Hace tres décadas, ir al pediatra, pasar las tardes en el parque, preparar la merienda, acordarse de los cumpleaños, asistir a las reuniones del colegio o dar un abrazo a la salida de clase eran cometidos exclusivos de las madres. En 2025, aunque el reparto aún dista de ser equitativo en todos los casos, nadie pone en duda la participación y la implicación de los padres en todas las cuestiones relacionadas con la crianza de los hijos.
La distancia temporal y los cambios sociológicos que se han producido en estos años han servido al cineasta Borja Cobeaga para contar la historia de cuatro padres con un comportamiento un tanto desastroso que, vistos desde el presente, invitan al espectador a recordar cuál era su rol y en qué momento se encuentran ahora, eso sí, no solo desde la crítica, sino también desde la comprensión, la complicidad y la sonrisa sana.
Cobeaga, director de películas como Pagafantas (2009) o Negociador (2014), o series como No me gusta conducir (2022) o la reciente Su majestad (2025), refleja en esta película a unos padres "sin herramientas para trabajar la empatía con sus hijas", a quienes no les queda más remedio que acompañar a sus pequeñas ni más ni menos que a Berlín, donde asistirán a una competición de gimnasia rítmica.
Corre el año 1989 y estos padres, trabajadores de los Altos Hornos de Bilbao que se han quedado en paro recientemente y que viven paralizados ante su nueva situación, se ven obligados a afrontar su paternidad como nunca antes. Quim Gutiérrez, Juan Diego Botto, Iñaki Ardanaz, Mikel Losada, Laura Weissmahr, Ramón Barea y Sofía Otero, entre otros, componen el reparto coral de esta película, una road movie que sirve como manual del buen padre.
"Tenemos la visión de que se ha evolucionado, pero todavía quedan cosas por arreglar. En ciertos casos hemos pasado del padre ausente al padre muy presente, muy nervioso y padre helicóptero que está muy encima de su hijo", señala el director en una entrevista a Vozpópuli, con motivo del estreno del filme y de su puesta de largo en el Festival de Málaga.
"Una cosa buena del padre pasota es que te daban cierta independencia"
"Una cosa buena del padre pasota es que te daban cierta independencia", reivindica Cobeaga, quien llama la atención sobre esa sensación cada vez más común entre los progenitores de pensar "que todo lo que hace un hijo, lo hace bien", que lleva a muchos padres y madres a "reclamar la nota de un examen en persona y, si ha suspendido, en vez de decirle que estudie, le dices que el profesor le tiene manía".
"Ha habido una revolución de las malas madres, porque no pasa nada si no son perfectas. Cuando en el futuro nos ganemos los galones también podremos hablar orgullosos de que no somos los padres perfectos", señala Cobeaga, quien reconoce que esta película también se reivindica el derecho a ser "mal padre", al tiempo que pone de relieve que aunque se ha avanzado en muchos aspectos, aún quedan pendientes cuestiones como la "carga mental". "La película a la hora de abordar los 80 lo hace desde una perspectiva que muestra la transformación. No se vuelven de repente padres modelo", apunta.
Según explica el director, hay algo de autobiográfico en esta historia, aunque, más que su visión, esta película bebe de la experiencia de su padre. "Cuando era adolescente no entendía la paralización que tuvo, que no supiera reaccionar al quedarse sin trabajo. Con el tiempo, entendí que no tenía las herramientas para reaccionar ante una situación así", cuenta Cobeaga, quien no duda tampoco en mostrar fotos del Sestao de la época, o en incluir anécdotas de ficción sobre la presencia de ETA en la época.
La paternidad en el cine
Al mismo tiempo que presenta Los aitas tiene lugar el rodaje de Altas capacidades, película dirigida por Víctor García León (Selfie, 2017) y cuyo guion firma, que aborda la búsqueda de colegio por parte de los padres. "Es el reverso tenebroso de Los aitas, que es es super luminosa y tierna, mientras que esta es una comedia negra que me apetecía hacer por ser todo lo contrario. Ahí está otra vez la paternidad, la búsqueda de colegio, cómo proyectas en tus hijos tus aspiraciones", avanza.
Al igual que Javier Ruiz Caldera, que acaba de estrenar en los cines la cinta familiar Wolfgang, también se siente parte de una generación de cineastas que busca en la paternidad material para sus películas. "En mi caso particular, y también en el de Javi, hablamos ya de que estamos en la segunda parte de nuestra carrera, que ya no somos jóvenes cineastas que hacían comedias alocadas, sino que somos padres con hijos ya algo crecidos y que estamos listos para hablar de esto", señala.