Cultura

Historias tras un lienzo: 'Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808'

La resistencia de los madrileños contra las tropas de Napoléon inspiraron a Francisco de Goya dos grandes lienzos que precedieron a los Desastres de la Guerra.

  • Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, de Francisco de Goya.

No existe documentación que aclare a ciencia cierta si la idea de pintar los dos lienzos que ilustran los acontecimientos de mayo de 1808 provino de Francisco de Goya. Sólo existe la carta de contestación y las condiciones económicas a un encargo de la regencia de Luis María de Borbón para preparar una serie de lienzos conmemorativos de la defensa contra las tropas francesas durante la guerra de independencia. La misiva está fechada el 24 de febrero de 1814.

El primer lienzo al que se hace referencia es el que se conocerá como La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol (1814), en el que Goya retrata una escena bélica de los insurgentes españoles mientras atacan a los mamelucos, mercenarios egipcios que combatían al lado del ejército francés.

La otra escena elegida, y que pasaría a la historia como la estampa más icónica de la fecha, es Los fusilamientos del 3 de mayo,  donde Goya representa la ejecución de los rebeldes que luchaban en Sol contra los soldados de Napoléon.

Ese día, hacia las dos de la tarde, las tropas de Murat, que ocupaban Madrid con un ejército de 30.000 hombres, habían logrado sofocar la revuelta del pueblo. De manera inmediata, hicieron formar una Comisión militar que, sin escuchar a los detenidos, dictaba sentencias de muerte.

Los grupos rebeldes capturados en la revuelta fueron enviados a distintos lugares de Madrid para su ejecución: el paseo del Prado, la Puerta del Sol, la Puerta del Alcalá, el portillo de Recoletos y la montaña del Príncipe Pío, y fueron fusilados a las cuatro de la madrugada del 3 de mayo.

En este último lugar, que hoy sería la Plaza de España, todos los ejecutados habían participado en la lucha callejera y habían sido apresados. Fueron precisamente los fusilamientos de ese lugar, la montaña de Príncipe Pío, los que eligió Goya para su escena. De hecho, en realidad el título completo del óleo es Tres de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío (1814)

Goya, quien vivía en la Puerta del Sol, documentó con precisión ambas escenas, reconstruyendo la acción de cada grupo a través de las viñetas que circulaban por la época  y los testimonios de lo sucedido.  El lienzo da fe de muchos edificios que fueron demolidos en el siglo XIX: el cuartel del Prado Nuevo y el cercano cuartel de Conde Duque que era el lugar que utilizaron los piquetes de fusilamiento de los franceses a quienes Goya retrata como  un grupo sin rostro de soldados con sus sables de tiro largo y el chacó sin visera que describe Arturo Pérez-Reverte en Un día de cólera, su novela sobre los episodios del 2 de mayo.

Destaca entre el grupo de los fusilados un hombre vestido de negro, un religioso, que coincide, según los datos de la investigadora del Prado, Manuela B. Mena, con Don Francisco Gallego y Dávila, sacerdote ejecutado ese día en la montaña de Príncipe Pío por los franceses y al que Benito Pérez Galdós alude en los Episodios Nacionales. La figura del héroe anónimo, personaje central de la composición, vestido de blanco y con los brazos en cruz preside la composición.

Este lienzo en particular, por su naturaleza oscura e imágenes fuertes, marcarían una época en la pintura de Goya, al marcar un punto de inflexión en sus aguafuertes  de los Desastres de la guerra. Años más tarde, en 1850,  el pintor José Madrazo, entonces director de El Prado –pinacoteca donde actualmente se encuentran los dos lienzos- puso en duda que Goya hubiese pintado tanto éste como el otro lienzo, al aludir que el cuadro era de una “calidad inferior” a los otros retratos del maestro. Sin embargo a finales del siglo XIX, en pleno apogeo del impresionismo, el lienzo ejerció una potente influencia en una serie de creadores, entre ellos Edouard Manet, quien se inspiró en él para pintar El fusilamiento de Maximiliano. Pablo Picasso también se inspiró en el cuadro de Goya para pintar Masacre en Corea.

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