La necesidad de aprovechamiento y la búsqueda del reciclaje son, en multitud de ocasiones, las responsables de descubrir segundos usos y multitud de posibilidades para un mismo objeto o elemento. Es lo que ocurre con el laurel: con la medicina aún por desarrollar y unas creencias completamente distintas a las de hoy en día, la planta comenzó a utilizarse con fines medicinales.
Pero ser beneficioso para el sistema respiratorio o digestivo -facilitar la digestión es una de sus propiedades- no son los únicos beneficios de la planta. Su uso se puede extender también al hogar: bajo la almohada para mejorar la viveza de los sueños, en la despensa para proteger los alimentos de la aparición de insectos, y ahora también en una tercera estancia: el baño, y concretamente, la ducha.
Sin llegar a tocar el agua
Los ambientadores disponibles en tiendas y supermercados tienen ciertos contras: elementos químicos, en ocasiones perjudiciales para los más pequeños, problemas con la humedad o el calor o el deterioro del envase son algunos de ellos. Pero al utilizar un pequeño ramo de laurel, todos estos pequeños problemas desaparecen, además de resultar más económico.
Son muchos los trucos y las costumbres que podemos adoptar para huir de los malos olores, pero si hay un buen ambientador, natural y sencillo de utilizar es esta pequeña planta. Tan solo será necesario un elemento más para tenerlo todo listo: un pequeño cordel. Colgar un ramillete de esta planta cerca de una fuente de agua será clave para que su aroma inunde la estancia, siempre sin llegar a mojarse.
El lugar ideal para colocar el pequeño ramo es la ducha: no molesta, no se moja, y recibe de forma directa el vapor desprendido por el agua caliente. Su aroma también puede tener propiedades relajantes, tanto es así que es posible adquirir aceites de laurel por sus propiedades analgésicas y sedantes.