Su primera novela, La broma, partía de una infortunada ironía, una pequeña boutade leída por la perdona equivocada: "El optimismo es el opio del pueblo". Publicada en Praga en 1967, la novela corrió como la pólvora, hasta que comenzó a ser considerada como una Biblia de la contrarrevolución. El libro fue retirado de todas las bibliotecas públicas y con ella se inauguró la disidencia y persecución al escritor checo Milan Kundera, uno de los más grandes del siglo XX, que este 1 de abril cumple 80 años.
Hubo algo profético al mismo tiempo que contemporáneo en aquella primera novela: el comunismo nunca tuvo sentido del humor y la sociedad contemporánea comenzaría a renunciar a él como quien declina en su derecho al uso de la inteligencia. Y Kundera lo comprendió muy bien, supo verlo mejor que nadie. Huraño, un tanto esquivo, lleva años alejado de un mundo que quizá hoy no comprendería sus libros.
Exilado desde 1975, despojado de su ciudadanía checa y naturalizado francés en 1981, Kundera dejó atrás su lengua materna y asumió el francés como la propia
Exilado desde 1975, despojado de su ciudadanía checa y naturalizado francés en 1981, Kundera dejó atrás su lengua materna y asumió el francés como la propia. En la primera escribió el volumen de cuentos El libro de los amores ridículos y las novelas La broma, La vida está en otra parte, El vals del adiós (La despedida), El libro de la risa y el olvido, La insoportable levedad del ser y La inmortalidad.
Ya en francés, las novelas La lentitud, La identidad, La ignorancia y La fiesta de la insignificancia; la obra de teatro en tres actos Jacques y su amo. Homenaje a Denis Diderot; y cuatro ensayos: El arte de la novela, Los testamentos traicionados, El telón y Un encuentro. Después de 14 años de silencio editorial, el autor checo regresó en 2014 con La fiesta de la insignificancia, publicada por Tusquets Editores, que ha editado la totalidad de su obra.
Sexualidad, poder, humor
Traducida por la editora Beatriz de Moura, aquella novela del checo retomaba los temas que han sido las vigas de su novelística: la sexualidad, el poder, el humor. “Están presentes casi todos los temas preferidos del autor y llevados a su esencia: la maternidad, la sexualidad, el poder con sus facetas —desde la crueldad y la arbitrariedad hasta el absurdo y la ternura—, la zafiedad de los falaces…”, comentó entonces su editora.
Publicado primero en Italia y posteriormente en Francia por Gallimard, el libro tuvo una acogida entusiasta de la crítica, especialmente francesa, que reconocía en las páginas de esta entrega la solidez narrativa de La insoportable levedad del ser (1984), Lentitud (1995) o Identidad (1997). La Fiesta de la insignificancia fue entendida como una de las últimas, por no decir la última gran novela de un hombre cuya obra demuestra, todavía hoy, cómo Europa fue claudicando en su intento de complejidad.