El caso de los supuestos plagios cometidos por el rector de la Universidad Rey Juan Carlos, Fernando Suárez, ha encendido las alarmas sobre los efectos perniciosos de una práctica cada vez más extendida por los campus universitarios y que afecta en mayor o menor medida tanto a los estudiantes de grado como a los doctorandos e investigadores.
Las universidades dedican una buena parte de sus presupuestos a la incorporación de sistemas y aplicaciones informáticas que pongan freno al vicio del “copia y pega”, pero los resultados y la eficacia de esas herramientas tecnológicas no siempre son los deseados.
Los docentes detectan muchos casos de plagio de trabajos académicos, ya sean de fin de grado o incluso tesis doctorales, pero se ven desbordados por una mala praxis seguida por una legión de alumnos que tienen interiorizado que plagiar no es tan malo.
En esta entrevista, el catedrático de la Universidad Complutense y coordinador del Doctorado de Periodismo de la Facultad de Ciencias de la Información, José Luis Dader, reflexiona sobre los daños que el plagio ocasiona a la producción científica española y al buen nombre de las universidades, y plantea algunas medidas para poner coto a los defraudadores y proteger más a los estudiantes honrados.
¿Se copia mucho en la universidad española? ¿Afecta esta práctica por igual tanto a alumnos como doctorandos, e incluso investigadores y docentes?
Creo que sí hay mucha copia entre los estudiantes. Personalmente todos los años detecto unos cuantos casos. Desconozco la magnitud del problema entre doctorandos y docentes e investigadores. Yo al menos no he conocido casos de manera directa entre doctorandos, docentes e investigadores, aunque a través de los medios o de conocidos he tenido noticia de algunos casos.
¿En qué medida ha contribuido el caso del plagio del rector de la Universidad Rey Juan Carlos a concienciar a la opinión pública de este problema?
No creo que haya tenido un gran eco esa noticia. Quizá llamaron más la atención otros casos anteriores, como el del ministro alemán que tuvo que renunciar a su cargo.
¿Existen actualmente mecanismos suficientes y eficaces para evitar el plagio? ¿Puede citar alguna herramienta o aplicación concreta que usted haya utilizado?
Una cosa es las posibles herramientas de detección y otra los mecanismos de subsanación y erradicación. Respecto a herramientas puedo citar TURNITIN, recientemente instalado por la Complutense para ser utilizado por sus profesores (una herramienta que hasta donde he podido ver sirve para comparar entre sí trabajos de alumnos, pero en mi opinión no es ese el principal tipo de plagio, sino el que proviene de copiar textos tomados directamente desde Internet por cada alumno de manera distinta al que puedan emplear otros estudiantes. Y también APPROBO, más eficaz, en mi opinión, porque compara el texto analizado con los existentes de acceso libre en Internet. Por otra parte, hay otras estrategias de búsqueda personal mucho más eficaces que los profesores podemos emplear a partir de la aplicación de diferentes criterios de búsqueda en Internet, sin necesidad de un software específico (personalmente aplico algunas de éstas). Pero el problema de todo esto es el tiempo que se consume y muchos profesores, ante la acumulación de trabajos, no realizan las comprobaciones necesarias.
Pero, como decía, más allá de las herramientas de detección, están los mecanismos de reparación y ahí es donde está el gran problema, ya que, en mi opinión, la acción de indagación y sanción individual de un profesor sirve de muy poco si institucionalmente los responsables de coordinadores de titulaciones, decanatos y rectorados no asumen una intervención institucional y drástica para erradicar estas prácticas.
¿Es consciente la comunidad universitaria de la gravedad de este problema? ¿Algún rector ha llevado en su programa electoral alguna medida antiplagio? ¿Existe en el ministerio algún organismo con competencias en este asunto?
Hasta donde yo conozco, caso de la Complutense, se están adoptando algunas iniciativas, como contratar el uso de algún software –Turnitin-, ofrecer un formulario para que los profesores informen ante el Rectorado los casos que estimen denunciables, se menciona el problema en algunos claustros, pero, que yo sepa, no hay establecido un catálogo concreto y preciso de posibles sanciones ni se hace un anuncio expreso y ampliamente difundido entre los estudiantes de las posibles sanciones que podrían aplicarse de manera institucional. Más bien, y de acuerdo con el clima de buenismo políticamente correcto que domina la universidad actual, se evita hablar de posibles ‘castigos’ y se pone todo el cuidado en las ‘garantías’ de que la denuncia que un profesor pudiera hacer esté extremadamente verificada. De esa forma el potencial profesor denunciante tendrá que dedicar un gran tiempo y esfuerzo para probar la denuncia frente a una casi nula evidencia de que la denuncia pudiera llegar a surtir algún efecto. En mi experiencia personal, cuando he solicitado a los responsables de alguna titulación una actuación institucional contra algún caso de plagio detalladamente probado, se me ha respondido que a título individual adoptara las respuestas que estimara oportunas, pero sin ninguna acción institucional por parte de los responsables de la titulación.
En los países del entorno europeo y anglosajón, el clima de opinión institucional es mucho más severo contra los posibles defraudadores y los posibles castigos son más duros.
¿Cómo es la situación en otros países de nuestro entorno? ¿Hay menos picaresca, se castiga más?
Hasta donde yo sé, en los países del entorno europeo y anglosajón, el clima de opinión institucional es mucho más severo contra los posibles defraudadores, los posibles castigos son más duros y conocidos por toda la comunidad universitaria y, por ello, aunque exista la picaresca, el temor a las consecuencias, limita más estas prácticas.
Se han dado casos de ministros y otros cargos europeos que han tenido que dimitir tras conocerse que copiaron en sus tesis. ¿Se imagina algún caso similar en España?
La verdad es que no. En primer lugar porque las propias universidades no aplican sanciones internas más contundentes ni tampoco se esfuerzan (o más bien evitan, por culpa también de la legislación vigente) el darles publicidad. En segundo lugar porque, otro tipo de fraudes contrarios a la moral pública en el ámbito económico y político tampoco producen dimisiones salvo cuando se llega a la fase final de procesos judiciales.
Un rector de universidad no podría mantenerse en dicho puesto si hubiera quedado probado un plagio de una cierta amplitud, cuando menos a partir del nivel del doctorado.
¿Tenía que haber dimitido ya el rector de la Universidad Rey Juan Carlos en función de la cadena de informaciones periodísticas que ponen en entredicho su actuación?
No conozco el caso con el suficiente detalle y por ello no puedo pronunciarme sobre él. Pero dependiendo de la dimensión del plagio del que se trate, sí creo que un rector de universidad no podría mantenerse en dicho puesto si hubiera quedado probado un plagio de una cierta amplitud, cuando menos a partir del nivel del doctorado.
¿Qué daño ocasiona el plagio a la producción científica en España y al buen nombre de nuestras universidades?
Quizá no muy grande mientras exista la percepción de que se trata de casos aislados. Pero puede ser enorme si se extiende la imagen de que se pudiera tratar de una práctica muy generalizada y poco detectada y perseguida.
¿Cómo han contribuido Internet y las nuevas tecnologías al fomento de esta práctica tan perniciosa?
Enormemente. Internet es el gran suministrador en el que cualquiera puede encontrar un universo de posibilidades para el plagio. Esta opción es además inconscientemente fomentada desde los niveles iniciales de la enseñanza cuando las corrientes pedagógicas postmodernas fomentan la cultura de los trabajos de ‘cortar y pegar’. A la universidad nos llegan muchos estudiantes que no sólo plagian, sino que sincera e inocentemente no tienen la menor conciencia de estar haciendo algo incorrecto puesto que están habituados desde niños a ‘cortar y pegar’. Lo ven lógico y hasta algunos, cuando son descubiertos, preguntan sin pudor que qué hay de malo en haber tomado ideas o comentarios de terceros para responder a lo que se les ha pedido. Confunden, por ejemplo, el concepto de ‘trabajo total o parcialmente original’ (que se refiere al porcentaje del texto que es de redacción propia), con el de ‘trabajo con fuentes transparentes’ (en el que las citas o referencias externas son reconocidas y atribuidas a sus autores originales).
Plantee alguna medida que reduzca o deje en niveles admisibles los casos de plagio en la universidad española.
Establecimiento de un catálogo contundente y gradual de sanciones por plagio que incluya la opción de la expulsión de la universidad o la revocación de títulos, con publicidad generalizada de las sanciones efectivamente aplicadas. Además, compromisos de actuación y sanción colectiva, no sólo desde el máximo órgano responsable de la universidad, sino también desde los responsables de cada titulación y Facultad. Incentivación entre el profesorado y los alumnos, por parte de las autoridades académicas, del deber de erradicar estas prácticas, con participación activa en la denuncia de las irregularidades, conectando esta actitud proactiva con el derecho a la protección de los estudiantes honrados frente a la ‘competencia desleal’ que implican los defraudadores.