Cuando visitamos al ginecólogo, no debemos sentir ningún tipo de vergüenza para contarle y preguntarle aquello que nos ronda por la cabeza. La educación sexual debe ser concebida como un must durante la primera infancia y la adolescencia de cualquier mujer. Lamentablemente, todavía existen casos de mujeres que no se atreven a dar el paso para compartirlo con su médico especialista cuando sufren algún tipo de dolor, picor o molestia que les impiden llevar una vida normal. Esto debe cambiar, pues es nuestra salud íntima la que está en juego.
Belén Gómez, ginecóloga en el Hospital Infanta Leonor, nos explica que “debemos ser conscientes cuando visitamos la clínica de nuestro médico de cabecera, de la importancia de que compartamos todo lo que nuestro cuerpo experimenta y, más concretamente, nuestra vagina. En la consulta no puede haber miedos ni vergüenza. Pues esta será la única forma para que nuestro doctor pueda diagnosticar adecuadamente nuestra afección, tratarla con medicamentos o, directamente, derivarnos a un especialista en Ginecología para abordar la situación”.
Para la doctora, “la secreción vaginal atípica puede ser síntoma de un desequilibrio bacteriano, una infección, una ETS o, en raras ocasiones, cáncer de cuello uterino. Es importante acudir al ginecólogo para llevar un control periódico y poder anticiparnos a cualquier afección”. De igual forma, siempre será positivo compartir lo que nos ocurre en nuestra zona íntima con nuestra madre, amigas o compañeras de trabajo, puesto que al poner en común nuestra afección, será muy probable que las mujeres de nuestro círculo puedan orientarnos con su experiencia, para así encontrar una solución a nuestro problema vaginal. Pero siempre, siempre, debemos acudir al médico para que nos haga un diagnóstico certero.
Cuándo ir al ginecólogo
No hay una edad concreta en la que deberíamos hacer la primera visita ginecológica. La Sociedad Española de Ginecología (SEGO) aconseja incluso realizar la primera visita en la adolescencia, antes de mantener relaciones sexuales, pero la realidad es muy diferente: solo el 54 por ciento de las menores de 24 años ha ido alguna vez al ginecólogo, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Es recomendable hacerlo cuando ha aparecido la primera menstruación, que suele ser entre los 13 y los 15 años.
Aunque te encuentres bien -es un gran error pensar que si estamos bien no tenemos que hacernos revisiones periódicas-, es recomendable acudir al menos una vez al año de forma rutinaria a tu ginecólogo para que lleve a cabo las revisiones y pruebas necesarias según tu edad y situación de salud y mantener así controlados posibles problemas como el cáncer de útero o el cáncer de mama.
Obviamente, si notas algún cambio en tus menstruaciones, tienes sangrados irregulares o fuera del periodo en el que tienes la regla, sientes dolores, molestias, picores o algo que no está dentro de lo habitual, debes siempre acudir a tu especialista para que haga un diagnóstico. Recuerda que la prevención siempre es fundamental para cualquier tema de salud.
Qué no debes guardarte en el ginecólogo
Para que un especialista en Ginecología pueda realizar su trabajo adecuadamente, es decir, diagnosticarte, deberás ser sincera ante todo. Tu ginecólogo no va a juzgarte por tus dolencias, ni por tus síntomas ni por tus hábitos sexuales. Si ocultas este tipo de información en la consulta, lo único que conseguirás es perjudicarte a ti misma, ya que así dificultas que el ginecólogo desarrolle su labor de diagnóstico.
Si no le compartes toda la información relacionada con tu zona íntima, será imposible que puedan evaluar tu caso como realmente se merece. Por ello, siempre debes ser sincera en la consulta, eliminar todos los tabúes, y no ocultar ningún tipo de información relacionada con:
Embarazos y abortos. El ginecólogo debe conocer tu historia médica si es la primera vez que acudes a ese doctor. Explícale abiertamente si has tenido algún embarazo o problemas para concebir.
Fechas y duración de tus últimas reglas. Es importante que tu médico conozca si no has tenido la última regla o si has tenido algún retraso en la menstruación. Aunque de primeras podemos pensar que podría tratarse de un embarazo, hay otros factores que pueden causar que tu periodo se interrumpa que van desde el estrés en un momento determinado a un desequilibrio hormonal que es conveniente controlar.
Prácticas y hábitos sexuales. El médico no está ahí para juzgarte. Cuéntale si tuviste relaciones sexuales sin protección, ya que algunas enfermedades de transmisión sexual no presentan síntomas. También es bueno que sepa si sientes dolor al mantener sexo o si has sangrado en algún momento al tener relaciones o si tomas algún tipo de anticonceptivos.
Incontinencia urinaria. Esto también es importante que el doctor lo conozca para recomendarte qué tratamiento seguir o qué pasos debes dar. Ya lo sabes, el autodiagnóstico y la automedicación nunca son buenos compañeros de viaje si hablamos de salud.
Disfunción sexual. Puede que sientas molestias, que hayas notado tu libido por los suelos o que te encuentres agotada para mantener relaciones sexuales. Si es algo que se alarga en el tiempo, es bueno que lo consultes con el ginecólogo para que él evalúe si se trata de alguna disfunción sexual o no.
Dolores, picores y molestias. Puede tratarse de una ‘simple’ infección de orina que se trata con antibióticos o puede derivar en algún problema de mayor gravedad, por lo que cualquier síntoma que tengas, siempre es mejor que lo consultes con tu doctor o ginecólogo.
La importancia de la higiene íntima
La higiene íntima es clave para una buena salud en el caso de las mujeres. Gómez nos recuerda que “las duchas vaginales, salvo en determinadas ocasiones recomendadas por un ginecólogo, están completamente desaconsejadas. En condiciones normales, se recomienda el lavado de la zona íntima una vez al día”. De igual forma, se puede usar algún gel específico para esa zona que “te ayudarán a mantener la salud vaginal y los niveles ideales del pH, ya que un gel de higiene íntima tiene un pH más ácido, agentes limpiadores más suaves y además está testado bajo control ginecológico”.