La misión espacial Ax-1 llegó a la Estación Espacial Internacional el pasado sábado tras más de 20 horas de viaje. A bordo de la cápsula Crew Dragon, el comandante de origen español Michael López-Alegría junto a otros tres tripulantes que han pagado alrededor de 50 millones de euros por orbitar durante ocho días. Además de observar atónitos la Tierra desde la nave también degustarán desde las estrellas el menú del chef José Andrés. Se trata de la primera misión espacial con una tripulación exclusivamente privada, que ha sido impulsada por Axiom Space, la empresa que ha llegado a un acuerdo con SpaceX, propiedad de Elon Musk, el hombre que siempre está dispuesto a pulverizar cualquier récord.
Apenas dos días antes del despegue, la plataforma audiovisual Netflix estrenó Regreso al espacio, un documental de 128 minutos de duración dirigido por los oscarizados Elizabeth Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin (Free Solo, Rescate en las profundidades), quienes narran las ambiciones cósmicas del magnate Elon Musk -recientemente nombrado el hombre más rico del mundo según la lista Forbes, por delante de Jeff Bezos- y su empeño en resucitar los objetivos de la carrera espacial estadounidense con su empresa SpaceX.
"La tierra es la cuna de la eternidad, pero no puedes quedarte en la cuna eternamente", señala en esta cinta el también fundador de Tesla y desde hace unos días el mayor accionista individual de Twitter. Sus testimonios se mezclan con imágenes de archivo, entrevistas y declaraciones públicas en ruedas de prensa, todo ello destinado a mostrar la cara más comprometida y exitosa del hombre más rico del planeta, que lleva más de dos décadas empeñado en expandir sus dominios más allá de la Tierra.
Lo que se vende como un "emocionante viaje" tiene poco de apasionante pero sí mucho de los peores trayectos. Más allá de los detalles sobre la vida, los orígenes y los cotilleos sentimentales en torno a Elon Musk, ¿a quién le podría parecer interesante su fijación en la industria aeroespacial y quién pensó que podría funcionar? El aburrimiento reina en cada minuto de al menos la primera hora de documental, que parece más interesado en alabar la figura del magnate y en seguirle en todas las ocasiones en las que acude preocupado, café en mano, a comprobar que sus ingenieros están haciendo un buen trabajo.
Elon Musk y sus excentricidades
Es una lástima que todas las proezas de SpaceX -entre ellas, haber logrado el primer viaje espacial alrededor de la Tierra con una tripulación totalmente civil- y su ambición por reducir los costes de los viajes espaciales con el objetivo de colonizar algún día Marte sean insignificantes al lado del ego de Elon Musk, que no ofrece ningún atractivo, al menos en este documental.
Lo cierto es que, y probablemente por la falta de emoción, Regreso al espacio no se resiste a retratar algunas de las excentricidades del millonario para darle un empujón al asunto, como aquellas ocasiones en las que se vio a Elon Musk fumar marihuana o beber whisky en pleno directo, al tiempo que recurre a la lágrima fácil al recordar algunas intervenciones emotivas ante la prensa, dolido ante la falta de apoyos en sus ambiciones espaciales. La sensación de vacío es absoluta.
Entonces, uno se pregunta si realmente no existe nada interesante qué contar de esta epopeya en la que participan todos aquellos elementos que nos hacían vibrar cuando éramos pequeños: astronautas, naves espaciales y cohetes. Llega la segunda hora y, por fin, la emoción, aunque no la suficiente para remontar el publirreportaje que el espectador ha tenido que aguantar hasta entonces.
Por fin, uno puede acompañar a los veteranos de la NASA Bob Behnken y Doug Hurley y a sus familias, vivir los días previos y, tras el lanzamiento, observar la intimidad de los astronautas: cómo hacen deporte, qué salas echan a su comida o cómo van al baño. A continuación, comprobar qué ocurrió con la epopeya de unos padres que viajan al espacio sin saber si podrán volver a ver a sus hijos -como les ocurrió a los tripulantes que murieron a bordo del transbordador Columbia en 2003-. "Qué plaga los documentales que tardan en ir al grano", comentaba hace unos días un periodista cinematográfico en Twitter. Sin ir más lejos, aquí tienen uno.