La llegada de la primavera en el mes de marzo trae consigo muchos cambios en el bienestar general: un aumento gradual y destacado en la temperatura que afecta al ritmo circadiano, una segregación menor de melatonina o serotonina o incluso la camuflada astenia primaveral. A día de hoy, todavía hay discusión sobre si esta última mencionada debe ser considerada o no como un cuadro patológico en sí que debe ser tratado. Sea cual sea la respuesta final, lo cierto es que al llegar la época precedente al verano casi la mitad del total de la población empieza a presentar síntomas propios de esta afección.
Concretamente, tal y como señala la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), aproximadamente un 40% de los españoles es susceptible anualmente a la astenia primaveral, afectando principalmente a niños y ancianos, quienes son más vulnerables a los efectos físicos producidos por los cambios ambientales de esta estación. No obstante, diversos estudios afirman que también existe una prevalencia mayor en mujeres al estar estas directamente relacionadas con cambios hormonales.
¿Qué es la astenia primaveral?
Este tipo de trastorno adaptativo, así lo cataloga la tendencia de la medicina, se caracteriza, entre otros factores, por una sensación general de cansancio, falta de energía, dificultad para concentrarse, una disminución notable del apetito sexual o trastornos del sueño, etc. Además, la astenia primaveral puede ser también consecuencia de un déficit de micronutrientes, por lo que es factible disminuir su huella con una dieta rica en vitaminas, minerales o antioxidantes.
El grado en el que afecta esta afección perenne en la sociedad es subjetivo, ya que estará relacionado con el reloj biológico de cada persona. Según la tolerancia a los cambios de estaciones tan dispares, por lo tanto, se desarrollará en mayor o en menor medida. No obstante, un apunto común sobre la astenia primaveral es que esta tiende a ser autolimitada, es decir, supone menor problema a medida que avanza la primavera. En este sentido, lo normal es que la sintomatología no sea muy grave y dure unas pocas semanas.
Es por eso por lo que muchos médicos no llegan a catalogarla como una enfermedad, puesto que no suele poner en graves apuros a los afectados. En caso contario, lo lógico es acudir a un centro para que el caso sea valorado. En este sentido, la propia SEMG refleja que entre un 10% y 20% de estos pacientes acuden a consulta en las primeras semanas de marzo con síntomas de astenia primaveral.
Por otro lado, pese a que se trata de algo común, la investigación científica tampoco ha establecido aún sus causas exactas, por lo que tampoco está recogida en las clasificaciones internacionales de trastornos mentales. Ejemplo de ello es el que propone la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien no incluye la astenia primaveral como enfermedad dentro de su reconocido y prestigioso Catálogo de Clasificación Internacional de las Enfermedades.
¿Qué hay que hacer para evitar la aparición de la astenia primaveral?
La astenia primaveral se debe, fundamentalmente, a la coincidencia de una serie de factores ambientales. Por ejemplo, destacan el cambio de tiempo (incluyendo la subida y bajada de las temperaturas y de la presión atmosférica), el aumento de las horas de luz diurna, el cambio de horario o la modificación de la rutina diaria, en relación a todo lo que tiene que ver con los horarios de sueño y de comidas o el aumento del tiempo de ocio, entre otros.
No obstante, lo importante es que todas estas circunstancias inducen en el organismo humano una serie de mecanismos que alteran la regulación de los ritmos circadianos mediante un cambio en la secreción de determinadas hormonas, como las endorfinas, cortisol o melatonina. Estas alteraciones ocasionan, a su vez, una disrupción en los ritmos biológicos que deben adaptarse a las nuevas condiciones ambientales: más exigentes en el consumo diario de energía. Es como si el organismo despertara de un largo proceso invernal, como ocurre con las marmotas anualmente.
Para hacer frente a la astenia primaveral, ciertas entidades proponen acelerar el proceso de adaptación del organismo con la adopción de una serie de medidas, sin olvidar que no existe un tratamiento específico para minimizar sus síntomas. Sanitas es uno de estos ejemplos, lanzando seis consejos para tener en cuenta durante los primeros días de marzo. En resumen, el equipo de Sanitas anuncia:
- Anticiparse al cambio que se realiza en primavera y adaptar la rutina diaria a la nueva hora antes de que éste se produzca.
- El ejercicio físico moderado ayuda a acelerar este proceso, la liberación del estrés y la conciliación del sueño, entre otros.
- La alimentación será una de las claves: menos alimentos hipercalóricos y mayor presencia de frutas y verduras frescas.
- La correcta hidratación también es muy importante. Con la subida de temperaturas, el organismo necesita más líquidos.
- Mantener las rutinas del sueño, ya que la astenia primaveral afecta, entre otras muchas cosas, a la secreción de melatonina.
- No tomar vitaminas. La automedicación nunca es buena, pero en este caso, puede perjudicar a la salud por un exceso de estas.