La joven escritora sevillana acaba de publicar su primera novela 'Animales pequeños' (editorial Tusquets), un relato salvaje que se alza como una declaración generacional. La autora nos guía por las vidas de tres mujeres marcadas por la desconexión, el desencanto y la búsqueda desesperada de autoencontrarse en una ciudad que parece devorarlas. La protagonista, Rita, se instala en Londres junto a Lis, su mejor amiga, tras graduarse en la universidad, buscando una aventura o quizás un futuro prometedor como el de su hermana mayor, Eva. Sin embargo, la vida en la capital británica se convierte en un laberinto de noches salvajes, drogas y sexo casual. Cuando Lis cae en una depresión incapacitante y Eva enfrenta una crisis que amenaza con derrumbar su vida perfecta, Rita se ve obligada a confrontarse a su propio caos interno y a revisar los recuerdos de su pasado para comprender qué la ha llevado a perder el rumbo.
‘Animales pequeños’ retrata de forma incisiva a una generación que no encaja, una juventud que se siente desubicada y resignada a su incapacidad de transmitir lo que siente. En esta conversación, la autora nos desvela los secretos tras sus personajes, el simbolismo de Londres como escenario y la complejidad de las relaciones humanas que articulan esta potente obra.
P. La novela trata temas como el vacío existencial, la alienación y las crisis personales. ¿Por qué eligió explorar estos temas?
R. Creo que, por una parte, debido a la experiencia vital, y también por el momento en el que se encuentra la protagonista y su amiga, incluso su hermana, ya que estas edades corresponden mucho a esa crisis existencial, como tú la has llamado, o esa sensación de no ubicarse en ningún lugar, ni siquiera dentro de una misma. Por ejemplo, Eva, que es la hermana de la protagonista, a pesar de ser mayor y tener una vida más formada y asentada, atraviesa algo en su vida, que prefiero no desvelar, lo que la sitúa en una situación de desequilibrio, al igual que a los demás personajes.
Sin embargo, no elegí la temática únicamente por la edad, los primeros años de la veintena, sino también por el momento en el que se encuentran las protagonistas, que es justo al terminar la carrera. Creo que ese es un momento también de quiebre, de tambaleo. Es un punto en el que, de repente, la vida “se pone seria”. Has pasado por la adolescencia, el bachillerato, has cursado la carrera… todo parecía estar planeado para ti. Sin embargo, al acabar, te lanzas al mundo por completo. Y si además, como Rita, no tienes muy claro qué quieres, qué buscas o qué te gusta, ese momento puede ser de un gran vértigo y caos. Si a eso le sumas que se va a Londres, una ciudad caótica, agresiva, que parece jugar contigo al despiste más que tú con ella, creo que esta combinación genera toda esa crisis de identidad que experimenta la protagonista. Aunque no necesariamente tiene que ser así; yo le he dado estas características, pero creo que son muy propias de la edad en la que ella vive.
P. ¿Cómo describiría el tono de la novela? ¿Qué buscaba transmitir con esa "economía de lenguaje quirúrgico"?
R. A mí me interesa encontrar la palabra exacta para decir lo que quiero decir. Tal vez por eso lo del lenguaje quirúrgico. También porque hay mucho de medicina en esta novela. Se habla mucho de médicos, de ginecólogos o del interior del cuerpo. Creo que es un libro que trata de diseccionar, compartimentar y entender las cosas a partir de cortar en pedacitos.
El tono lo han definido mucho como oscuro, y sí tiene sus partes de oscuridad, pero también tiene sus partes luminosas. Tira mucho del personaje de Rita, de momentos muy felices para ella. Entonces, tiene algo nostálgico de revisitar el pasado constantemente. Además, me interesaba que fuera una novela ágil. Creo que se puede leer rápido, incluso de una manera más superficial, que no tiene por qué ser negativa, o de una manera más pausada y profunda, que tampoco tiene por qué ser mejor que la otra. Me interesaba que fuera una novela con múltiples lecturas.
Respecto al tono, creo que es el que debía tener, el que pedía la novela. Esta es una novela que ha tenido muchos intentos de escritura, y una de las cosas que me permitió completarla fue encontrar este tono: partes de oscuridad, partes de luz, agilidad y revisitar el pasado.
P. Londres parece un personaje en sí mismo en la historia. ¿Qué representa la ciudad para las protagonistas y para usted como autora?
R. Yo creo que Londres es un caldo de cultivo para todo lo que vive Rita. En Londres se consumen drogas como si fueran golosinas. Hay mucha agilidad en el movimiento de personas, en el tránsito de personas. Hay muy poca permanencia, casi todo el mundo está de paso. Muy pocas personas, sobre todo en la situación de Rita, que está trabajando de camarera, se quedan más allá de los dos o tres años. Obviamente también hay muchos encuentros fugaces como tiene Rita con diferentes hombres, tanto amigos como no amigos, los encuentros sexuales que tiene, pero también este vínculo que tiene con su amigo Marek, que es transitorio pero también es importante.
Es un lugar en el que es muy fácil encontrarse desubicada y muy sola. Londres tiene algo que a mí me sorprendió muchísimo, que no la estoy poniendo como una ciudad terrible, yo también me lo pasé genial allí, conocí a muchísima gente muy divertida, gente que conservo todavía. Entre otras cosas, la novela no podría haber existido si yo no hubiera vivido allí. Pero sí es verdad que tiene algo muy extraño: es muy silenciosa. Es un poco escalofriante. Creo que esa imagen sale también en la novela, cuando la protagonista espera el autobús y el único sonido que se escucha es el de la lluvia chocando contra los chaquetones de las personas que están esperando.
Para mí, eso sí que fue un choque cultural. Ese silencio al final te acompaña, y si no tienes una red de apoyo, que yo creo que Rita, la protagonista, no la tiene, ese silencio se te mete dentro y te lleva a ser silenciosa también.
P. La novela retrata a una generación que no encuentra su lugar. ¿Cree que esta sensación de desconexión es algo generacional o universal?
R. Bueno no puedo hablar por todas las generaciones, evidentemente, porque no las he vivido. Nuestra generación si que vive un poco desencantada porque está complicada la cosa. Creo que es la manera más sencilla de decirlo. Pero sí es verdad que yo siento que es algo muy humano el sentirse con esas edades desubicado y perdido, sin saber muy bien a dónde vas a llegar ni lo que quieres. Creo que está totalmente justificado a esa edad no tener muy claro hacia dónde vas. Sí es cierto que algo que nosotros hicimos, que también hicieron otras generaciones, es esta huida hacia otros países y otras ciudades. Mi generación sí que ha vivido eso con mucha más asiduidad. Conozco mucha gente que se ha ido a Berlín, a Londres, a Madrid o a Barcelona. Pero sí es verdad que esta migración hacia otras ciudades más grandes, donde hay más oportunidades laborales principalmente, es una cosa que yo creo que ha ocurrido en todas las generaciones. Es posible que el desencanto que luego se encuentra Rita en la ciudad, y que yo en cierta parte también me encontré, sí pueda pertenecer más a nuestra generación. Pero creo que la huida en búsqueda de algo que luego probablemente no encuentres sí que es algo que nos atraviesa como seres humanos.
P. Rita, Lis y Eva enfrentan diferentes tipos de crisis. ¿Qué quería explorar con cada una de ellas?
R. La crisis a la que se enfrenta Rita, aparte de sentirse perdida, es que su amiga y su hermana, que son los dos pilares de su vida, las personas con las que ha crecido y a través de las cuales se ha definido a sí misma, de repente desaparecen o comienzan a desaparecer, o tienen sus propios problemas. Ese momento de tambaleo es lo que más afecta a Rita. Más que la ciudad de Londres, más que no sentirse cómoda con su trabajo o con la vida que tiene en este instante, sobre todo eso la mete en una crisis.
Por otro lado, lo que le ocurre a Lis me interesaba mucho abordarlo. Lis tiene una depresión muy profunda, que la tiene prácticamente inhabilitada. Rita dice todo el rato que es como si fuera una ameba, un protozoo, que no hace nada, solo está ahí. Me interesaba que eso fuera visto solo desde los ojos de Rita, porque me parece muy real. Es decir, existe muy poca información y conocimiento sobre lo que es una depresión. Además, hay todo tipo de depresiones. La que tiene Lis, que es incapacitante, no es la única que existe. He convivido con personas deprimidas, y no entendía qué les estaba pasando. Me costaba mucho preguntar, y a ellas también comunicarse. Luego he vivido una depresión yo misma, y entonces entendí la complejidad que eso tiene. Lo que quería tratar aquí era el desconocimiento brutal que tenemos en torno a ello, pese a que se está avanzando bastante.
Y, por último, Eva. Sin desvelar nada, que podría ser la única incógnita del libro, creo que Eva enfrenta el dilema entre lo que debe hacer y lo que quiere hacer. Está tan acostumbrada a hacer lo que debe, que cuando se le presenta esta decisión trascendental se enfrenta a un conflicto enorme. Es algo que creo que atraviesa mucho a las mujeres: siempre tomar la decisión correcta, lo que debes hacer, no lo que realmente quieres.
P. ¿Qué simboliza la relación entre Lis y Rita? ¿Y entre Rita y su hermana?
R. Creo que son partes de mí. No sé qué simbolizan como tal, pero sí son tipos de relaciones que yo quería explorar. A mí, sobre todo, me resultan muy interesantes estos vínculos. Rita y Lis tienen una relación ambigua, en la que para mí están enamoradas la una de la otra, o por lo menos lo estaban cuando se conocieron. Estas relaciones que se rigen mucho por la pasión tienen todo lo bueno de la admiración a tu amiga, como una relación de pareja. Se admiran, se quieren y se protegen muchísimo, pero también tienen todo lo negativo: celos, necesidad de posesión. Incluso, como dice Rita en ciertas ocasiones, querer "comerse" a la otra directamente. Esto es algo que está muy asociado a las relaciones de pareja, pero creo que ocurre en cualquier vínculo muy emocional y pasional. Me interesaba explorar y hablar de todo eso porque yo he tenido y tengo relaciones de amistad muy íntimas, en muchas ocasiones mucho más íntimas de las que he tenido con parejas. Esa idealización de la amistad nos lleva muchas veces a pensar que nuestras amigas y amigos van a estar ahí para siempre, pero eso no siempre ocurre. Al final, como en cualquier otro vínculo hay que cuidarlo, prestarle atención, escuchar y acompañar.
P. ¿Qué espera que los lectores sientan al terminar el libro?
R. Pues yo no espero nada en concreto. Lo que más me divierte de escribir un libro y luego que lo lea el público es la variedad de opiniones y experiencias que pueden ocurrir a lo largo de la lectura. Pero sí me gustaría que no se llevaran una sensación de demasiada tristeza. Creo que lo que he intentado hacer con mi libro es normalizar todo esto. Es decir, que estas experiencias, aunque dramáticas, como lo son para Rita en ese momento, son comunes. Es normal deprimirse, es normal sentirse perdido, es normal perder a una amiga, es normal ir a una ciudad y no encontrar lo que quieres y volverte a tu país de origen. Creo que es importante generar esa conversación, aunque sea de forma indirecta. Que se normalicen este tipo de temas y nos demos cuenta de que forman parte del día a día.
P. ¿Qué consejo le daría a alguien que, como las protagonistas, siente que no encaja o no encuentra su camino?
R. Que se relaje. Creo que Rita está absolutamente ansiosa, necesita controlar la situación, que es algo muy humano. No quiere perder a su amiga, que también es algo muy humano, pero su manera de actuar es no poder asumir que esto esté pasando. No puede asumir que se le va de las manos. Creo que hay momentos en la vida en los que las cosas se nos van de las manos, y hay que asumirlo. Este es un consejo que doy yo, pero también me lo tengo que aplicar a mí misma.
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