Cultura

Juan Eslava Galán: "España es una democracia imperfecta: hay regiones privilegiadas”

El escritor acaba de publicar 'La Revolución Francesa contada para escépticos'

  • El escritor Juan Eslava Galán. -

En semanas como esta última, el mundo se tambalea, los líderes mundiales miran a Israel mientras ruedan los dados en los tableros geopolíticos. Cuando la Historia se acelera lo suele hacer patinando en litros de sangre y nunca nadie es capaz de entender las consecuencias finales que podrá tener un atentado, una invasión o una revuelta. La toma de la Bastilla del 14 de julio de 1789 en París no solo supuso un golpe en la mesa del momento, sino el derrumbe del Antiguo Régimen. No significaron cambios en las estructuras internas de un país, supuso un profundo bandazo en la Historia. Gentes, que unos meses antes no tenían derechos políticos, acabaron conquistando el poder y guillotinando al monarca de una de las potencias del momento. El escritor Juan Eslava Galán acaba de publicar La Revolución Francesa contada para escépticos, dentro de su saga de libros de divulgación que repasan acontecimientos cruciales como la Conquista de América o la Revolución Rusa.En una entrevista con Vozpópuli, analiza las implicaciones de la revolución hasta nuestros días, alerta sobre la islamización de Europa y denuncia la desigualdad territorial en España.

Pregunta. Su amigo Arturo Pérez Reverte siempre comenta que en España faltaron guillotinas “que le picaran el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas”. ¿Qué opina usted? 

Repuesta. En mi opinión hay que verlo en el contexto. Existía un Antiguo Régimen en virtud del cual había un estamento privilegiado, que era el rey, la nobleza y el alto clero, y todos los privilegios los tenía ese estamento. Todos los puestos oficiales, todo eso, se quedaba en ese estamento, no había ascensor social. Sin embargo, esa gente que no pagaba impuestos vivía de los impuestos de un pueblo aperreado que no tenía posibilidades de progreso. La Revolución Francesa acabó con todo eso, y, de algún modo, lo hizo en toda Europa. Las democracias occidentales, que mientras no se demuestre lo contrario, somos la parte que más ha progresado más de la humanidad, somos hijos de la Revolución Francesa, aunque sea indirectamente. 

P. En el caso concreto de España, ¿hubiera venido bien tener una guillotina en la Puerta del Sol? 

R. A lo mejor es excesivo pensar en una guillotina en la Puerta del Sol, pero ciertamente hubiera venido bien acabar con el Antiguo Régimen. Se acabó, pero con muchas dificultades a lo largo del siglo XIX e incluso del siglo XX.

P. ¿La Declaración de los derechos de los hombres es el mayor legado de la Revolución?

R. Pues yo diría que sí. Yo diría que sí, que ahí se sumariza el gran avance. El declarar que todos los hombres somos iguales, que todos somos ciudadanos, que todos estamos sujetos a derecho. Con los mismos derechos y las mismas obligaciones.

P. ¿El laicismo es otra de las principales conquistas? 

R. Sin duda alguna. Hasta entonces, había una connivencia entre delito y pecado. A partir de la Revolución Francesa, la religión pasa, o debe pasar, con muchas facetas, al dominio de lo privado. Y nosotros nos enfrentamos como personas iguales, si tú quieres tener una creencia, de acuerdo, pero no me la impongas a mí. 

P. Hablando del occidente y del laicismo, en una entrevista ha mencionado que dentro de 50 años Europa será islámica. 

R. Sí, claro, vamos camino de eso, sí. Es un paso atrás, sí. Es la destrucción de Europa, efectivamente. Porque el Islam no es incompatible con la declaración de derechos humanos.

P. Actualmente hay como un 5% de población musulmana en Europa, un 10% en Francia. Y las estimaciones más altas, por ejemplo, para 2050, hablan de un 15% de la población europea. No me salen las cuentas... 

R. Yo creo que son cuentas que están mal hechas. Porque los occidentales hemos dejado de tener hijos. Los occidentales tenemos perros y gatos, pero no tenemos hijos. Y sin embargo, el Islam tiene muchos hijos, y si están mejor económicamente, tienen más hijos. Esa es la diferencia. Me parece que fue un político argelino el que dijo: ‘Llegará el día en que conquistaremos Europa con el vientre de nuestras mujeres’. Es absolutamente cierto. 

P. En la última década el laicismo también se ha visto atacado por partidos conservadores cristianos, desde Estados Unidos a Europa ¿No puede ser esto también una amenaza para este laicismo? 

R. No, yo creo que no. Yo creo que eso será siempre minoritario. El laicismo es una cosa que nadie puede revertir, evidentemente. Pensemos en el pueblo español: hace 50 años se declaraban católicos practicantes, supongo que el 70% de la población o algo así. Ahora, según las últimas encuestas, me parece que es un 15% de la población. Y esto es progresivo. Así que que haya una minoría muy ruidosa que proclama lo contrario... 

P. ¿Y no cree que con la población musulmana pasará lo mismo tras varias generaciones en Europa?

R. Eso es lo malo, que no está pasando. En contacto con nuestras costumbres, ellos siguen manteniendo las suyas. Vienen huyendo de costumbres que intentan imponernos. 

P. Volviendo a la Revolución, Robespierre, dictadura, fanatismo, detenidos, ejecuciones... A lo largo de la historia parecerá una constante en las revoluciones del siglo XX.

R. Hay que verlo en el contexto de la Revolución francesa. La revolución desde el principio se sintió asediada y en peligro. Asediada por los regímenes monárquicos que la rodeaban y que invadieron su territorio. Los ejércitos de los reyes, que eran normalmente mercenarios, invadieron el territorio francés, España, por ejemplo, invadió el territorio francés; y dentro de Francia también había partidarios del Antiguo Régimen. Se sentían amenazados y lo primero que hicieron fue suprimir a esos partidarios del Antiguo Régimen que había dentro, que eran una amenaza  interna. Y quizás se excedieron en ello, guillotinaron a muchísima gente. Hay que verlo en el contexto de sentirse en peligro. 

P. Puede parecer una situación muy similar a la Revolución bolchevique, por ejemplo. 

R. Sí, de hecho, lo mismo se recordaba. La diferencia está en que después la Revolución bolchevique impuso una nueva aristocracia, que fue la nomenclatura comunista. Es decir, el pueblo siguió igual de aperreado, lo mismo que sigue, pero suprimieron la aristocracia y la sustituyeron con un partido político que era absolutista.

P. Hablando de contrarrevolucionarios, se acaba de estrenar en España, Vencer o Morir, ¿la ha podido ver? 

R. No la he visto pero estoy deseando verla. Es la del episodio de la Vendée. Dentro de la Revolución francesa había regiones en Francia que no solo era la Vendée, sino también toda Normandía y la Bretaña, que eran muy católicas y muy tradicionales, que tuvieron movimientos contrarrevolucionarios. Dentro de la revolución francesa, que sobre todo ocurrió en París, hubo muchos movimientos provinciales en contra de ella. 

P. En Francia ha generado un gran revuelo porque parte de la izquierda, incluido el partido Francia Insumisa, la considera propaganda de extrema derecha.

R. Como digo, no puedo juzgar la película porque no la he visto, pero digamos que los rebeldes de la Vendée, si tuviéramos que calificarlos ahora, serían extremistas de derecha. Se hacían bendecir por el cura e iban dispuestos a morir. Eran como los musulmanes que se hacen matar porque van al paraíso, fanáticos. 

P. Libertad era la primera de las palabras del lema revolucionario. ¿En 2023 estamos en el momento de mayor libertad de la historia? 

R. No, no estamos. La libertad hay que ganársela casi día a día. Y hay un movimiento, creo, que nos aparta de la libertad. Muchas veces no nos damos cuenta de la manipulación, de que somos objeto por los partidos políticos, por los centros de poder. Entonces, a pesar de que se nos llena la boca con la palabra libertad, yo creo que la libertad siempre está en peligro. Hay que ganársela día a día. Y no hay una voluntad occidental o española por la libertad. 

P. Esa amenaza contra la libertad que comenta, ¿quién la provoca? 

R. La amenaza, por ejemplo, el hecho de que creamos que somos una democracia y en realidad seamos una partitocracia. Por ejemplo, tú votas cada cuatro años, pero tu voto no es libre. Tu voto lo manipula un partido político al que has votado porque tiene las listas cerradas. Tú no votas a tu representante. El partido escoge por ti a tu representante luego. Tu voto no es libre. 

Usted acaba de cumplir 75 años. De estos tres cuartos de siglo que ha vivido, si lo separáramos en tres cuartos, desde su nacimiento hasta la transición, transición, año 2000 más o menos, 2000 hasta ahí, ¿en cuál ha habido más libertad? Libertad absoluta no ha habido en ninguno. Obviamente en el franquismo no la había. Después hubo una gran esperanza que fue la Transición. Pero la articulación de esa transición la hicimos de un modo un tanto defectuoso. Entonces, el ideal de la libertad es que tu voto valga lo mismo que el mío y tú no tengas privilegios, pues en España hay regiones privilegiadas respecto a otras y hay lugares donde un voto vale más que en otro. Es una democracia imperfecta y eso no tenemos que perderlo de vista. Y no hay muchas ganas de perfeccionarla, me da la impresión por parte de los políticos. 

P. ¿Sería partidario de una circunscripción única? 

R. Sí, por supuesto. Yo sería partidario de una democracia del estilo inglés. Pequeñas circunscripciones donde yo sepa a quién estoy votando, sea de derecha o de izquierda, a ver, qué se me represente en el parlamento. Y si no estoy de acuerdo con lo que él dice, no el partido, él, pues en las próximas elecciones votaré a otro. 

P. Pero incluso en esos modelos se acaba imponiendo el poder de los partidos. 

R. Evidentemente, es decir, los partidos son un mal necesario, pero la partitocracia es la perversión de la democracia. Una que se acerca a la perfección de la democracia es la inglesa y una absolutamente imperfecta es la española, aunque las dos se llamen democracia. 

P. ¿Qué hay de la igualdad?, ¿en este punto de la historia sí que estamos en el momento con mayor igualdad?

R. No, yo no veo la igualdad por ninguna parte. No somos iguales. Ante la ley se supone que somos iguales y tal, pero no. Si estamos pensando en España, hay regiones que son más iguales que otras. Hombre, comparándolo con otras etapas de la historia, claro, si nos remontamos al Franquismo, por supuesto, estamos mejor. Pero que todo es empeorable. 

Hay un feminismo exacerbado que está haciéndole sombra a un feminismo verdadero que es el que ha conseguido todo hasta ahora

P. Porque en esta igualdad de los revolucionarios dejaron de lado totalmente más de la mitad de la población, a las mujeres

R. En la Revolución francesa, la mujer entonces era un menor de edad en toda Europa, en todo el mundo. Era un menor de edad que estaba supeditado primero al padre, después al marido. La revolución eso no lo cambió, pero sí puso el germen para que eso cambiara. Cuando la revolución decía que todos los hombres son iguales, se refería sobre todo a los hombres, no a las mujeres. Después hubo una Declaración de derechos femeninos, que hizo una feminista, y efectivamente el feminismo es también consecuencia o el germen está también en la revolución francesa. No olvidemos que la revolución francesa en un principio la hacen las mujeres, no los hombres. La rebelión, las marchas sobre Versalles, todo eso lo hacen las mujeres. La mujer ha tenido que evolucionar más lentamente, pero en cualquier caso, en los países que se inspiran en la revolución francesa, que son los occidentales, la mujer ha evolucionado y casi llega ya a la igualdad con el hombre. Todavía queda terreno por recorrer, pero comparémosla con el estado de las mujeres en el resto del mundo. No hay color. 

P. ¿Es la conquista de los derechos sociales de la mujer el gran avance del siglo XX? 

R. Yo creo que sí. También es un avance que ha dependido de las guerras mundiales, cuando la mujer tuvo que hacerse cargo de los puestos de los hombres. Pero sí, yo creo que la única asignatura pendiente que nos queda en Occidente, aparte de mejorar ciertas democracias como la nuestra, la única asignatura pendiente y la más importante es la absoluta igualdad de sexos. Ese sería el objetivo. Porque considera que la mujer todavía no ha llegado. Sí, es cierto, todavía no ha llegado. Va al camino. 

P. ¿Por qué, a pesar de esta circunstancia, parte de la población rechaza el feminismo?

R. Yo distingo dos tipos de feminismo. El feminismo tradicional, que ha estado ganando puesto a puesto la posición de la mujer, que me parece muy respetable, y luego hay un feminismo que llaman feminazis, a mí no me gusta esa palabra, pero un feminismo exacerbado, por ejemplo, la ministra de Igualdad es una representante, que han conseguido modificar una ley que perjudica precisamente a la mujer. Pues ese feminismo está haciéndole sombra a un feminismo verdadero que es el que ha estado consiguiendo, digamos, batalla a batalla, todo hasta ahora. 

P. El último término del lema revolucionario: la fraternidad, ¿qué hay de la fraternidad en nuestras sociedades? 

R. Es el ideal que ya lo expusieron también los primeros cristianos, la fraternidad. La libertad evidentemente se puede conseguir relativamente, ¿no? La igualdad se puede conseguir si somos iguales ante la ley. La fraternidad es más difícil porque la fraternidad requiere un sentido de desprendimiento que no lo tenemos, francamente. Las personas somos egoístas y pensamos que si yo trabajo tengo más derecho que el que trabaja menos que yo. Eso es más difícil. Sin embargo, en Occidente hemos desarrollado sistemas de corrección de esas cosas que son el estado del bienestar. El estado del bienestar no llega a todas partes, pero si lo comparamos con otras civilizaciones hemos hecho grandes avances. Todo es relativo, pero hay que compararlo. 

P. Termina su libro con Napoleón, ¿cómo lo describiría en tres frases? 

R. Sin duda alguna, por una parte, tirano, fue un tirano. Pero por otra parte es una figura admirable de la historia. Y él exportó también la Revolución Francesa al resto de Europa. A pesar de que fuera un tirano, era un hijo de la Revolución Francesa y de la Ilustración. 

P. ¿Es el personaje más importante del siglo XIX? 

R. Sin duda alguna. La sombra de Napoleón lo expresa todo en el siglo XIX. 

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