A mediados de los 2000, la batalla estaba en los artistas. Los festivales peleaban por tener en su parrilla nombres como Beck, Arcade Fire, Radiohead, Neil Young y The Cure. Pescar bien en las agencias de Londres podría ser la diferencia entre triunfar y fracasar. Este año, de manera incipiente, parece que la batalla comienza a ser otra: presentar un precio bajo para volverse irresistible al público y situarse en un mercado cada vez más saturado. Benicàssim y la primera edición en España del Cosquín Rock (Fuengirola) pueden ser buenos ejemplos.
El veterano festival de Castellón, que fue pionero en importar el paradigma de la música hípster, cambió de dueños en 2019. Los nuevos propietarios son The Music Republic, una empresa en plena expansión que también se encarga de citas como Arenal Sound, Viña Rock, Granada Sound, Interstellar Sevilla y Madrid Salvaje. Hace unos días, el Festival Internacional de Benicàssim anunció su cartel y lo más comentado entre el sector no fueron los nombres que figuraban, bastante previsibles, sino el precio de los abonos. Comienza en 49 euros, hasta que se agote el primer cupo. “Se trata de una entrada irrisoria. En las últimas ediciones del festival, vender los abonos a 100 euros ya ponía en peligro la rentabilidad”, explica un antiguo miembro del equipo del FIB, que trabajó desde las primeras ediciones. Desde The Music Republic prefirieron no hacer declaraciones para este reportaje.
Calamaro en la Costa del Sol
Igual de sorprendentes son los precios del Cosquín Rock, festival nacido en Argentina hace 20 años y que ha experimentado un crecimiento sostenido en América Latina. Celebra su aniversario desembarcando en España, desde el jueves 30 de julio al sábado 1 de agosto. El cartel es sustancioso, con superventas como Andrés Calamaro, Fangoria y Amaral, además de mitos de la música argentina como León Gieco y Juanse de Los Ratones Colorados. Los precios actuales son demoledores: 25 euros el jueves y 35 los días restantes, 75 si compras el abono completo. Por ejemplo, un asiento para ver a Calamaro el próximo mayo en el Palacio de los Deportes va de los 35 hasta los 50 euros. Además, el cartel del Cosquín no está completo, quedan por anunciar dos nombres de primera fila del rock español y otros tres argentinos. Resulta imposible ver rock de calidad en castellano a un precio más barato.
Los festivales españoles han pasado de la escasez a la eclosión y del campo de patatas para locos de la música al recinto temático con gestión milimétrica
¿El motivo de esta estrategia de precios bajos? “Cada festival tiene un modelo distinto. Hoy los ingresos no están solo en la taquilla, sino también en las barras, en la concejalía de Turismo, en los patrocinadores privados y en la tienda de recuerdos, donde encuentran desde sudaderas a fundas del móvil. Diferentes promotoras despliegan diferentes estrategias, que difícilmente van a hacer públicas porque eso les hace vulnerables y da pistas a la competencia”, explica el responsable de contratación de un festival de Levante, que prefiere no dar su nombre. También es significativo que, en este contexto de saturación, la exitosa marca Sónar no se expanda creando más festivales sino apostando por un encuentro de creatividad y tecnología. Se llama Xside y se celebra a finales de febrero en Barcelona.
Rockeros en el Teatro Real
Se pueden encontrar muchas pistas sobre la evolución del mercado de festivales en la presentación de la programación de verano 2020 de Mare Nostrum Fuengirola, a la que asistió Vozpópuli. Se celebró el lunes 25 en el Teatro Real de Madrid, con presencia de Ana Mula, alcaldesa de la ciudad malagueña, y el periodista Joahnn Wald como maestro de ceremonias. Hablamos de un recinto a orillas del Mediterráneo, con capacidad para 18.000 personas y que incluye en algunos formatos el castillo de Sohail, que mandó construir Abderramán III en el año 956. La presentación del acto se abre con el responsable de tecnología, que detalla un completo plan de mejoras que dota al espacio con las soluciones más modernas para mejorar la experiencia de los usuarios. Resumiendo: los festivales españoles han pasado de la escasez a la eclosión y del campo de patatas para locos de la música al recinto temático con gestión milimétrica.
En los corrillos posteriores, se comenta la alta calidad del recinto y el recrudecimiento de la competencia en el sector
Su programación para el próximo verano es impresionante: desde Lenny Kravitz hasta Bad Bunny, pasando por el estreno del festival indie Luna Sur y el aterrizaje en España del Ultra Music Festival, que cuenta con los mejores discjockeys del mundo y con un escenario a cargo de Underground Resistance, el legendario colectivo techno de Detroit que inspira máximo respeto entre los devotos del género. En los corrillos posteriores, se elogia la alta calidad del recinto y se comenta el recrudecimiento de la competencia en el sector. Se nos viene encima un año de grandes triunfos y fracasos en el mercado de festivales.