Entre los días 18 de diciembre y 10 de enero el coliseo madrileño ofrecerá 15 funciones de Don Giovanni, en una producción concebida por Claus Guth para el Festival de Salzburgo en 2008 y con la batuta de Ivor Bolton, director musical del Teatro Real y especialista en Mozart. Este será el cuarto montaje de Guth en el Teatro Real después de Parsifal (15/16), Rodelinda (16/17) y Lucio Silla (17/18).
Encabezada por un doble reparto, subirán a escena los barítonos Christopher Maltman y Adrian Eröd (Don Giovanni), los bajo-barítonos Erwin Schrott y Marko Mimica (Leporello), las sopranos Anett Fritsch y Federica Lombardi (Donna Elvira), los tenores Mauro Peter y Airam Hernández (Don Ottavio), las sopranos Brenda Rae, Adela Zaharia y María José Moreno (Donna Anna), y también Louise Alder y Marina Monzó (Zerlina), así como los bajos Krzysztof Baczyk y Cody Quattlebaum (Masetto).
Las funciones tendrán un aforo máximo del 65% (frente al 75% autorizado por la Comunidad de Madrid)
El montaje, patrocinado por Endesa, está ambientado en un bosque sombrío, por momentos sórdido o tenebroso, como reflejo de la psicología profunda de unos personajes enfrentados desde el primer momento al amor irracional, a la pasión y a la muerte, elementos que está presentes en la composición de Mozart y que Guth acentuó en el montaje creado para Salzburgo. Su versión del drama giocoso de Mozart es más sombría, está llena de drogas y salpicada de sangre.
La obra de Mozart se presentará por cuarta vez desde la reinauguración del Teatro Real: la primera en junio de 1999 con Daniel Barenboim y Thomas Langhoff; en octubre de 2005 con Víctor Pablo Pérez y Lluis Pasqual; y en abril de 2013, con Alejo Pérez y Dmitri Tcherniakov. El director de escena Claus Guth ha modificado varios detalles de la puesta en escena original y el Coro Titular del Teatro Real actuará con unas mascarillas diseñadas especialmente para cantantes
Para adaptarse a la normativa de seguridad sanitaria vigente, las funciones tendrán un aforo máximo del 65% (frente al 75% autorizado por la Comunidad de Madrid), habrá una butaca vacía interpuesta entre uno o dos asientos de la sala y se anticipará media hora el inicio de las representaciones de lunes a sábado, que comenzarán a las 19.30 h. Las de domingo se mantienen a las 18.00
De Tirso y Moliere a Mozart
Después del gran éxito en Praga de Las bodas de Fígaro, el empresario italiano del teatro nacional pidió a Mozart una nueva ópera. Optó entonces por Don Giovanni, el mito del seductor sin escrúpulos. A fines del siglo XVIII, este héroe y villano, que se caracterizaba por una marcada debilidad por las mujeres, apareció en varias obras y óperas desde su debut en la tragedia teatral El Burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630), de Tirso de Molina.
El argumento de la ópera se inserta en la leyenda popular, la cual gira en torno a un caballero, Don Juan, que intenta seducir a una dama de origen noble. El padre de la joven acude a defenderla y Don Juan lo mata. Luego, Don Juan se topa con la tumba del difunto e invita a su estatua a cenar con él. Este “invitado de piedra” se presenta en la cena y toma la vida de Don Juan como pago y castigo por fechorías.
Cuando Mozart aceptó la comisión del Teatro Nacional de Praga de componer una nueva ópera, el personaje de Don Juan ya era conocido en el ámbito literario y teatral, incluida una versión de Moliere publicada en 1965 con el título Dom Juan; ou, le Festin de Pierre (Don Juan o el festín de piedra). Para su anterior ópera, Le Nozze di Figaro, que había sido todo un éxito en el coliseo de esa ciudad, Mozart trabajó con Lorenzo Da Ponte, a quien eligió de nuevo como libretista.
"La leyenda del personaje de Don Giovanni es muy anterior al texto de Tirso de Molina, que lo fijaría como un arquetipo en plena Contrarreforma"
Tal y como asegura el director artístico del Teatro Real, “la leyenda del personaje de Don Giovanni es, seguramente, muy anterior al texto de Tirso de Molina, que lo fijaría como un arquetipo en plena Contrarreforma: un seductor incapaz de amar, que desprecia el cielo y es condenado a las penas eternas del infierno”. El Don Giovanni dieciochesco, asegura Matabosch, es pariente cercano del aventurero y escritor Giacomo Casanova –que acudió a la función e incluso colaboró con da Ponte en el libreto–. Esta visión inquieta menos por su desafío al Todopoderoso y a la «Ley divina» y fascina por su descarado libertinaje, su falta de escrúpulos, su espíritu dionisiaco y su obediencia exclusiva a la voz de su deseo.
Mozart incluyó elementos de versiones anteriores de la historia pero también añadió mucho contenido original que distinguió al personaje con respecto a otras versiones. El austríaco describió musicalmente la psicología de los personajes y rechazó darle a Don Giovanni una identidad propia. Su naturaleza es camaleónica y esquiva, que simplemente se adapta a cada situación. “Chispeante cuando corre el vino, cínico cuando canta una parodia de serenata de seducción, cortesano que esconde prudentemente sus intenciones entre aristócratas de su rango, brutal con su criado y con los campesinos” escribe Matabosch.
Caracterizado como un personaje patriarcal, marcado por sus privilegios y consciente del poder que le confieren, y al que no Wle importa condenarse para defender su libertinaje y su arrogado derecho a violar la moral humana y lo que se le antoje de lo divino”. El Don Giovanni de que propuso Guth para Salzburgo en 2008 y que se representa en el Teatro Real hasta enero de 2021 sitúa la acción en un sombrío bosque de abetos que responde al imaginario romántico de una naturaleza exuberante y maléfica, un lugar propicio para la sordidez y la corrupción moral. La puesta en escena modifica “la joie de vivre del Settecento” que le atribuyó al Don juan a lo largo del tiempo y reivindica los orígenes al regresar a la esencia contrareformista que recreó Tirso de Molina.