Los conjurados contra las tropas francesas lo pagarían con la vida. Y así fue. Los condenados fueron ejecutados en distintos puntos de la ciudad: el paseo del Prado, la Puerta del Sol, la Puerta de Alcalá, el portillo de Recoletos y la montaña del Príncipe Pío. Goya no vio las ejecuciones, pero las pintó seis años después, en 1814, en un lienzo de casi tres metros de largo por tres de alto, El 3 de mayo de 1808 en Madrid, un cuadro encargado al maestro por la regencia para decorar las salas de Palacio y que forma parte de la colección del Museo del Prado, donde se exhibe actualmente.
Los fusilamientos –como también se le conoce- es una obra icónica, que resume el espíritu de la sublevación contra los franceses que desembocaría en la independencia
Los fusilamientos –como también se le conoce- es una obra icónica, que resume el espíritu de la sublevación contra los franceses que desembocaría en la independencia. Goya pintó solamente dos cuadros con los hechos del 2 de mayo de 1808 y no cuatro, como se propone habitualmente en la bibliografía y atestiguan las facturas relativas sólo a dos marcos. Goya planteó dos temas cruciales, que se complementan visualmente y tienen un significado conjunto: el violento ataque del pueblo de Madrid a las tropas de Murat en la mañana del 2 de mayo y la consiguiente represalia del ejército francés.
Por eso Los fusilamientos hace díptico con El 2 de mayo de 1808 en Madrid, también conocido como La lucha con los mamelucos. Ambas obras relatan las 20 horas que duró aquella gesta: desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la amanecida siguiente, cuando se consumaron en la Montaña del Príncipe Pío las descargas de pólvora que acabaron con la vida de los sublevados. La idea colectiva y moderna de un pueblo e incluso de gesta heroica como acto masivo, a decir de autores como Arturo Pérez-Reverte, tiene su origen en el episodio que esa imagen recoge.
Como escribió el crítico Robert Hugues, muchos detalles enfatizan este lienzo como la pintura bélica que inauguró una concepción moderna, además de un discurso político claro: las víctimas tienen rostro, los verdugos no. Dan la espalda al espectador. Su naturaleza plástica –el estilo goyesco mutando hacia una versión definitiva- terminaría por ejercer una fuerte influencia.
Una de las primeras versiones o relecturas la hizo Edouard Manet con el cuadro El fusilamiento de Maximiliano (1867), para el que el pintor hizo tres bocetos. Uno de ellos, incompleto, se encuentra en la National Gallery de Londres. Algunos señalan que la recreación del asesinato del que fuera archiduque de Austria a manos de Benito Juárez la pintó Manet influenciado por Los Fusilamientos, que había visto en el Museo del Prado dos años antes, en 1865. Los artistas del grupo español Equipo Crónica hicieron a su vez una nueva interpretación de esta pieza del francés.
Según Robert Hughes, Goya empleó una composición con un discurso político claro: las víctimas tienen rostro, los verdugos no
Para Masacre en Corea (1951) Pablo Picasso retomó Los Fusilamientos, con la intención de ilustrar los excesos y la injerencia de los Estados Unidos como gran potencia triunfadora tras la Segunda Guerra Mundial; la obra, expuesta está en el Museo Picasso de París, también cita la composición de El juramento de los Horacios, un lienzo pintado por Jacques-Louis David, exactamente cinco años antes del estallido de la Revolución Francesa.
En el año 2006, en ocasión de los 125 años del nacimiento del pintor y el 70 aniversario del nombramiento de Picasso como director del Prado, los dos grandes museos nacionales –la pinacoteca madrileña y el MNCARS- organizaron la exposición Picasso Tradición y Vanguardia, que reunió más de un centenar de obras del malagueño, entre ellas Los fusilamientos del 3 de Mayo, la Masacre en Corea de Picasso y la Ejecución de Maximiliano de Manet. Álvaro Delgado, integrante de la Escuela de Vallecas y la Escuela de Madrid, hizo lo propio con Los fusilamientos del 3 de mayo, que fusionó con el Guernica de Picasso. Durante la década de los sesenta, Delgado dedicó una serie completa para trabajar el tema.
El artista japonés Yasumasa Morimura, a quien se le atribuye formar parte del movimiento del Apropiacionismo, empleó su técnica de fotografía escenificada para recrear Los fusilamientos, con una variante. Morimura acostumbra a incluirse en las representaciones que hace en los lienzos y, en esta oportunidad, el artista colocó su rostro a la figura central que preside el conjunto. No fue lo único de Goya que utilizó, Los Caprichos y Las Majas tampoco se libraron de sus reinterpretaciones. El artista irlandés Robert Ballagh se basó también en la obra original para Study for third of May, after Goya, una versión en la que predomina el pop y las tramas simplificadas que pintó en 1973. Una especie de versión naif de la estética de Julien Opie.
Hay otras reinterpretaciones más libres, como las que han hecho distintos artistas callejeros o también las reconstrucciones con muñecos de Playmobil. Estas versiones fueron expuestas en la V Feria Nacional de Coleccionistas de Playmobil, un evento organizado en 2008 -en ocasión de los 200 años de la efeméride- por Playclicks- Asociación Española de Coleccionistas de Playmobil. El influjo del cuadro de Goya es tan fuerte y claro que suele ser considerado y citado en cada reinterpretación, antigua o moderna, que se haga del tema… incluso más de dos siglos después.