Cultura

Diego Ameixeiras: “El anarquismo siempre sobrevive. Es una constante histórica”

El escritor de novela negra ha publicado ‘Un anarquista’, la historia de un joven migrante gallego en Barcelona durante la Transición

La política no se limita a los debates en el parlamento, las campañas electorales o las leyes aprobadas por el gobierno. En realidad, la política está presente en cada rincón de nuestra vida cotidiana: desde las decisiones que tomamos al comprar un producto hasta las dinámicas de poder que se desarrollan en el trabajo o incluso en nuestras relaciones personales. Lo personal y lo político están profundamente entrelazados, al fin y al cabo, todo es política. De esta afirmación no se escapa ni siquiera la búsqueda de la propia identidad. Descubrir quiénes somos y cómo nos posicionamos en el mundo no ocurre en un vacío; está condicionado por las estructuras de poder, las normas sociales y las expectativas impuestas por nuestra cultura y nuestro entorno.

Con esta idea juega el novelista Diego Ameixeiras, Premio Nacional de la Crítica 2021, en su último libro ‘Un Anarquista’ (Al Revés editorial), en el que relata la vida de Diego Duarte un joven que llega a Barcelona en la primavera de 1977.

Tras la muerte de Franco la ciudad Condal se convirtió en uno de los epicentros de la actividad política. El nacionalismo catalán, reprimido durante la dictadura, resurgió con fuerza. Partidos de izquierda, como el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) y Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), junto con sindicatos como Comisiones Obreras (CCOO) y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), tuvieron un papel activo en la movilización de la población. Además, la legalización de partidos y sindicatos en 1977 permitió una mayor organización y visibilidad de estas fuerzas, que habían operado en la clandestinidad durante décadas.

Bajo este contexto social, político y cultural el escritor nos sumerge en una historia que recrea los sucesos más vibrantes de aquella breve primavera libertaria.

Pregunta: ¿Por qué decidió cambiar de la novela negra a la histórica?

Respuesta: Es verdad que esta novela es diferente a las anteriores, sobre todo porque es una novela histórica en cierto sentido, aunque bueno, no exactamente. Para categorizarla como tal hay que tener en cuenta los años que han pasado del suceso que se relata, pero creo que podemos decir que es histórica. Aunque no es una novela donde hay una una investigación social, sí que tiene algunos componentes del género: la presencia del crimen, los bajos fondos, sobre todo, de un personaje omnipotente como es el Estado; que es quién maneja los hilos.

Así que sí, es un giro respecto a mis novelas anteriores, pero yo siempre me he movido en esos ámbitos. En el de la marginalidad, la intriga, el misterio y en el de conocer la verdad que hay detrás de muchos ángulos de sombra de la sociedad.

P: Siendo gallego, ¿por qué eligió el periodo de la Transición en Barcelona para desarrollar su novela?

R: El protagonista, Miguel Duarte, es un joven gallego de 20 años que llega a Barcelona tras la muerte de Franco. Al final representa la vida de muchos migrantes, no solo gallegos si no de otras partes de España, que llegaron a la ciudad Condal durante esos años.

Es una novela que habla sobre la búsqueda de la identidad. Un joven que en su primera juventud intenta encontrarse. Busca sentirse cómodo y a gusto consigo mismo y con la sociedad que le rodea. Me interesaba ese contexto histórico porque tras la muerte de Franco la ciudad de Barcelona estaba en ebullición. Había muchas posibilidades de hacer política y yo quería retrasmitir esta idea a través de los ojos de un personaje que se siente absolutamente fascinado por esa ciudad y los cambios que se están dando en ese momento.

Al final, el protagonista lo que quiere es vivir experiencias al máximo, a pesar de ser muy tímido y que ha vivido muy retraído. Me interesaba jugar con el contraste de alguien que no acaba de encontrarse a gusto consigo mismo, que vivía en una ciudad pequeña y oscura. Sin embargo llega a Barcelona, una ciudad que le está llamando a que la viva en toda su profundidad.

P: En el libro aparecen varios personajes cuyos nombres corresponden con personas reales, como es el caso del protagonista. ¿Por qué eligió la figura de Miguel Duarte?

R: Quería crear un personaje que no acabase de encajar en ningún sitio. Alguien que está en esa edad en la que estás empezando a descubrirte como persona y, de repente, te encuentras en un trabajo y en una ciudad nueva. Es una persona que está en la meta de salida.

Además, en este caso en particular, Duarte está muy encerrado en sí mismo. Está prácticamente todo el tiempo muy angustiado, dándole vueltas a sus propios pensamientos, hasta que conoce a Montse, una estudiante barcelonesa que pertenece a la clase media con una vida mucho más estable y cómoda que la suya. A partir de ese momento es cuando Miguel siente que empieza a vivir de verdad, a través de esa historia de amor.

Luego está el tema político. Durante la novela empieza a adentrase y a conocer todo el movimiento anarquista, no por convicciones políticas, si no por encontrarse en un círculo de amigos que se mueven en esos ámbitos. Sin embargo, al final todos hacemos algo parecido a través de la música, la literatura, las aficiones... buscamos a otras personas con las que reconocernos y con las que sentirnos comprendidos. Y eso es lo que hace Miguel Duarte y lo que me interesaba mostrar.

P: En la última parte del libro habla de la "Operación Scala", ¿le ha sido fácil conseguir datos e información?

R: Lo primero a tener en cuenta es que esta es una novela ficcionada, aunque tiene una parte importante de crónica histórica. Puede considerarse una construcción o una descripción de algunos momentos de la Transición escritos desde el punto de vista del protagonista. Y el caso Scala está ahí detrás de toda la historia.

Para documentarme, sobre todo, hice trabajo de hemeroteca. Revisé periódicos y revistas de la época. Intenté ordenar todo el caso porque hay muchos ángulos oscuros que todavía no conocemos, y no sé si algún día llegaremos a conocer. Pero mi idea, ante todo, era hacer una ficción. También hablé con algunas personas que vivieron en esa época.

En la novela hay algún personaje real como el de Joaquín Gambin, al que se le conoce como 'El Grillo'. En realidad este es el único que no está ficcionado. El resto, alguno, coincide con nombres reales pero la historia que aparece en la novela no lo es. Lo que me interesaba con esta novela era hablar sobre la identidad, sobre cómo nos construimos las personas. El "Caso Scala" aparece de fondo para darle contexto histórico a la historia. Pero creo que aún queda pendiente una investigación más profunda sobre lo que pasó.

Yo me he permitido reconstruir los hechos y dar algunas respuestas a través de la ficción. Aunque a veces hacer esas cábalas nos permite acercarnos a la realidad. Esa es la magia que tiene la ficción.

Aún queda pendiente una investigación más profunda sobre lo que pasó en el "Caso Scala"Diego Ameixeiras, escritor
Pregunta: ¿Sigue Cataluña arrastrando alguno de esos problemas de la Transición?

Respuesta: Yo no soy historiador ni analista político, pero sí que creo que después del "Caso Scala" el anarquismo salió muy tocado. La percepción social empezó a verlo como un movimiento que había puesto muertos sobre la mesa, ese fue el resultado del "Caso Scala", y no hay que olvidarlo.

Sobre este tema se podría hablar mucho de las responsabilidades de todo lo que pasó. Pero es lo que decía, desde ese momento el anarquismo organizativamente dejó de tener la fuerza que tenía. Luego vinieron los congresos de la CNT. Tuvieron ese momento de tumulto interno. Pero creo que a día de hoy queda aún algo de todo eso.

En un momento de la novela se dice: "El anarquismo nunca muere. Es una constante histórica". Hay momentos de la historia en las que hay una mayor presencia en la calle, una mayor organización. Yo creo que aún ese sentimiento pervive. Obviamente las organizaciones están ahí y son visibles. Pero yo creo que sobrevive en el espíritu de la gente. Cuando alguien decide hacer algo y decide hacerlo sin permiso o la autoorganización, organizarse en asambleas... esas formas de hacer política. En ese sentido, el anarquismo sigue muy vivo en la sociedad. Lo que creo que no está tan viva es la memoria. La gente si le preguntas por el "Caso Scala", seguramente, no sepa mucho del tema. Eso tiene que ver, en cierta manera, con la amnesia que todos tenemos con lo que pasó hace 20 o 30 años. Son hechos relativamente cercanos, pero tenemos la percepción de que pasaron hace mucho más tiempo. Sin embargo las consecuencias siguen latentes hoy en día.

P: La novela apuesta por un estilo narrativo “rompedor”: no hay puntos y a parte, hay tres voces diferentes como narrador…

R: En el momento histórico en el que trascurre la novela, entre 1977 y 1978, ocurren muchas cosas. Están las jornadas Libertarias, el primer mitin de Federica Montseny... La efervescencia política iba a un ritmo muy acelerado y me apetecía contarlo de manera similar. Pensé que escribir sin puntos y a parte ejercía cierta exigencia al lector. Mi idea era provocar esa sensación de estar como en una especie de bosque del que no se puede salir. Necesitas seguir leyendo y avanzar para terminar "saliendo" de la historia.

Y las diferentes voces de la novela vienen de esa necesidad de contar, en ciertas ocasiones, los acontecimientos desde diferentes puntos de vista. La primera parte de la novela la voz es la de ese personaje misterioso, Miguel Duarte. Sin embargo, la última parte de la historia el narrador cambia y nos encontramos con la voz de varios anarquistas. Quería que fuera un símil, como si hablara el colectivo. Conocemos la historia a través de sus experiencias y sus valoraciones de los hechos históricos.

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