Esta es una historia de idas y venidas y comienza allá por el siglo XIX en un bosque de Estados Unidos cercano a los Apalaches. De aquel país provenía la preciada madera de roble que cruzó el Atlántico para convertirse en las barricas de los vinos de Osborne y hasta él ha vuelto ahora para disfrutar de una nueva vida convertida en guitarra. ¿Extraño? Sí, pero también maravilloso.
En la centenaria bodega de El Puerto de Santa María se preguntaban si sería posible usar la madera de aquellos toneles para crear un instrumento musical de calidad. La respuesta solo podía estar en la ciudad de Nashville, cuna de mil y un géneros musicales y sede también de la legendaria firma de guitarras Gibson. Hasta allí, y una vez superados mil vericuetos burocráticos, llegaron las duelas de barril que, poco a poco, fueron trabajadas para recuperar la veta de roble.
El siguiente paso debía consistir en escoger en qué modelo de guitarra se convertiría aquella madera, aunque había pocas dudas. Su destino solo podía pasar por transformarse en una Gibson SG, la icónica guitarra tocada por Angus Young o Pete Townsend cuyos cutways recuerdan irremediablemente a los cuernos del toro que sirve como icono de la bodega portuense.
El resultado es una auténtica joya de colección (tanto, que esta pieza única pasará a formar parte del futuro Museo del Toro de Osborne) en la que cada detalle está cuidado con mimo: pastillas bañadas en oro de 14 kilates, delicadas incrustaciones de madreperla entre los trastes del diapasón, un toro de Osborne pirograbado con hierro candente en la parte superior del cuerpo… y lo que es más importante, un sonido limpio e inconfundible.