Cultura

Alfonso Del Río debuta con una novela sobre el Berlín nazi y el Bilbao de los años 80

El sello Destino define La ciudad de la lluvia, de este joven abogado y escritor, como la gran novela de la transformación de Bilbao

Berlín y Bilbao, dos ciudades, dos épocas. Todo comienza en el año 1941. Cinco personajes se encuentran en un aeródromo de las afueras de la ciudad alemana. Tienen entre manos una misión relacionada con un nuevo sistema de encriptación que puede cambiar no sólo el curso de la guerra sino del futuro inmediato de Europa. De esa reunión se conserva una fotografía tomada al azar. Cuarenta y dos años más tarde, en Bilbao, durante la mayor inundación de la historia de la ciudad, la muerte vuelve a unir a los protagonistas de aquella vieja instantánea. Ese es el punto de partida del que se vale Alfonso del Río (Bilbao, 1980) para poner en marcha su novela La ciudad de la lluvia (Destino), un debut literario que echa mano del thriller para componer una gran novela sobre el Bilbao de los últimos años del siglo XX.

Es una historia efectiva. Directa, picadita. Frases cortas. Saltos en el tiempo. La prosa y la estructura ruedan aceitadas. La novela se cuenta por sí sola, bastante mejor de lo que su autor logra comentar de ella cuando le toca responder preguntas sobre la arquitectura y las decisiones literarias. Aunque ése, claro, es otro asunto. En blanco sobre negro, en la letra impresa sobre el pape, Alfonso del Río acomete una entrega de ficción que combina, muy bien, pocos elementos: un pasado reciente europeo y la recreación del Bilbao industrial de los años 80, una época que cambiaría para siempre el aspecto de la ciudad y en el que escenarios como la Ría y el Astillero contrastan, por ejemplo, con la creciente lucha de poder económico y político de una ciudad en plena transformación.

La Ría y el Astillero contrastan, por ejemplo, con la creciente lucha de poder económico y político de una ciudad en plena transformación

Construida con una estructura que alterna dos tiempos, La ciudad de la lluvia (Destino), propone escenarios físicos y temporales alternos. Los enigmas irresueltos en el pasado cobran forma en una ciudad de Bilbao que atraviesa la reconversión industrial, sufre de un 20% de paro y está a punto de encarar uno de los episodios más complejos de su historia reciente: la devastadora inundación que marcaría un punto de inflexión en la historia. En ese contexto ocurren tres muertes en apariencia no relacionadas: Rodrigo Lezo muere ahogado en la crecida de la ría. Ignacio Aberasturi, el conocido empresario bilbaíno y candidato a la presidencia del Banco del Norte, fallece en el incendio de la Kantauriko Kutxa, en el casco viejo. Y Javier Alba, muere en su casa, en circunstancias poco claras.

Ninguna de las tres muertes parece guardar ninguna conexión entre sí. Sin embargo, Alain Lara, una prometedora figura del Athletic de Bilbao y nieto de uno de ellos, da con aquella vieja fotografía de los años cuarenta que su abuelo Rodrigo había mantenido siempre oculta. Entre todos los personajes que aparecen en ella, además de a su abuelo, Alain reconoce a un también joven Ignacio Aberasturi, el gran empresario bilbaíno y actual candidato a la presidencia del Banco del Norte. Es ahí cuando se pone en marcha una investigación en la que tres personajes se vuelven fundamentales: María, abogada e hija de Ignacio Aberasturi y heredera de su imperio empresarial y financiero; Lucas Bieda, detective de la policía de Vizcaya que no tiene nada que perder y no se detiene ante nada y David Schaffer, un ambicioso y eficaz abogado, probablemente el personaje mejor logrado del libro, al que Alfonso del Río concede un registro en primera persona que dinamiza por completo la trama.

Ocurre justo durante los sucesos trágicos de la inundación de Bilbao pero también la temporada 83/84 que coronó al Athletic

Esa trama más contemporánea ocurre justo durante los sucesos trágicos de la inundación de Bilbao pero también la temporada 83/84 que coronó al Athletic y que sirven a Alfonso del Río para echar mano del fútbol como metáfora de la ciudad. “En esos años, el fútbol funcionó como un sentimiento y esa es la forma en la que he pretendido utilizarlo, porque unió a dos partes de la ciudad. Quizá, de no haber sido por el fútbol nunca se hubiesen dado un abrazo”, dice Alfonso del Río en La Gabarra, uno de los elementos simbólicos de la novela y la ciudad, por supuesto. Un millón de personas celebraron desde las orillas del Nervión el paso de aquel Athletic de Clemente, que se proclamó primero campeón de Liga y luego de Copa, en 1984.

Esta novela mezcla todo lo que Alfonso del Río controla: el entorno de las leyes, que conoce como abogado de un bufete internacional -el escritor, como uno de sus protagonistas, está entre los mejores 40 abogados de España-; el poder y las operaciones financieras -José Luis Uriarte, uno de los padres del llamado Concierto Económico, lo ayudó a reconstruir muchos de los elementos de esa década- y, por supuesto, Bilbao, ciudad en la que nació y a la que ha querido convertir en protagonista absoluta de esta historia donde la ocultación y la verdad que emerge se convierten en las líneas de fuerza.

José Luis Uriarte, uno de los padres del llamado Concierto Económico, lo ayudó a reconstruir muchos de los elementos de esa década

La ciudad es un personaje dentro de la novela. Es el territorio literario del que se vale Alfonso del Río para ambientar y dar musculatura a esta historia de intriga. "Quiero que esta novela forme parte de la memoria sentimental de la ciudad", asegura del Río mientras su teléfono móvil no para de vibrar -él está de promoción, pero no por ellos los clientes del bufete dejan de reclamarlo-. Sobre ella despolitización de la novela -hay muy pocas alusiones al terrorismo de ETA en esos años-, Alfonso del Río zanja: es deliberado. No ha querido incluir ese elemento, dice sin atender demasiado a la repregunta. 

Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, Alfonso del Río tenía apenas tres años cuando ocurrieron los hechos que narra. Aunque asegura haberse sentido atraído siempre por “lo artístico”, una historia -dice él- daba vueltas por su cabeza. Sentía pura necesidad de escribir y sumergirse en otras vidas. Comenzó a esbozar La ciudad de la lluvia hace más de diez años, pero no fue hasta hace tres que la retomó. Así que acometió su empresa, que hoy adquiere forma final en un libro que el sello Destino describe como una de sus grandes apuestas para este año.

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