Cualquiera que haya estado en el concierto del Wizink Center este viernes sabe que es un 'suertudo'. Afortunado por haber visto a un Alejandro Sanz grande, entregado y con ese sentimiento que se tiene cuando uno pasa un momento complicado. Como el que está pasando Sanz. Pasión y entrega no faltaron.
Como era de esperar, los alrededores estaban a rebosar de gente (muchas más mujeres que hombres, sin sorpresas). Unos minutos tarde empezó el concierto, el retraso del que sabe que puede hacerlo porque va a dar algo grande.
Fue un concierto redondo. Una banda estupenda y completísima (había de todo), un equipo técnico insuperable y un cantante más 'sentío' que nunca. Por destacar alguna cosa mejorable: el escenario se quedaba a oscuras demasiadas veces entre canción y canción. Quizá ya no es el joven de 20 años que se comía el mundo y ahora necesita pequeñas pausas. Te lo perdonamos, Alejandro. Y también tuvieron que pelear contra la difícil sonorización del Wizink; pero nada que no se pudiera solucionar.
Los que fueron el viernes no pudieron ver el tierno momento de su hija Alma en el escenario, agradeciendo las felicitaciones de cumpleaños y celebrando que "apoyaran tanto" a su padre. Pero sí vieron a Malú, que se volvió a subir a un escenario para acompañar a uno de sus padrinos en una de las noches más emocionantes de su carrera. Fue una decisión muy acertada. Malú estaba pletórica, perfecta, podría decirse. Empastaron como las mejores voces divinas en una preciosa versión de su mítico "¿Desde cuándo?".
En la música (en el arte en general) siempre pasa una cosa: nos centramos en la voz principal, en la estrella, en la voz cantante. Y nos olvidamos del resto, cuando son igual o más importantes. Su banda se merece el mayor de los reconocimientos. Como todo, es opinión personal, pero hubo dos momentos donde la emoción se podía tocar. Y los protagonizaron dos miembros de la banda: Mike Ciro con su espectacular (y se queda corto) solo de guitarra de eléctrica. Y Glenda del Monte, con su sublime solo de piano. Desde aquí, mis humildes tributos.
Tras el primer tema, el público ha asistido a un Sanz más intimista con 'Todo lo que fui es todo lo que soy', durante el que ha dejado ver su semblante melancólico tras las gafas. Al acabar, todo el Wizink ha coreado su nombre: "Alejandro, Alejandro". Pero de nuevo ha llegado la alegría con 'Deja que te bese', que ha desatado la primera ovación del público, tras hacer especial incisión en el verso "deja que te cuide".
Tras 'El alma al aire', 'Regálame la silla donde te esperé' y 'Hoy llueve, hoy duele', Sanz ha cantado la esperada 'Mi marciana', que el público ha celebrado enérgicamente. Aunque, tras las gafas, el cantante sigue teniendo una mirada algo triste. Tras el primer bloque, subió al escenario y tuvo lugar uno de los momentos más mágicos de la noche.
Después de 'La fuerza del corazón', 'Siempre es de noche' y 'Cuando nadie me ve', el público se ha sorprendido con una versión de 'Contigo', el conocido tema de Sabina. Pero todos los asistentes lo han cantado como un tema más del 'setlist' de Sanz, que ha desatado un aplauso en la estrofa "No quiero Madrid sin Madrid".
'Looking for paradise' ha sido el siguiente tema, y Sanz ha estado acompañado por una de sus coristas.
Después, ha llegado uno de los momentos más esperados de la noche, el momento culmen con sus grades temas: 'Corazón partío', 'Vivir deprisa', '¿Y si fuera ella? y '¿Lo ves?'. Sanz se ha quedado de pie, frente al público, con la mano en el corazón, y ha finalizado: "Viva la vida, viva la música y viva Madrid".