Las direcciones del PSOE y del PSC han reconocido que el veredicto del 21D no es el que esperaban pero han preferido poner el acento en la tendencia al crecimiento que, muy tímidamente, han estrenado los socialistas en Cataluña por primera vez en 18 años, en unas circunstancias complejas. Sin embargo, para algunos sectores del partido los resultados de estos comicios, en los que Ciudadanos ha protagonizado una fuerte subida, deben llevar a un análisis profundo y una "reflexión" sobre el discurso territorial del partido y sobre sus expectativas para el nuevo ciclo electoral que arrancará en un año, con el temor de que el "ciclón" naranja pueda ser una nueva dificultad añadida a sus objetivos.
En Ferraz niegan la amenaza de Ciudadanos. Por un lado, insisten en que la situación de Cataluña, y especialmente ahora, no se puede extrapolar al resto de España: defienden que, en una situación muy polarizada, los votos se han ido a los extremos y ha calado la idea de que la lista de Inés Arrimadas representaba el voto útil. Pero, además, defienden que a quien más daño le hace este partido es al PP.
El secretario general, Pedro Sánchez, desdeñó ayer cualquier riesgo propio y defendió que el partido de Albert Rivera "compite" con el PP, porque no lo hace "en la izquierda". En el espacio del PSOE, dijo "hace tiempo ya quedó dirimida cuál es la alternativa que querían los ciudadanos catalanes y el conjunto de españoles".
Ferraz cree que Cs amenaza al PP
Es decir, que el PSOE ya tuvo su batalla con Podemos en las últimas elecciones generales, y ahora en las catalanas, y se libró del sorpasso y ahora le toca al PP batirse el cobre con un partido nuevo, en aparente crecimiento, que en Cataluña le saca 34 escaños.
Sin embargo, para algunos socialistas, este análisis pasa por alto que mientras el PSC ha pasado de los 16 a los 17 escaños, el partido naranja ha subido de los 25 a los 37. Los socialistas catalanes han mejorado, sí, pero sólo hasta llegar hasta su segundo peor resultado. Ambos récords imputables, señalan, a Pedro Sánchez y a Miquel Iceta.
Aunque en todo el partido aseguran ser conscientes de la complejidad de la situación, desde algunos territorios defienden que sus compañeros catalanes y la dirección federal deberían preocuparse por el color naranja que ha teñido el "ya mítico" cinturón rojo catalán.
Y tener en cuenta que Ciudadanos ha crecido en una sociedad "más progresista y de izquierdas" que la media de muchos otras comunidades en las que gobierna el PSOE. No ha funcionado, señalan, los duros ataques que han buscado situar a esta formación "en la extrema derecha".
Con todo, los críticos admiten que es cierto que esta competición ha tenido lugar en un escenario polarizado y en el que ha primado el eje independentista-no independentista, con una fuerte concentración de voto útil, en lugar del de izquierda-derecha, pero todo debe ser objeto de análisis, sostienen.
Porque, además, el resultado del 21D es un mal arranque para el objetivo socialista de volver a La Moncloa: un 13,9%, con una participación de casi el 82%, es "una catástrofe", lamentan algunos socialistas. Además, contradice el mantra que repetían hace una semana en la dirección socialista, convencidos de que desde las primarias del 21 de mayo, el PSOE ha subido tres o cuatro puntos en toda España, un crecimiento que ven ya estructural. Y que a la primera no se ha cumplido.
Pero, más allá de la amenaza de Ciudadanos y del temor de que se visualice no como el rival en su espectro político, sino como la alternativa al PP (y algunos socialistas hablan de sondeos internos en los que el partido de Rivera aparece como el primero en intención directa de voto), en algunos sectores del partido se cuestiona el discurso transversal del PSC y su estrategia en esta campaña, en la que, más allá del "error mayúsculo" de defender indultos para los presos independentistas, creen que se ha "pinchado" en el objetivo de atraer a un votante catalanista moderado.
Los socialistas catalanes ha dedicado demasiados esfuerzos, consideran, a un electorado que "sencillamente no existía" y con un discurso que pretendía contentar a demasiados. "En el PSC deberían aceptar de una vez que las tibiezas y los complejos no nos llevan a ninguna parte", apunta un veterano socialista. El arriesgado discurso territorial, estrenando incluso la plurinacionalidad en los Estatutos del PSOE, advierte otro, "no ha servido de mucho" en Cataluña y no se puede esperar que vaya a ser un discurso provechoso en el resto de España.
Pero, por el momento, los reproches se cruzan en privado y, en público, ningún dirigente ha querido hacer sangre de los malos resultados de sus compañeros ni señalar al secretario general, que, en su primera valoración, tras reunirse con la dirección del PSC, evitó ayer cualquier autocrítica. En su opinión, estas elecciones dejan el balance de que sólo los socialistas pueden ofrecer el "proyecto de reconciliación" que necesita España.