Cultura

C. Tangana, el himno del Celta y el talento para fundir tradición y modernidad

Más allá del triunfo total en el encargo, la canción nos habla de la creciente capacidad de C.Tangana para cerrar brechas culturales

Escuchas los primeros segundos de “Oliveira dos cen anos”, el himno que C.Tangana ha escrito para el centenario del Celta de Vigo, y ya sabes que lo ha dado todo en el trabajo. Esos compases de apertura aciertan con las dosis justas de silencio, solemnidad y seducción folk, mezclados con sonidos de tormenta y de gaviotas. “Creo que estoy enamorado, de tus dos ojos azules/ son como el color del cielo cuando se apartan las nubes”, dicen los primeros versos, si los traducimos del gallego al castellano. 

No es un himno que apueste todo al estribillo eufórico, sino -en palabras del propio autor- una de las obras más ambiciosas de su carrera. Suena tan moderno como podía esperarse, pero también muy pegado a las raíces, como muestra la decisión de invitar a artistas emblemáticos de la música de la ciudad como la Coral Casablanca, el grupo de pandereteiras As Lagharteiras y la popular peña celtista Tropas de Breogán, además de la banda Keltoi.

Escribir el himno de un club de fútbol suena como una cosa frívola, previsible y machacona. No lo es en absoluto: no existe nada más complicado que dar con la tecla de una emoción fraternal, pegadiza y universal. Lo consiguió El Arrebato con el himno del Sevilla, haciendo que muchos otros intentos similares sonasen pobres y sosos por comparación. Hoy tengo pocas dudas -ninguna- de que muchos clubes escucharán “Olivera dos con anos” y sentirán que lo que se canta cada semana en su estadio suena hoy,

por comparación, un poco más antiguo, desvaído e impotente. 

El himno se grabó en Vigo en la segunda mitad de marzo, tras una fase de investigación en la que participaron el escritor Pedro Feijoo, el músico Rodrigo Romaní (uno de los fundadores de Milladoiro) y Alfredo Dourado (miembro de otro grupo folk gallego, A Roda). El resultado suena emocionante, más aún enmarcado en las imágenes de la ría, el puente iluminado por las bengalas y los aficionados dándolo todo.

Tangana y las brechas culturales

Hay otro fragmento de la letra que merece la pena destacarse. “No sé si puedo vivir sin ti/pero eso me da igual/ no quiero probar”. Vivimos en un contexto de fuerte disolución de los vínculos sociales, por el que cambiamos de barrio, amigos y pareja más veces y más rápido que cualquier otra sociedad humana de la historia. Enfrentados a esa turbulencia antropológica, el amor a nuestro club de fútbol se ha convertido en la única relación que no estamos dispuestos a abandonar (ni siquiera a negociar una bajada de voltaje). De ahí la intensidad emocional que están obligados a reflejar. 

Tangana reconcilia extremos anatgónicos: la música urbana y la estética castiza, o la masculinidad tradicional con la vulnerabilidad emocional, o el sentimiento patriótico con las formas estéticas rabiosamente actuales

Más allá del triunfo total en el encargo, la canción nos habla de la creciente capacidad de C.Tangana para cerrar brechas culturales. Por ejemplo, este himno podrían cantarlo juntos, sin mucho problema, los seguidores de Chanel y los de Tanxugueiras que tanto discutieron hace dos años sobre quién merecía ir a Eurovisión. Es un tipo de milagro pop que caracteriza el talento de Tangana, que en su pasada gira también consiguió la hazaña de que decenas de miles de modernos se pusiesen a cantar “Noches de bohemia e ilusión” cuando entonaba un fragmento en su gira de El madrileño. Hasta entonces, esta y otras canciones de flamenquito que mezclaba con sus himnos se contaban entre los sonidos más odiados por cualquier hípster. 

Existen muchos méritos por los que C.Tangana ha dejado huella en nuestra música popular. Además, de una manera poco habitual, porque su obra marca una continua línea ascendente, en vez seguir la típica trayectoria de otros artistas, que es entregar dos discos potentes y luego ir apagándose poco a poco. El triunfo del cantante, convertido hace tiempo en estrella pop, está en reconciliar extremos que parecían anatgónicos, por ejemplo la música urbana y la estética castiza, o la masculinidad tradicional con la vulnerabilidad emocional, o el sentimiento patriótico español con las formas estéticas más rabiosamente actuales. Ahora mismo está en la cima de su carrera y cualquier paso que decida dar merece la máxima atención de cualquier interesado en la cultura pop. O en la cultura, así en general. 

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