La tercera parte de la saga familiar Padre no hay más que uno, de Santiago Segura, ha sido la sorpresa del año en la taquilla española, pero el próximo viernes llega a los cines una competidora que, a priori, tiene todas las papeletas para arrastrar al gran público a las salas de cine con una fórmula que funciona a la perfección y que está cocinada a base de calidad, algo de nostalgia, historias de amor adolescente y la música de Hombres G.
David Serrano, responsable de películas como la comedia Días de fútbol (2003) así como de varios musicales, es el director de Voy a pasármelo bien, una comedia musical ambientada a finales de los años 80 en Valladolid, donde Layla y David, dos adolescentes compañeros de clase, comparten su pasión por Hombres G, y también se meten en líos junto a sus amigos en más de una ocasión. Más de 30 años después se reencuentran: ella es una famosa directora de cine y él un librero en su ciudad.
Este proyecto, dirigido tanto a los adultos más nostálgicos como a los amantes de la música de Hombres G y a los niños y adolescentes, nació como un encargo, pero terminó siendo la película "más personal" de su director, según ha señalado a Vozpópuli. Si bien en un principio pensaron en realizar un biopic sobre los dos primeros años del grupo que pone la banda sonora a esta historia, que pasó "de estar en el instituto a convertirse en el más importante de España, entre 1985 y 1987", luego pensó en contar su propia historia.
La historia de los dos adolescentes que protagonizan Voy a pasármelo bien es la suya propia. Él es el David de la cinta y su primer beso se lo dio a Layla, solo que todo ocurrió en Albacete, y no en Pucela, y ella no se marchó con su madre a México, sino a Valencia. Lo cierto es que la primera cinta que se compró en su vida fue La cagaste, Burt Lancaster (1986), de Hombres G, en Galerías Preciados de Albacete.
Voy a pasármelo bien: castiza y local
Lo más valioso de esta cinta es esa naturalidad del elenco infantil, que ronda los 12 años. Junto a Raúl Arévalo, Karla Souza y Dani Rovira destaca la actuación de los niños Izan Fernández, Renata Hermida Richards y Rodrigo Díaz. A pesar de las apariencias, Serrano matiza que nada aquí es fruto de la improvisación, sino de un duro trabajo en el que puso en práctica todo lo aprendido durante sus últimos años involucrado en musicales, como Billy Elliot o Matilda. "Estuvimos cuatro meses formando a chicos de la película en canto, baile e interpretación", asegura, porque, tal y como explica, hasta los 15 años, los menores aprenden "por imitación y repetición" y "no tienen recursos para improvisar en comedia".
Además de esa aparente espontaneidad, la película hace gala de un acertado retrato de lo que consistía ser un niño a finales de los 80 en España. Aunque se trata de una coproducción con México y su protagonista femenina se muda allí, el equipo de la película optó por mostrar lo más castizo y local de la historia, para de este modo llegar mejor a Latinoamérica y que la cinta viajase mejor. "Cuanto más nos acerquemos a las cosas nuestras, peculiares, esas que no hay en el resto del mundo, mucho mejor. Sacamos las corralas, mostramos cómo era España en esa época", cuenta.
David Serrano cree que hay que ser un "valiente" para atreverse con un musical en España porque "requiere mucho trabajo". "Si una peli normal requiere dos o tres meses de preparación, un musical lleva dos meses más por lo menos. Ya no es solo preparar las coreografías, es cómo las vas a rodar o preparar los arreglos musicales, cómo trabajar con el coreógrafo y la cámara en paralelo", cuenta.
En cualquier caso, Voy a pasármelo bien puede considerarse un musical comedido, que solo cuenta con cuatro números -como referencia, Serrano señala que en La La Land hay cinco- y otros pequeños momentos de 15 o 30 segundos. "Es una película pensada para quienes no son fans del musical ni tampoco de Hombres G, no va a sacar de la trama a quien no le guste", asegura el director.
Lo cierto es que esta comedia musical, inspirada en películas como A Little romance (1979), Cuenta conmigo (1986) o la famosa trilogía romántica de Linklater -compuesta por Antes del amanecer, (1995) Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013)- cumplirá todas las expectativas porque es más auténtica y creíble de lo que nadie pueda esperar.