El pasado abril, la directora del Primavera Sound, Almudena Heredero, concedió una entrevista que llevaba el siguiente titular: “El Primavera Sound llega sin un euro de subvención”. Si leemos la charla completa, descubrimos que hay un matiz sustancial: “El festival como tal no está subvencionado. Requerimos colaboración institucional para proyectos vinculados, como el Primavera Pro y la movilidad, que es muy importante. Es necesario para desplazar al público en condiciones de comodidad y de fluidez”. Heredero no menciona la cantidad, pero la página web de la Comunidad de Madrid publicaba el pasado 25 de marzo que “el Consejo de Gobierno ha aprobado este miércoles un acuerdo con los organizadores para aportar 850.000 euros y lograr la presencia de Madrid como destino en relevantes mercados internacionales del sector”. ¿Es posible considerar que los transportes y accesos al festival no son parte del Primavera Sound y que tampoco lo es una feria profesional llamada Primavera Pro?
Un vistazo a las redes sociales del pasado fin de semana revela que la movilidad durante el festival fue un completo fiasco. La asistente Helen Santiago denunció en Twitter que su lanzadera estaba parada tras hora y media de trayecto Madrid-Arganda y que los viajeros habían sufrido por la falta de aire acondicionado. Adjuntaba imágenes de agobio y abanicos en el bus. También de personas abriendo las ventanas de emergencia para facilitar la respiración. Otro asistente, Lucas Varas, hablaba de “VTCs, lanzaderas y coches compartiendo unos accesos que están colapsados. Esto es demencial”, denunciaba en sus redes.
El sábado no fue mucho mejor. “Muy guay ver a Rosalía, Tokischa y Bad Gyal la misma noche, pero las dos horas y media de cola para salir de la Ciudad del Rock, de 5 a 7.35, fueron devastadoras. A las ocho aún quedaba mucha gente allí, y el recinto se cierra a las seis”, lamentaba el asistente Javier A. Fernández. La experiencia había sido parecida a la de Laura García Higueras: “Ha pasado una hora (de 5 a 6 de la mañana) desde que salimos del recinto del Primavera Sound Madrid hasta que logramos subir al autobús. Pésima señalización: nos hemos tenido que preguntar entre nosotros a dónde iba cada cola eterna”, explicaba. Otra asistente, Virginia Díaz, añadía que había tardado “cuatro horas en llegar a casa”.
También hubo mensajes de incredulidad y frustración de asistentes extranjeros. “Tardamos cuatro horas en el viaje de vuelta a Madrid, después de esperar una hora en la oscuridad para el bus a Plaza Castilla. El conductor nos dejó a todos en la estación de Arganda del Rey, que ni siquiera estaba abierta a esa hora. Mis amigos están meditando no acercarse siquiera al festival esta noche (sábado) para no tener que pasar otra vez por esta experiencia, lo cual es bastante lamentable considerando que ya nos perdimos el jueves por la cancelación (por la lluvia)”, compartía Charlie Love.
"¿Quién quiere invitaciones del Primavera Sound?"
Las críticas fueron tan duras que ya en la jornada del domingo la organización comunicó que no descartan abandonar la sede de Arganda del Rey para 2024 (sede que meses antes habían elogiado profusamente, destacando que tenía “muchísimas ventajas” por estar diseñada “específicamente para festivales”). El caso es que, leyendo las entrevistas previas, Heredero lanzaba consignas como “priorizamos la comodidad en esta primera edición” para que el sistema de lanzaderas “funcione como la seda”. Cuando cualquier periodista madrileño le advertía de lo complicado de la misión, les tranquilizaba con la siguiente respuesta: “Llevamos un año trabajando en el plan de movilidad con una empresa de ingeniería que son expertos en movilidad de grandes públicos para organizarlo de acuerdo a las distintas preferencias de horarios”. En una entrevista del pasado 27 de diciembre con Eldiario.es, Heredero llegó a afirmar que "estamos desarrollando un plan de movilidad que va a ser histórico". Al final igual lo fue, pero en el sentido contrario al que esperaban.
¿Ha estado el Primavera Sound a la altura de un Madrid acostumbrado a organizar cada semana acontecimientos culturales internacionales sin ningún problema de movilidad?
Aparte de esto, el festival tampoco ha sido un éxito de público. “Empezaron calculando vender 80.000 abonos, un mes antes de la fecha ya decían que 40.000 y quince días antes de que el festival arrancase dejaron de hablar de este asunto”, explica una fuente cercana al festival. Durante las semanas previas a la celebración, en ambientes la industria musical de Madrid, se hablaba de un reparto masivo de invitaciones gratuitas. ¿Algunos ejemplos? Un redactor veinteañero de revistas musical, que ni siquiera iba a cubrir el evento, terminó con 10 invitaciones de regalo. A la clase de un máster de gestión cultural llegaron 50 entradas. En el diario El País, las entradas fluían sin encontrar dueño. Se hizo un sorteo en la sección de Cultura y se animaron tan pocos redactores que todos terminaron recibiendo su abono. Periodistas de otras secciones comentaban todavía el jueves y viernes que no habían podido colocar entre sus amistades todos los pases que les habían facilitado.
“Mucha gente que pagó entradas tiene un cabreo serio por la alegría con la que han circulado estas invitaciones de las últimas dos semanas, como poco”, contaba un veterano periodista musical. El pasado domingo, la organización envió un eufórico comunicado de prensa, bajo el título de "Lo nunca visto", donde afirman que asistieron 42.000 personas el viernes y 48.0000 el sábado (información escondida al final del cuarto párrafo). Más allá de que los datos estén hinchados, como es costumbre en el sector, Vozpópuli preguntó a la organización por el número de entradas regaladas, pero denegaron la petición. "No te podemos facilitar esa información, pero tampoco creo que nadie dé ese dato nunca”, explicó el jefe de prensa.
Poco antes de que el festival abriese sus puertas, El Periódico de España publicaba un reportaje titulado "Las entradas del Primavera Sound Madrid cotizan a la baja en la reventa". El texto demostraba que en los últimos días resultaba sencillo conseguir pases por un 30 por ciento menos de su valor nominal. Los descuentos y entradas regaladas que ofrecían patrocinadores como el Banco de Santander y Pepsi también habían contribuido a saturar la oferta (y luego a podee inflar las cifras de público asistente).
Las preguntas sobre la primera edición del Primavera Sound Madrid salen solas: ¿Debe el festival rendir cuentas por el caos en el transporte de espectadores? ¿Tienen derecho los contribuyentes a saber el número de entradas que han regalado? ¿Se merece el festival otros 850.000 euros de dinero público en 2024 para garantizar una movilidad que vaya otra vez “como la seda”? Más importante aún: ¿ha estado el Primavera Sound a la altura de un Madrid acostumbrado a organizar cada semana acontecimientos culturales internacionales sin ningún problema de desplazamiento y agotando entradas sin regalos ni descuentos a gran escala?
Sor Intrepida
Si me preguntan que si quiero que mis impuestos sirvan para fiestas de amiguetes,en vez de atender necesidades sociales,la respuesta es NO.