El complejo panorama postelectoral que se dibuja tras el 21-D convierte a la campaña en una quiniela de pactos y de posibles vetos entre el bloque independentista y el bloque constitucionalista. Pero también en una batalla interna en cada uno de los propios bloques por definir quién se hará con el codiciado sillón presidencial. En medio se sitúan los 'comunes' de Ada Colau, con los que Podemos concurre en coalición.
El secretario general de la formación morada, Pablo Iglesias, dejó caer en el aniversario de la Carta Magna que no descarta en absoluto que haya que repetir elecciones. Lo hará antes que investir presidenta a la candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas. "Votar Iceta es votar Arrimadas", sostuvo el candidato de Catalunya En Comú-Podem, Xavier Domènech. La coalición electoral marca dos líneas rojas claras. No apoyarán un gobierno en el que participe el PDeCAT ni uno en el que esté Ciudadanos o el PP.
Esto sólo deja abierta la puerta a ERC y el PSC. Sin embargo, el candidato socialista Miquel Iceta da por descarta la opción del tripartito de izquierdas con los independentistas de Oriol Junqueras. Sin embargo, Ciudadanos ve cómo los socialistas crecen en las encuestas. El presidente de la formación naranja, Albert Rivera, agravó sus ataques hacia Iceta este mismo jueves. "El nacionalismo ha gobernado durante 35 años y yo no quiero un tercer tripartito, no quiero al PSC haciendo de partido nacionalista", criticaba.
Sin embargo, reconocía que apoyaría a Iceta si finalmente obtiene más escaños que su partido. Pero en ese caso podrían necesitar la ayuda de los diputados del PP. Y los comunes no están dispuestos a apoyar esta opción.
En cualquier caso, la disputa por la 'solución Borgen' amenaza con bloquear el la situación tras la cita con las urnas en las que se prevé una participación histórica. El primero en defender esta idea fue Iceta, en referencia a la serie de televisión danesa en la que una candidata logra convertirse en presidenta sin ser la más votada.
Desde las filas de los 'comunes' han querido apropiarse de la metáfora, pues sostienen que Domènech es en realidad el perfil que menos rechazo produciría entre el resto de formaciones de cara a una posible investidura. Los sondeos les otorgan una posición clave a la hora de hacer que la balanza se decante hacia un bloque o hacia otro, pero también reflejan un retroceso en el número de diputados respecto a la candidatura de Catalunya Si Que Es Pot.
La opción que sopesa Podemos recordaría al veto a Pedro Sánchez para ser presidente del Gobierno tras las elecciones generales de 2015 debido a su pacto con Rivera. Esto terminó provocando una nueva convocatoria electoral que volvió a permitir a Mariano Rajoy instalarse en La Moncloa, aunque sin mayoría absoluta. Y, posteriormente, llevó a Podemos a reclamar una y otra vez al PSOE su apoyo en una moción de censura.
Desde entonces, Podemos ha ido cayendo en los sondeos y la postura adoptada en Cataluña no ha hecho sino agravar el declive. La posición que adopte Colau tras el 21-D será determinante. Aunque desde la formación morada restan importancia a su posible coste político a nivel territorial. Si hubiese una segunda convocatoria de elecciones, creen que Domènech se podría erigir en el veradadero Borgen y desatascar definitivamente la situación y acusando a Iceta de no haber permitido el tripartito.