Vivimos tiempos de guerra, por mucho que lo normalicemos, y eso repercute en el periodismo. Israel ha asesinado según Reporteros Sin Fronteras al menos a 140 periodistas desde el 7 de octubre de 2023. Y en la invasión rusa de Ucrania, nos hemos visto obligados a familiarizarnos con esa figura de película del periodista-espía. Pero nada de esto es nuevo.
Durante la II Guerra Mundial, el periodismo infiltrado, los agentes dobles y miles de periodistas asesinados por militares fueron una constante inevitable. Ahora, un libro pone nombres y cifras a las víctimas periodísticas que narraron y padecieron el mayor conflicto vivido por la humanidad.
‘La prensa europea en guerra (1939-1945): clandestinos, colaboracionistas y agentes dobles’, del historiador, periodista y profesor universitario Antonio Checa nos ofrece un viaje al pasado que está de tremenda actualidad. El investigador ha escrutado 25.000 periódicos europeos en 30 idiomas diferentes. “¿Todo gracias a la magia de internet!”, cuenta a Vozpópuli.
Nunca antes se había examinado la odisea que vivió el periodismo en la II Guerra Mundial con tanta ambición y con una perspectiva europea. “No ha habido otro momento en la historia en el que la prensa clandestina haya tenido tal protagonismo”, explica Checa. En su análisis destaca la situación que vivieron los países que estuvieron bajo la influencia nazi o directamente fueron ocupados, solo Reino Unido y Rusia, que no fueron invadidos, escapan a su escrutinio.
Polonia, primer país invadido y último liberado, es el mejor botón de muestra de su trabajo, pero la obra propone una inmersión en hemerotecas de países y regiones periféricas que escapan al gran foco, “he podido acceder a las bibliotecas nacionales de Albania, Estonia, o a regiones como Córcega y en ellas, las cosas no fueron mucho mejor”.
La acaudalada investigación de Checa lleva la lupa a todos los rincones europeos. En las 689 páginas de la obra, muestra la situación de periódicos clandestinos que escaparon al yugo nazi. Periodistas que huyeron de la ciudad con una imprenta para esconder la redacción en bosques de Polonia o Eslovaquia.
Checa ha certificado la existencia de más de 10.000 publicaciones clandestinas a lo largo del conflicto en Europa. “No eran solos pasquines y folletos, en Polonia se llegó a un sistema tan sofisticados que se publicaban periódicos diarios fuera del control nazi”.
Se llegaban a publicar, como confirmó en Le Soir belga, periódicos con una portada que era afín al régimen nazi, pero que, en su interior, tenían el contenido que desarrollaba el periodismo clandestino, más alineado con las células de resistencia que perduraron durante la invasión.
Apuesta por la propaganda y ganarás
El análisis de tantas fuentes informativas y tantas publicaciones permite encontrar patrones comunes. La narrativa de los medios tuvo una fase inicial que marcó la propaganda y las victorias del Tercer Reich, un punto de inflexión con la derrota nazi en Stalingrado y una oda propagandística final, que confiaba en las armas de exterminio que iba desarrollar Alemania, las “armas milagrosas” para terminar imponiéndose en la contienda... la maquinaria y los tempos los marcaba Alemania.
“La principal conclusión es que la propaganda nazi arroyó a todo relato por su grado de sofisticación, básicamente porque creyeron más en ella; invirtieron muchísimo dinero en esa maquinaria", relata el autor. Ese dinero y esa apuesta por adueñarse del relato en todos los rincones europeos, incluso en plazas seguras para Hitler como fue España, llevó a Berlín a subvencionar periódicos españoles como ‘Informaciones de Madrid’ y también se imprimían periódicos en español, solo dirigidos a los militares españoles que combatían con los nazis en centroeuropea.
La crueldad rutinaria
Cualquier periodista sabe que una redacción es como una segunda familia. Pero cuesta imaginar, incluso hoy, lo duro que sería llegar un día a ella para descubrir que faltan la mitad de los compañeros, “fueron centenares de periodistas asesinados por su trabajo, redacciones con 25 personas menos”.
¿Tan importante era tener un periódico como para arriesgarse a una probable muerte?, “sí lo era”, dice severo Checa. La prensa escrita era prácticamente la única vía de comunicación porque la radio estaba mucho más controlada, “así que ejercer un periodismo libre era una labor tan importante y emocionante como aterradora”
Pero hubo muchos tipos de periodistas, “desde los agentes dobles a los que cambiaron de chaqueta con mucha facilidad”. Las páginas nos muestran destacadas plumas, por ejemplo, en la actual República Checa, que cambiaron de la noche a la mañana de discurso. O también, evidentes casos de agentes infiltrados, “hubo redacciones en las que todos fueron represaliados menos uno, que evidentemente era un colaborador”.
La mentira como sistema, lo fake ya era una constante en la IIGM. La lupa de Checa muestra como el diálogo de blancos y negros que hoy forcejea en nuestras redes sociales sucedía entonces en las mismas páginas de un periódico. Un ejemplo significativo se dio en París, en ‘Los Nuevos Tiempos’. En una doble página se informaba de un mismo bombardeo alemán en el sur de Inglaterra. En un lado del periódico se definía el bombardeo como “eficaz actuación”, mientras que en otra columna de la misma página, el ataque era descrito como “ataque terrorista sobre poblaciones indefensas”.
Gigantes de la literatura en papel de envolver
En los tiempos, la prensa era puro papel que acaba envolviendo pescado o piezas de pan. Para eso quedaban los nombres de ilustres escritores. ‘La prensa europea en guerra (1939-1945)’ tiene a más de mil autores citados y en aquel tiempo, la prensa reunió a ilustres plumas como Hemingway, Chaves Nogales, Ernie Pyle o George Orwell. Checa asume que “no podemos exigir excelencia literaria en tiempos de guerra” y la imposición de una realidad cruenta que convirtió a autores globales en exiliados.
El refugio en países de acogida hizo que muchas de estas figuras pasaran a ser escribientes al servicio de los intereses del país de acogida, como fue el caso del sevillano Chaves Nogales, acogido para el servicio de inteligencia propagandística en español que ideó Winston Churchill.
La pregunta es inevitable, una vez descubiertos los engranajes de la maquinaria de propaganda nazi y la contrapropaganda que generó, planteamos si hoy día podemos confiar en la independencia y veracidad periodística, incluso en tiempo de guerra, pero Checa es escéptico, “todo puede repetirse y las redes sociales no son en ningún caso una garantía periodística, al final básicamente ha refinado la misma propaganda de siempre”.