Después de la II Guerra Mundial, muchos jóvenes europeos y americanos, desencantados con la situación política de su país, emigraron, y provocaron que se extendiera el movimiento hippie en la década de los 60. Empezó en Estados Unidos, -hay quienes dicen que nace en San Francisco-, y después se extendió a Europa, a países como Londres y Ámsterdam; y a países de Latinoamérica hasta llegar a la India y Nepal.
Años más tarde se acaban instalando en Ibiza encandilados con su belleza, naturaleza y su clima. Muchos de ellos eran americanos que escaparon de la guerra del Vietnam, europeos hartos del consumismo y españoles que huían de la dictadura franquista. Algunos de ellos pertenecían a la aristocracia y una burguesía ilustrada que se sentían atraídos por la apertura de mentes, ideas y culturas.
La isla se fue llenando poco a poco de hombres con pelos largos y mujeres con vestidos de colores vivos y floreados. Se instalaron en casas en el campo en el interior de Ibiza, se agrupaban en comunas, improvisaban conciertos y organizaban eventos como los mercadillos. Su defensa del hedonismo, incluidos sexo libre y consumo de drogas, alarmaron a mucha gente. De hecho, las drogas acaban con muchos de ellos, ya que experimentaron la evolución del LSD a la heroína. La represión política también contribuyó a que desaparecieran paulatinamente. Sin embargo, su influencia fue decisiva en muchos aspectos sociales y desarrolló también un auténtico movimiento cultural.
Una estatua de bronce, instalada en agosto de 2016 en el puerto, representa el movimiento hippie de los años 70. Se trata de una escultura, donación de Ricargo Urgell, propietario del grupo Pachá, a la ciudad de Ibiza, a la que le debe el ser millonario. Se trata de una obra de la escultora Ció Abellí, que reprodujo en tres dimensiones una famosa imagen del fotógrafo catalán Toni Riera, tomada en 1972.
Los alemanes de la boutique Paula's
Aunque se dice que el movimiento hippie se acabó a principios de los setenta, todavía quedan algunos en distintas partes del mundo como ocurre en Ibiza. Sin embargo, se trata de una especie en extinción, unos supervivientes del turismo masivo. Por ejemplo, en Benirràs ya no queda un solo hippie auténtico aporreando el timbal como antaño.
El alemán Armin Heinemann, dueño de la mítica boutique Paula´s, y su socio Stuart Rudnick, vinieron a Ibiza, por separado, a principios de los años 70 con la intención de vivir aquí y desde entonces no la han abandonado. Heinemann, arquitecto de formación, vino a la isla divorciado y con sus dos hijos, Paula y Moritz, de 6 y 5 años, tratando de alcanzar la libertad, paz y amor; y por accidente acaba dedicándose a la moda.
En 1972, Armin funda la tienda Paula´s que se convierte en lugar de referencia en la isla por su decoración ya que el artista plástico Rudnick revistió todo el interior del local con flores. Ellos siempre vestían con estampados, sus diseños llegaron a servir de inspiración al mismísimo imperio Loewe y el pasado mes de mayo presentaron su colección 'Paula's Ibiza' para la conocida marca española.
Por su parte, Armin es además conocido por montar óperas desde hace más de diez años. El alemán sigue viviendo en una casa en medio del campo sin agua corriente ni luz y todo lo destina a sus producciones operísticas.
De bar a mercadillo: la evolución de Las Dalias
A pesar de que la esencia hippie casi ha desaparecido y en los últimos años se ha desarrollado el perfil de falso hippie, o piji-hippie, en el que hay más postureo que otra cosa, aún podemos encontrarnos con genuinos hippies en calas como Atlantis o Punta Galera, en caminos rurales de Ibiza y en los mercadillos hippies como el de Las Dalias. Éste fue en sus inicios un conocido bar creado por el agricultor y carpintero Juan Marí Juan, en 1954, que instaló después un salón de baile y se convirtió en lo más de esa época. El cura de Sant Carles incluso montó un cine en la parroquia para evitar que los fieles asistiesen al "pecaminoso" baile de Las Dalias.
En los años 60, en pleno apogeo de la isla, Juan comienza a ofrecer a los turistas espectáculo flamenco con barbacoa, un auténtico éxito. En los 70, los hippies del mercadillo de Punta Arabí comienzan a reunirse en Las Dalias, iniciándose una serie de jam session en las que participaban artistas de talla internacional. A ello se le suma la llegada de nobles, actores y cantantes que veranean en Ibiza.
En los 80, Juan le deja el testigo a su hijo Juanito, creador del mercadillo y gerente actual, que comienza a llevar a artistas españoles y extranjeros para que den conciertos. Por allí han pasado Barricada, UB40, Stan Webb, Nina Hagen, Baron Rojo, La Frontera, Los Rebeldes y entre el público, el mítico Bob Marley, Brian May, Ron Wood, Jimmy Page, Mike Oldfield o Bob Geldof, entre otros. Ir de vacaciones a Ibiza comienza a dar prestigio y los famosos encuentran aquí el perfecto anonimato.
Aunque Las Dalias ya no tiene el espíritu de antaño, queda su esencia y aún podemos encontrarnos allí a los pocos y auténticos hippies que residen en la isla desde hace más de 40 años. Estos tienen aquí sus puestos en los que venden lo que hacen: ropa o artesanía.
Aún hay hippies auténticos en Las Dalias
Una de las hippies auténticas que podemos encontrarnos a día de hoy en este mercadillo es la ex modelo suiza alemana Mora Schröder, que casualmente fue musa del los creadores de Paula's y vive en Ibiza con su marido Djin. Después de ser modelo pasó a diseñar sus prendas a los 40 años. Su ropa la han lucido famosos como Brigitte Bardot o Lenny Kravitz a Madonna o Shakira y contempló atónita como el mismo Jean Paul Gaultier se llevaba la mitad de su tienda mientras le decía que no le iba a copiar pero que le encantaban sus combinaciones y colores.
Mora cumplirá 79 años en septiembre de 2017, tiene cinco nietos y desde hace años regenta su propio puesto en el mercadillo de Las Dalias: “Llevo más de 41 años en Ibiza. A Las Dalias vengo todos los sábados, es mi día social, espero ansiosa este día porque me da la vida y me hace sentir bien”. Respecto a si nota cambiada Ibiza señala: “La isla ha cambiado mucho, hay mucha gente, demasiado de todo pero tenemos que vivir con el cambio. Yo no cambio. La gente dice que soy hippie pero soy como soy”. Por su parte su marido pretende montar un museo hippie en la isla.
Otro de los veteranos en el mercadillo de Las Dalias es el israelí Yaron Marko. Llegó a la isla en 1976 procedente de Ámsterdam y se ha convertido en una de las grandes atracciones del lugar, sobre todo para los niños, por los peculiares instrumentos musicales que vende.
En su puesto hay desde pequeñas ranas acústicas, búhos, elefantes o grillos de percusión hasta otros que él mismo fabrica como un ektara, un instrumento de cuerda muy simple utilizado en India, Paquistán y Bangladesh; un didgeridoo, un instrumento de viento empleado por los aborígenes de Australia, una guimbarda, un arpa de boca; o las campanas tubulares que suenan con el viento. En su casa ha llegado a tener más de 250 instrumentos.
El hippie pintor Poca Sombra
El francés Pascal Maurice André, conocido como Poca Sombra, -apodo que le pusieron los pescadores de Cala d'Hort por su extremada delgadez-, es otro de los míticos hippies de la isla. Es un ermitaño de es Broll de Buscastell, que viste con un gorro militar y vive de sus pinturas y exposiciones que suele hacer una o dos veces al año.
Pascal tiene 70 años y se define como un ser frágil y amante de los animales, de los que vive rodeado y a los que considera su familia. Hay de todas las especies y tamaños: gallinas, ocas, patos, varios gatos, un perro, una pareja de cerdos vietnamitas y tuvo también un burro. “Yo les gusto a ellos y ellos me gustan a mí. Nos queremos. Son mi familia. Tengo gallinas pero voy a comprar pollo al supermercado porque no quiero matarlas”, señala. Además explica el porqué de su estilo de vida: “Hablo con todo el mundo y me gusta estar con gente pero no aguanto vivir con nadie por los problemas que me dan. Necesito vivir solo. La soledad no tiene precio”.
Paco pertenece a una familia burguesa protestante de Roanne, cerca de Lyon. Fue criado en los mejores colegios y entre lujos. Estudió Ciencias Políticas en París pero era infeliz y entonces decidió recorrer medio mundo: “Estuve 15 años viajando por Asia, Sudamérica, África… con un dólar diario. La calle fue mi escuela pero me cansé de huir. Viajar es siempre escapar. Llegué a Ibiza en 1982 y eché raíces aquí”, explica.
El francés no suele salir de casa y sólo visita a su familia de Francia tres días al año. “Son unos ricos amargados que me llaman loco. Yo soy pobre, salgo poco y gasto poco pero estoy bien de salud y lleno de ilusión. Me dedico a hacer cosas que me gustan”.
Otros viven en las cuevas de las playas
Otro de los hippies, -diferente a los anteriores-, que podemos encontrarnos en la ibicenca Cala Saladeta es Miguel, de 65 años. Hace 30 años que dejó su pueblo natal de Olot y vive en una cueva que un pescador le cedió hace más de 20 años cuando le echaron de un piso en el que estaba de alquiler al darse cuenta los dueños que podían arrendarlo por una cantidad mucho mayor. En la cueva tiene lo justo, vive sin electricidad y tiene una pequeña cocina de gas.
Llegó a la isla por un amigo que le propuso crear un restaurante pero éste no gestionaba bien el dinero y un día le dio por querer recorrer el mundo, cerró el local y se lo alquiló a unos franceses. Tras quedarse sin trabajo comenzó a hacer chapuzas en barcos y tareas de mantenimiento gracias a los conocimientos que adquirió de joven de electrónica y carpintería. A esto se sigue dedicando y cuando no hay nada, sale al mar con el barco que se compró hace varios años.
A Miguel le confunden con un vendedor de droga y le molesta que la gente no entienda el concepto de playa salvaje y se pongan a jugar a las palas o a tomar el sol unos encima de otros en unos diez metros cuadrados. Anhela vivir sin nadie alrededor como antes cuando podía estar desnudo y campando a sus anchas. Este hombre solitario, sin hijos y que no ve a su familia desde hace años, tiene un pensamiento antiglobalización y critica el modo de vivir de la sociedad actual. No tiene banco, ni tarjetas de crédito y tiene un teléfono móvil antiguo, sin Internet, sólo para recibir llamadas.
La vida de estos hippies nada tiene que ver con la Ibiza actual y de hace unos años, conocida más que por sus playas por sus fiestas y música electrónica donde pululan las drogas sintéticas por doquier. El deseo de no olvidar a los míticos hippies de la isla, rememorar este movimiento y su filosofía de vida ha llevado al director Agustí Vila y su equipo a grabar la película documental ‘Dream Songs’, que se rodó el año pasado en Ibiza y verá la luz dentro de poco.