvado el debate de totalidad y podrá dar oxígeno al PSOE asumiendo algunas demandas suyas.
Los socialistas presentarán centenares de enmiendas, como han hecho con todos los Presupuestos del Ejecutivo del PP y como ya ha adelantado su portavoz parlamentario, Antonio Hernando. Para tratar de sacar adelante parte del paquete, puede tomar el difícil camino de unir a toda la oposición -requeriría poner de acuerdo en política socioeconómica a Unidos Podemos, ERC, PDECat y un PNV que para entonces podría tener cerrado un acuerdo global con el Gobierno- o perseverar en la vía de la negociación directa con Moncloa, que tan buenos réditos le ha dado ya. Ciudadanos se malicia que ocurrirá esto último, “al menos en algunas partidas”, si bien ve difícil que los socialistas puedan llevarse logros importantes sin negociar el proyecto de ley antes de que lo apruebe el Consejo de Ministros.
Paso por el Senado
Todas las enmiendas que apruebe la Comisión deberán ser validadas luego en el pleno, en una sesión maratoniana donde la votación se produce número a número y se hace prácticamente imposible seguirla al detalle. De ahí pasaría al Senado y de nuevo volvería al Congreso para dar luz verde a las enmiendas que introduzca la Cámara alta. Los grupos dan por hecho que antes de abril no terminará el proceso.
Las sospechas de Podemos sobre la 'gran coalición' encubierta van más allá. Rafael Mayoral, destacado dirigente y diputado del partido morado, aseguró este miércoles que el pacto Gobierno-PSOE para prohibir los cortes de luz a familias vulnerables y aprobar un nuevo bono social puede ser el preludio de un acuerdo que salvaría los Presupuestos, diseñados con 5.000 millones de "ajustes y recortes sociales para la mayoría social". Mayoral llegó a decir que el principal partido de la oposición se ha convertido en un apéndice de Moncloa, en la "pata social" de Rajoy.
La jornada del jueves dejó otro indicio más de ese hermanamiento PP-PSOE que ambos actores niegan. Los populares anunciaron su apoyo a los Presupuestos del Ejecutivo asturiano que lidera el presidente de la gestora de Ferraz, Javier Fernández. El gesto del PP da aire a un Fernández que tenía muy complicado solventar la papeleta. El barón socialista aseguró el día de la Constitución en el Congreso que la negociación de esas cuentas tenía que desligarse por completo de la política nacional, pero es inevitable hacer la asociación y pensar que a buen seguro tendrá contrapartidas en Madrid.