A un año de su nacimiento, Pdecat, el partido que sustituyó a Convergencia para alejarse de la escandalera de corrupción de los Pujol, atraviesa una profunda crisis que sólo el mantra del referéndum es capaz de camuflar. Dirigentes de esta formación transmiten en privado la necesidad de llevar a cabo una refundación profunda, una renovación auténtica de sus estructuras, sus objetivos y sus propuestas.
Para ello señalan como única vía dejar de lado el espejismo del referéndum, convocar elecciones a primeros de año, en las que obtendrán inevitablemente un mal resultado, y pasar a la oposición para poder sellar las heridas, alejarse de los secesionistas y recuperar el 'alma' tradicional de su formación. Es decir, convertirse de nuevo en un partido nacionalista que represente al segmento de la población catalanista, tradicional, conservador y no españolista. "Nuestra fuerza era ser decisivos en Madrid, y ahora es el PNV quien ocupa ese papel. Nos hemos suicidado políticamente", añaden.
"Pujol siempre advirtió que en cuanto Convergencia se acerque a ERC, está muerto", señala uno de los críticos con el actual presidente Carles Puigdemont, a quien le considera un líder accidental, que no ha ganado elecciones, que ha fracturado al partido y que ha puesto al Pdecat en manos de ERC y de la CUP.
La única salida, según estas voces, es ir cuanto antes a unas elecciones autonómicas, en las que "sin lugar a dudas perderemos", y permitir que gobierne ERC, con los comunes y con el PSC, "si así lo quieren". De acuerdo con estas versiones de dirigentes descontentos con la actual dirección, el Pdecat volvería a ocupar el papel de 'pal de paller' (piedra angular) del nacionalismo tradicional, que suma y no divide y que busca la unidad de las clases medias de Cataluña y que tiene un proyecto de país que no se sitúa precisamente fuera de Europa.
La única salida, según algunas voces, es ir cuanto antes a unas elecciones autonómicas, en las que "sin lugar a dudas perderemos", y permitir que gobierne ERC, con los comunes y con el PSC
Hay mar de fondo en el Pdecat a causa del referéndum. El cese del consejero Jordi Baiget es el descarnado síntoma de lo que ocurre en el seno de la formación. El presidente de la Generalitat está aislado en un círculo muy reducido de fieles colaboradores, no transmite información al partido, ni siquiera a buena parte de su Gobierno. "Vive aislado con su sueño del plebiscito, está convencido de que se convertirá en un mártir o en un héroe", dicen estas fuentes.
"Temor y miedo"
En la celebración de su primer aniversario, este fin de semana, tanto Marta Pascal como Francesc Homs, que no ocultaron en público su rechazo frontal a la destitución del consejero, amagaron con gestos de unidad e incluso intentaron una leve autocrítica por el bien del parrtido. Puigdemont reconoció que en el Pdecat conviven opiniones diversas dentro de un proyecto común, apeló a la 'fortaleza interna' como garantía del proceso y enarboló la bandera del miedo para sellar las disputas intestinas. "Tengo respeto y temor ante las amenazas del Estado, que ha confesado que está dispuesto a todo, y no distinguirá entre los catalanes que votan sí y los que votan no", señaló en su intervención.
El sector menos identificado con el proyecto, cada vez más numeroso, considera que es preciso ejecutar cuanto antes la imprescindible 'catarsis', que tuvo llevarse a cabo antes de recurrir a la creación de 'Junts pel si', la coalición electoral y de Gobierno con ERC, "de la que tan sólo Oriol Junqueras ha sacado réditos y a nosotros nos han mandado al rincón", señalan.