Cultura

Kant sigue sufriendo el nacionalismo ruso

Este año se celebra el 300 aniversario del nacimiento del filósofo de Königsberg

  • Estatua vandalizada de Immanuel Kant en Kaliningrado.

El aeropuerto intencional de Kaliningrado lleva el nombre de Isabel Petrovna, más conocida por la historiografía española como Isabel I de Rusia, emperatriz que gobernó entre el 1741 y 1762. Posiblemente no les suene de nada, pero fue la monarca que controló el latifundio ruso durante la guerra de los Siete años, conflicto en el que Königsberg, ciudad prusiana, cayó en manos rusas entre 1758 y 1762. Cuenta la leyenda que en esos años, los vecinos de esta ciudad fundada por la Orden Teutónica en el siglo XIII, ponían los relojes en hora cuando el más metódico de sus paisanos, Immanuel Kant, salía a pasear.

Cuando los rusos tomaron la capital de la Prusia Oriental tenía fama de erudito, pero a Kant le quedaban un par de décadas para que se pudiera sentar en la mesa de Platón, Aristóteles, Santo Tomás o Descartes, y comenzara una nueva era en el pensamiento con su Crítica a la razón pura. El filósofo vivió toda su vida en Königsberg hasta el punto de no alejarse nunca más de 150 kilómetros, según aseguran sus biógrafos. Tal es el arraigo del pensador a su ciudad que el pensamiento automático de muchos al escuchar Königsberg sea “la ciudad de Kant”. 

Pero el hombre del ‘Sapere aude’, con el que animaba a cada individuo a saber, se topó 250 años después con la sinrazón del pensamiento nacionalista. Königsberg fue conquistada al final de la Segunda Guerra Mundial por las tropas soviéticas y desde entonces perteneció a la Unión de Repúblicas, primero; y a la actual Federación Rusa desde 1991, siendo rebautizada como Kaliningrado, actual nombre oficial de la ciudad. No solo la capital lleva ochenta años bajo dominio ruso, la cuna de Kant se encuentra en uno de los óblast de Rusia con un tamaño que supera los 15.000 km², dos veces la Comunidad de Madrid, y en un enclave especialmente estratégico para Moscú por darle salida al mar Báltico, en una zona rodeada por Lituania y Polonia, vecinos recelosos del imperialismo de Putin.

A pesar de que Putin sí que ha reivindicado al filósofo, el nacionalismo ruso, la gasolina intelectual del actual expansionismo putiniano, comenzó desde la década de 2010 a atacar la figura de Kant. Las pintadas en edificios y estatuas del filósofo habían aparecido desde el minuto 1 de la conquista soviética: “¿Alguna vez imaginaste que un "Iván" ruso estaría parado sobre tus restos?”, señalaba un grafiti de un soldado soviético tras la toma de la capital por parte del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. Pero ha sido durante los últimos años cuando los ataques ganaron mayor visibilidad. En 2018, a raíz de una encuesta para rebautizar el aeropuerto de Kaliningrado, estalló una ola de ataques contra la figura del pensador, con la vandalización de estatuas, placas y su tumba con acusaciones  de “rusófobo” y “traidor”. “Escribió algunos libros incomprensibles que nadie aquí ha leído y nunca leerá”, dijo en un discurso a sus marineros el vicealmirante de la Armada rusa Igor Mukhametshin. La ganadora de la encuesta terminó siendo la emperatriz Isabel, con la que comenzábamos el texto, símbolo de aquella primera conquista rusa de la región. 

Putin no tiene el más mínimo derecho de invocar a Kant

El 300 aniversario del nacimiento del filósofo, del que se acaba de cumplir un mes, ha tensado más el clima entre Berlín y Moscú. El canciller alemán recordó la incompatibilidad del pensamiento de Kant con las políticas de Putin: “La Ilustración y una guerra de agresión no son compatibles. El imperativo categórico y los crímenes de guerra no son compatibles”, “Ningún Estado tiene derecho a entrometerse de manera violenta en la Constitución de otro”, criticó Scholz la invasión de Rusia, para sentenciar: "Putin no tiene el más mínimo derecho de invocar a Kant”.

En el nudo argumental con el que Putin y sus seguidores han justificado la invasión de Ucrania, Anton Alikhanov, gobernador de Kaliningrado también metió a Kant entre los pretextos del ataque al considerar que tenía una “conexión directa con el conflicto militar en Ucrania”.  El 12 de febrero de 2024, Alikhanov declaró en una conferencia que “la responsabilidad de la reciente guerra" recaía nada menos que en el filósofo de la Ilustración. Kant, tenía una "relación directa con el caos global, el realineamiento global al que nos enfrentamos ahora"; sus obras contribuyeron a una -"situación social y cultural" en la que "Occidente ha violado todos los acuerdos que se habían alcanzado", dijo Alikhanov según informó Financial Times.

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