Película a película, el cineasta estadounidense Sean Baker se ha convertido en retratista de los olvidados, de quienes se sitúan en la periferia, de los marginados, de quienes encuentran cobijo en el estigma de los bajos fondos de Estados Unidos. Al igual que en sus anteriores películas, vuelve a centrar el foco en las trabajadoras sexuales, a quienes dedicó unas palabras en la pasada edición del Festival de Cannes cuando se hizo con la Palma de Oro por su película Anora, que llega ahora a los cines españoles.
La mayoría de quienes ya la han visto hablan de ella como una versión oscura de la comedia romántica Pretty Woman, algo que el propio director reconoce, tal y como señaló a varios periodistas, entre ellos esta redactora de Vozpópuli, durante un encuentro durante la pasada edición del Festival de San Sebastián, donde participó en la sección Perlas.
"Fue inconsciente porque no veía esta película desde 1990. Alguien dijo durante la primera semana de producción que existían similitudes con Pretty Woman. No la había vuelto a ver y no lo hice para que no me influyera. Me gusta que a la gente le siga encantando y quiera compararla, no sé si eso da mas atención a la película. Y no solo Pretty Woman, sino esas grandes comedias románticas de Hollywood. Durante la primera media hora les doy esa película romántica típica, pero luego de repente llega la realidad, en los siguientes 90 minutos", cuenta.
Sean Baker es uno de los nombres favoritos en la carrera a los Oscar que está en marcha, y el propio cineasta ya era consciente de ello durante la pasada edición del Zinemaldia. Sin ir más lejos, esta semana se han conocido las nominaciones a los premios Gotham, que inauguran los meses de premios previos a la gran velada del cine de Hollywood. La pregunta es hasta qué punto los Oscars están preparados para una historia como esta, en la que Anora, una joven prostituta de Brooklyn, vive un intenso romance con un joven cliente, el caprichoso hijo de unos oligarcas rusos que intentan hacer lo imposible para anular el matrimonio en el que cristaliza este cuento de hadas.
"La Palma de Oro me permite seguir haciendo las películas como yo las quiero hacer. He dejado claro a la industria que hago películas de forma independiente y han dejado de tocar a mi puerta"
"No tengo ni idea. Quiero que reconozcan el trabajo de los actores, que hacen un trabajo de interpretación increíble. Pienso más en ellos y en el equipo técnico. Para mí ya he ganado, la Palma de Oro para mí es todo y lo demás son añadidos", sostiene el director de películas como Tangerine o Florida Project. De hecho, y dado que su prioridad es tener independencia y sacar adelante los proyectos que le interesan a nivel autoral, reconoce orgulloso que desde que ganó el máximo galardón de Cannes no ha recibido tantas ofertas, pero este premio le permite mantener su carrera intacta. "La Palma de Oro me permite seguir haciendo las películas como yo las quiero hacer. He dejado claro a la industria que hago películas de forma independiente y han dejado de tocar a mi puerta", ha presumido.
Comedia y lágrimas
Cuando recibió este galardón, Sean Baker lo dedicó a los trabajadores sexuales, que, en su opinión, y como ha mostrado en su cine, "están muy estigmatizados por la sociedad, e incluso criminalizaos". "Se trata más de decir desde mi punto de vista que los trabajadores sexuales que conozco son personas muy trabajadoras que se toman muy en serio su trabajo y merecen respeto y seguridad", agrega.
En cualquier caso, Sean Baker huye de apostar por un aura romántica en los perdedores que protagonizan este filme, porque su objetivo es que representen a "personas reales". "Es verdad que Intento no santificarlos ni ponerlos en un pedestal, y que sean perfectos, porque si lo hago el público nunca les verá como personas reales. Es muy importante que nos podamos identificar y así es como enfoco mis personajes", comenta el director.
Para muchos, Anora es una película en el sentido más amplio de la palabra, en la que se suceden cambios y un movimiento que por momentos es desternillante. La "screwball comedy" acapara gran parte de la trama, en la que el absurdo y el humor fruto de enredos aparece como una sorpresa cuando el espectador ya se había acomodado en una comedia romántica convencional. De la risa -e incluso de la carcajada, por qué no-, pasará a la lágrima, tal y como avisa el propio director. "Quiero que el público se ría, se ría y se ría hasta que llore", apunta sobre una película deliciosa en la que emerge la bondad y lo cambia todo.