Él era un actor racional; ella, una intérprete intuitiva. Paul Newman y Joanne Woodward se conocieron en 1953 y no se separaron desde entonces. Todo en la vida les pareció posible y precisamente aquella idea les mantuvo unidos hasta la muerte de Newman, en 2008. Durante todo ese tiempo, formaron un matrimonio idílico, la unión más envidiada y deseada de Hollywood, que nunca más se ha repetido. Ahora, el documental de HBO Las últimas estrellas de Hollywood indaga en los secretos y las confesiones tanto de los protagonistas como del entorno más cercano de la pareja.
El actor, escritor y director Ethan Hawke ha recuperado las horas de entrevistas que él y su amigo Stewart Stern, guionista de películas como Rebelde sin causa, grabaron a amigos, compañeros y allegados de Newman, que más tarde pretendía publicar en unas memorias a partir de estos testimonios. Más tarde, el actor se deshizo de todo aquel material, en el que numerosas personas hablaron sobre la idea que tenían del intérprete. Sin embargo, tal y como cuenta Hawke en este documental, Newman no contaba con las transcripciones que hizo el propio Stern de aquellas grabaciones, y que han hecho posible tanto este documental como el libro póstumo que la editorial Libros Cúpula pondrá a la venta próximamente.
Una de las hijas de este matrimonio le pidió a Hawke durante la pandemia que dirigiera un documental sobre sus progenitores, la pareja que más brilló en el mundo del celuloide, por lo que se puso manos a la obra e invitó a decenas de actores a sumarse al proyecto, entre ellos George Clooney, Karen Allen, Oscar Isaac, LaTanya Richardson Jackson, Zoe Kazan, Laura Linney o Sam Rockwell, para dar voz a los testimonios de Elia Kazan, Sidney Lumet, Karl Malden, Sidney Pollack, Gore Vidal, Jacqueline Witte, Joanne Woodward o el propio Newman.
El resultado es una serie documental de seis capítulos que repasa algunos de los momentos más icónicos de sus vidas, y también algunos de los más íntimos, que en el terreno cinematográfico se traducen en 16 largometrajes juntos, tres producciones para Broadway y muchas otras para la televisión. Esperando a Mr. Bridge (1990), de James Ivory, fue su último trabajo juntos.
Ella me enseñó, me animó, me deleitó y experimentó conmigo. Soy su creación", señaló Paul Newman sobre la atracción sexual que despertó Joanne Woodward en él
Paul Newman y Joanne Woodward se conocieron en 1953, cuando ambos fueron elegidos como suplentes en la obra de Broadway Picnic. Él vestía un "traje de rayas" y tenía una "piel perfecta", tal y como lo recuerda Woodward. "Y lo odié", confesó. Más tarde, entre bastidores, ella le enseñó a bailar y despertó el apetito sexual de Newman, que por entonces estaba casado. Años más tarde confesó la atracción que despertó en él Woodward, responsable del nacimiento de su "lado sexual". "Ella me enseñó, me animó, me deleitó y experimentó conmigo. Soy su creación", dijo. Tal y como recuerdan sus hijos, en su habitación había una doble puerta, una de ellas con pestillo, y siempre se estaban besando.
No faltan entre los testimonios las palabras de su exmujer, la aspirante a actriz Jackie Wittie, de quien se separó tras cinco años de relación extramatrimonial con Woodward y con tres hijos de menos de cinco años. Una de las hijas de aquel matrimonio, Stephane Newman, reconoce en este documental no saber nada de todo el tiempo que su padre estuvo con otra mujer que no fuera su madre. "Mi madre también quería ser actriz. Toda esta historia es insoportable. Mi madre se divorció y Joanne ganó un Oscar", señala.
Paul Newman: persona "aburrida", actor "excepcional"
"Interpretar es como el sexo: debes hacerlo, no hablar de ello", señaló en una ocasión Woodward. El actor y guionista Gore Vidal, amigo íntimo de la pareja, señala que la principal diferencia entre ambos es que Paul Newman está "constantemente pensando", lo que "a veces le perjudica". La carrera de Joanne empezó rápidamente, a diferencia de la de Paul, que al principio se aprovechó de papeles pequeños que otros rechazaban. Incluso algunos hablan de cómo la muerte de James Dean en un fatídico accidente de tráfico le permitió protagonizar la película Marcado por el odio (1956).
Este documental, en el que también participa Martin Scorsese como productor ejecutivo y con su testimonio, Paul Newman se describe a sí mismo como "una persona muy aburrida, normal, con poca imaginación, ordinaria". Elia Kazan lo describe como "un actor excepcional" a quien, sin embargo, le "faltaba sacar algo". El actor no se veía a sí mismo como un "excéntrico", a diferencia de otros intérpretes, como John Huston o Marlon Brando, de quien se dice que pudo tener celos, y con quien no le gustaba que le comparasen.
Creo que Hud es un hito, por primera vez se representó el prototipo de chico malo americano sin ningún tipo de tapujos, no se hizo nada para que le cayera bien a la gente", señala el cineasta Paul Schrader
Sin embargo, aunque su carrera discurrió por caminos menos directos y con más curvas que los de su esposa, realizó, en palabras del cineasta Paul Schrader, "la actuación más importante de la historia del cine". "Creo que Hud es un hito, por primera vez se representó el prototipo de chico malo americano sin ningún tipo de tapujos, no se hizo nada para que le cayera bien a la gente, no se disculpa en ningún momento y al final no cambia de actitud", señala. Por aquella película, dirigida por Martin Ritt, recibió su tercera nominación al Oscar, un galardón que no consiguió hasta 1986 con El color del dinero.
El intérprete habló en muchas ocasiones del factor "suerte Newman" en su carrera, que empezó "por nacer blanco en Norteamérica en 1925 y, después, el físico". Se convirtió en un icono, en el deseo de todas las mujeres, las cifras en sus contratos sumaban ceros y su éxito no hacía más que crecer. Sin embargo, siempre se sintió un secundario al lado de Joanne Woodward,
