El expresidente de Estados Unidos George W. Bush tuvo un lapsus en un acto en Dallas: hablando de la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha afirmado que “las elecciones rusas son manipuladas”, al tiempo que en dicho país "los opositores políticos son encarcelados o eliminados para participar en el proceso electoral", lo que resulta en la "ausencia de un sistema de control en Rusia y la decisión de un hombre de lanzar una invasión totalmente injustificada y brutal de Irak". Aunque no es raro que los políticos estadounidenses confundan los nombres de países y naciones extranjeras a las que hacen referencia —suele decirse que la geografía no es el punto fuerte de los norteamericanos—, las palabras de Bush representan de modo llamativo lo que viene a llamarse un lapsus freudiano, equivocación nada extraña en la boca de muchos políticos, como comprobamos de manera cotidiana leyendo Vozpópuli.
También es un fenómeno bien conocido en la política patria. En plena crisis económica y política del bipartidismo, hace algunos años, la política del PP Soraya Sáez de Santamaría dijo en rueda de prensa al establecer unas supuestas medidas anticorrupción que las suyas eran unas “medidas antiregeneración”; Pablo Casado hace no tanto tiempo afirmó que "la seña de identidad del PP es la corrupción"; Bea Fanjul dijo en mitin al aire libre que "Más vale malo conocido que bueno por conocer, eso es Ayuso"; también el entonces Ministro de Justicia Rafael Catalá concluyó en el congreso que “hay que seguir trabajando, sin duda, en la mejora de nuestro sistema de corrupción”; Ana Pastor afirmó, a su vez, que “es incompatible estar en política y ser honrado”; ya en palabras de Rajoy “lo que nosotros hemos hecho, cosa que no hizo usted, es engañar a la gente”, también “dije que bajaría los impuestos, y los estoy subiendo” o “quiero transmitir a los españoles un mensaje de esperanza: ETA es una gran nación”.
Aunque todos los lapsus aquí señalados han sido protagonizados por políticos del PP, otras formaciones políticas no carecen de los suyos. No podemos olvidar que Albert Rivera dijo en su momento que “la gente honrada, los hombres, tenemos que luchar juntos contra las mujeres" o José Luis Rodríguez Zapatero que dijo en lo relativo a la relación entre España y Rusia que “el turismo es un área económica preferente en la relación entre España y Rusia. ¿Por qué? Porque hay un gran incremento de turistas españoles hacia Rusia… por tanto, hemos hecho un acuerdo para estimular, para favorecer, para follar… para apoyar ese turismo”. El expresidente español del PSOE no podía dejar de evidenciar que la motivación principal de muchos de los turistas varones que viajan a Rusia es encontrar pareja o mantener relaciones sexuales con mujeres del país; relaciones que quizás no son capaces de mantener con mujeres de su propio país.
Lapsus políticos
Y, ¿por qué se llama a este tipo de errores lingüísticos lapsus freudianos? Pues porque son parte esencial de las tesis que Freud expone en su obra Psicopatología de la vida cotidiana (1901), uno de los libros más vendidos en vida del psicoanalista austríaco. En él afirma que este tipo de errores, aunque pueden deberse al cansancio y otras circunstancias, en gran medida simplemente sirven para exponer lo que el interlocutor piensa verdaderamente con respecto a un conflicto concreto. De este modo, la persona que cae en lapsus afirma por error aquello que piensa subconscientemente sobre un asunto. Se trataría, pues, de una interferencia del pensamiento subconsciente en relación con el discurso consciente. También conocido como 'El libro de los errores', Psicopatología de la vida cotidiana es un auténtico clásico del siglo XX, que alcanzó un público amplísimo, entre otras razones, por la sencilla de las ideas y por el tema tratado, en parte humorístico y verdaderamente universal.
El subconsciente de Bush parece reconocer abiertamente, quizás a modo de culpa reprimida, casi veinte años después, aprovechando que la historia parece repetirse hoy o
En el caso de la política, área donde la duplicidad y la hipocresía juegan un papel fundamental —algo que reconoce hasta la propia Ana Pastor, como hemos visto— no es de extrañar que se den tantos casos. El discurso político representa el discurso consciente por antonomasia, el discurso más superficial y convencional, minuciosamente examinado por un público atento a lo que dice la figura pública. En el caso del lapsus freudiano dicho discurso artificial y de diseño rasgado por la verdadera intencionalidad del orador que expresa, así, aquello que realmente piensa, frente a lo que se espera que diga. Según Freud, esa intencionalidad oculta puede ser un secreto incluso para el propio infractor, puesto que podría hallarse tal volición en un plano inconsciente o preconsciente para él o ella misma. En este tipo de casos, se trataría de ideas que, al haber sido reprimidas, luchan por hacerse conscientes e irrumpen en el discurso por la vía del error o la transgresión involuntaria.
En este último caso, Bush estaría reconociendo inconscientemente por vía del lapsus que su propia invasión de Iraq, de 2003, fue “totalmente injustificada y brutal”, una creencia que para muchos es más que evidente y que el subconsciente de Bush parece reconocer abiertamente, quizás a modo de culpa reprimida, casi veinte años después, aprovechando que la historia parece repetirse hoy —al menos a juicio de la mayoría— en otra parte del mundo.
Antonia Tobajas
¿Qué pensaría Freud sobre las motivaciones de un articulista que cita una auténtica avalancha de supuestos "errores freudianos" cometidos por políticos del PP, y se limita a citar un error intrascendente de un político del PSOE?