Josefa Flores González creció en una corrala del barrio malagueño de Capuchinos. Sin agua, sin luz y en condiciones infrahumanas, aunque recuerda aquellos años como una época feliz en la que río y jugó entre vecinos y familiares. Su infancia, sin embargo, se detuvo cuando con apenas ocho años empezó a trabajar, porque el sueldo de su padre no era suficiente. Entonces se convirtió en Marisol, una adulta y también un rostro familiar para millones de españoles.
Con 37 años decidió alejarse del mito y reivindicó, por un lado, su nombre y apellidos, Pepa Flores, y, por otro, una privacidad inquebrantable que no ha querido romper ni siquiera para recoger el Goya de Honor que la Academia de Cine le otorgó en la edición de 2020 y que recogieron, finalmente y ante la expectación del público, sus tres hijas. Ahora, un documental profundiza en este personaje, un mito viviente a pesar del silencio y que parece crecer a medida que pasan los años y el hermetismo se mantiene.
Blanca Torres es la directora y guionista de Marisol, llámame Pepa, una película presentada en la pasada edición del Festival de Málaga que ahonda en la "fascinación" que despertó en tantas generaciones, para lo que cuenta con testimonios que van desde la cantante Amaia Romero a la política Esperanza Aguirre, pasando por la abogada Cristina Almeida, el presidente de la Academia de Cine, el productor Fernando Méndez-Leite, la escritora Elvira Lindo, el productor Enrique Cerezo, la bailaora Cristina Hoyos o el fotógrafo César Lucas, responsable de las fotografías que se publicaron en Interviú, así como su hermana, Vicky Flores.
"Ella tiene un don inolvidable a su pesar y este documental sirve para representarla como lo que creemos que es: un mito nacional"Blanca Torres, directora
"Ella tiene un don inolvidable a su pesar y este documental sirve para representarla como lo que creemos que es: un mito nacional", ha manifestado Torres durante una entrevista concedida a Vozpópuli con motivo del estreno en los cines de esta película, que narra con voz en off ficcionada testimonios reales y desvela detalles desconocidos, como ese encuentro entre Amaia Montero y Pepa Flores en su casa, según confiesa en este documental.
La actriz y cantante participó durante los años 60 en varias películas de Luis Lucía Mingarro (Un rayo de luz, Ha llegado un ángel o Tómbola), mientras que en la edad adulta trabajó con directores como Carlos Saura, Mario Camus o Juan Antonio Bardem. En sus primeros años fue símbolo del franquismo, una etapa en la que creció en la casa de Manuel Goyanes, productor que dejó todo para dedicarse solo a una niña que aumentó sus ingresos exponencialmente. Ya con 37 años, decidió abandonar la esfera pública y huir de una exposición antes los medios por la que sus decisiones personales habían sido juzgadas sin pudor, como su relación con el bailarín Antonio Gades, con quien tuvo tres hijas.
Marisol fue uno de los muchos ejemplos de niños prodigio rodeados de cierta aura y que, en realidad, solo se trataba de niños con gran talento que procedían de familias pobres. "Fuera de la luz que irradiaba Marisol, un personaje que construimos todos, que nos iluminaba y nos hacía más felices, la otra niña, Pepa Flores, tuvo que acceder al trabajo muy joven para sacar a su familia de la miseria. Para ella y para otros niños prodigio no es fácil de asumir no haber tenido infancia", señala la directora.
Marisol y su "decisión inquebrantable"
Tal y como se ve en este documental y cuenta Torres, "Marisol se convirtió en un personaje 24 horas". "Iba en primera línea y llevaba a todos los niños españoles detrás, parecía esa amiga que todos querrían tener, e incluso ser ella. De mayor cuenta esta infancia en la que no tenía niños de su edad, no había infancia ni juego, solo se rodeaba de gente mayor", cuenta sobre la vida de esta actriz, que no encontró un "respaldo" cuando narró el peso que tuvo para ella esa vida.
Preguntada acerca del acercamiento a Pepa Flores, o incluso si ha llegado a ver el documental, Torres señala que el hermetismo es total con ella, aunque destaca que "los Flores son una familia muy amable y generosa", en la que uno puede imaginar "puertas cerradas" y luego, sin embargo, "no es así". En este caso, asegura que han tenido "mucha libertad" y Vicky, su hermana, se ha convertido en una voz muy importante. Pepa Flores, en cambio, "mantiene su lugar de anonimato". "Cuando más te acercas más ves que eso es así y que se trata de una decisión inquebrantable", concluye.