Cultura

Gregory Peck: el actor tranquilo que sobrevivió a Hitchcock

El canal TCM estrena un documental sobre la vida y la carrera del actor en el 20º aniversario de su fallecimiento

  • Gregory Peck -

Una voz bonita, un hombre humilde, encantador, elegante y comprometido, tan tranquilo como abierto al riesgo y con mucha iniciativa tanto en su vida privada como en sus películas. Tratar de simplificar la personalidad y la imagen que el actor Gregory Peck cultivó en su vida en unas pocas palabras no es fácil, como tampoco lo es reducir en una sola película una carrera cinematográfica de más de 60 años.

Esa es la misión del documental Gregory Peck, el gran actor, una cinta dirigida por el francés Grégory Maitre, que estrena el canal TCM con motivo del 20º aniversario de su fallecimiento y que cuenta, entre otros, con los testimonios de, hijo de Audrey Hepburn, Sean Hepburn Ferrer, así como de su biógrafo Michel Senna.

Al comienzo de su carrera, el actor escribió una carta a su abuelo en la que le aseguró que nunca se plegaría al cine porque era un actor que pertenecía al teatro, tal y como recuerda en esta película Carey Peck, uno de sus hijos fruto del matrimonio de Gregory Peck con su primera esposa, Greta Kukkonen. Aunque ese era su sueño, pronto reconoció que era difícil vivir del teatro.

Aquel hombre apacible tuvo una infancia triste. Eldred Gregory Peck nació en La Jolla en 1916 y cuando aún era pequeño sus padres se divorciaron. Tras pasar una temporada en un internado militar fue a vivir primero con su abuela, hasta su muerte, y después con su padre, que hizo lo posible para que mejorara sus notas y pudiera convertirse en médico. En la universidad, y a pesar de ser un joven introvertido, fue reclutado para formar parte del teatro universitario, una actividad que marcó el resto de su vida.

"Gregory Peck estaba se estaba preparando para seguir las huellas de su padre, un farmacéutico, y creo que empezó a estudiar medicina, pero se unió en la universidad a un grupo de teatro y ahí se enamoró de la interpretación", cuenta el director de este documental

"Gregory Peck estaba se estaba preparando para seguir las huellas de su padre, un farmacéutico, y creo que empezó a estudiar medicina, pero se unió en la universidad a un grupo de teatro y ahí se enamoró de la interpretación", señala a Vozpópuli el director del documental.

Según recordó más tarde, cuando viajó a Nueva York dejó atrás aquella personalidad insegura. "Eldred subió al tren, pero fue Gregory quien bajó", señaló en varias ocasiones, según recoge este documental. En la gran manzana recibió clases de baile de Martha Graham y consiguió escapar del servicio militar al alegar una lesión de espalda.

Después de renunciar al teatro para probar suerte en el cine, Gregory Peck firmó su primer contrato para el rodaje de Días de gloria, de Jacques Tourneur, por la que recibió 10.000 dólares por el trabajo de diez semanas. Aunque aquella primera película no tuvo éxito, su compañero de profesión Cary Grant le aseguró que lo importante era triunfar al menos en dos de cada cinco proyectos, porque eso tendría como consecuencia buenos resultados en su carrera como actor.

Poco después de rodar a las órdenes de Tourneur llegó Las llaves del reino (1944), dirigida por John M. Stahl, y poco después se estrenó Recuerda (Spellbound, en su título original, 1945), que protagonizó con Ingrid Bergman, y en la que el artista surrealista español Salvador Dalí imaginó y creo una escena en la que recreó los sueños del personaje al que interpreta Peck, un director de un psiquiátrico que sufre amnesia.

Gregory Peck estaba acostumbrado a unas dinámicas de trabajo en las que la interacción entre el director y los actores era algo habitual y enriquecedor, pero se topó con Hitchcock, un regidor estricto y hermético

Gregory Peck estaba acostumbrado a unas dinámicas de trabajo en las que la interacción entre el director y los actores era algo habitual y enriquecedor, pero se topó en este proyecto con un regidor estricto y hermético en su forma de llevar a cabo sus proyectos. Sus ideas y sus contribuciones se quedaron, pues, en su cabeza, mientras que el célebre cineasta conseguía que se siguieran sus instrucciones al pie de la letra.

"Gregory Peck estaba muy confundido con esto, porque era la cuarta película de su vida, y había hecho mucho teatro antes, y aunque quería hablar con Hitchcock, él quería que hiciera exactamente lo que buscaba, pero él nunca antes había trabajado así con alguien, era algo nuevo para él", señala el director.

A pesar del éxito inmediato de esta película, 20 años después, el cineasta François Truffaut, durante unas conversaciones que más tarde se editaron en un libro, criticó la actuación de Gregory Peck y le transmitió que el resultado había sido "decepcionante".

Si bien aquel no fue el papel de su carrera, lo cierto es que, tal y como admite el entorno del actor, a partir de ese momento ganó más confianza, moduló su voz y consiguió humanizar sus personajes, e incluso logró desmitificar la vida del oeste con su papel en El pistolero, de Henry King, incluso a pesar de lucir un bigote que pudo suponer la pérdida de miles de dólares a sus productores.

Gregory Peck, un actor comprometido

Según señala uno de sus hijos en este documental, Gregory Peck era una persona "ambiciosa y con un objetivo claro en el trabajo", mientras que su madre no compartía la misma visión, así que poco a poco " se fueron distanciando", hasta que finalmente se divorciaron. Antes del final de su matrimonio, en 1952 vivió en Roma, Londres y París, donde conoció a su siguiente esposa, y en Europa también rodó una de las películas más importantes de su carrera.

Vacaciones en Roma (1953) se convirtió en la primera gran película tras la Segunda Guerra Mundial, pero también su incursión en un género, la comedia romántica, que se le había resistido hasta entonces. Tras trabajar con Audry Hepburn y descubrir sus grandes dotes como actriz, pidió a su representante que colocara su nombre junto al suyo en los carteles de su película y le advirtió de que aquella joven podría ser nominada. Efectivamente, tenía razón: con apenas 24 años ganó el Oscar a la mejor actriz. Desde entonces, mantuvieron una amistad inquebrantable.

Gregory Peck pasará a la historia por ser el ejemplo de un actor en el que la persona y el personaje se fusionan en busca, muchos casos, de una sociedad más justa

Más allá de la decisión de firmar a favor de la libertad de expresión y contra la caza de brujas de McCarthy en 1950, en la que aparecía el guionista de Vacaciones en Roma, que había firmado aquel proyecto bajo pseudónimo, Gregory Peck pasará a la historia por ser el ejemplo de un actor en el que la persona y el personaje se fusionan en busca, muchos casos, de una sociedad más justa.

"Fue un hombre sencillo y, más allá de la cámara, usó su fama para llevar sus creencias y llevar a cabo avances sociales. Fue un hombre verdadero", destaca sobre su compromiso con los derechos humanos el director de este documental, que se estrena este 12 de junio coincidiendo con el 20º aniversario de la muerte del actor.

Gregory Peck sintió la necesidad no solo de ser un buen ciudadano, sino también de llevar su compromiso también a su cine. Con su papel en La barrera invisible, de Elia Kazan, denunció el antisemitismo en la guerra, pero el papel más importante de su vida fue el de Atticus Finch en Matar a un ruiseñor (1962), la adaptación al cine de la novela homónima de Harper Lee. "Tenemos que hacer esta película", le dijo a los productores en cuanto terminó de leer el relato. La película contribuyó a concienciar a los ciudadanos sobre la discriminación racial y, solo un año después, de su estreno, Marthin Luther King pronunció su famoso discurso.

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