Algunos nacen para ser padres… y otros no. Otros llevan dentro la vocación de tíos, que en resumen consiste en disfrutar de todo lo divertido que conlleva tratar con niños y escaquearse de lo no tan divertido para dejárselo a sus padres, que para eso decidieron serlo. Ser tío implica excursiones al zoo, tomarse un helado, hacer grandes regalos en los cumples y llevarse todos los besos y abrazos del mundo porque a un tío se le ve poco y siempre en ocasiones buenas y además ni castiga, ni regaña.