Es bastante frecuente que el verano no se lleve bien con los oídos. Se trata de un periodo del año en el que pasamos más tiempo en el agua, ya que hace calor y nuestro cuerpo nos lo pide para refrescarnos. Es una época de frecuentes baños en el mar, en la piscina, en el río, a lo que hay que añadir un aumento de la humedad ambiental. Es decir, se trata de una época en la que son más notables las otitis y otras afecciones de oído. Pero en la que el aire acondicionado también juega un papel importante.
“Durante el periodo estival tenemos una gran demanda asistencial de procesos óticos infecciosos, llegando a suponer hasta el 50% de nuestra actividad”, afirma el especialista en otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud Torrevieja, Bernardo Galvan.
Y es que, según justifica, en el periodo estival, aumenta el riesgo de infecciones de oído de novo y propicia sobreinfecciones bacterianas en pacientes con patología previa, como son los portadores de drenajes transtimpánicos, sobre todo, en niños, pacientes con perforaciones timpánicas y con cavidades de mastoidectomía.
El problema del aire acondicionado
Por si fuera poco, durante el verano los sistemas de aire acondicionado someten al organismo a cambios bruscos de temperatura que pueden oscilar entre los 35 y los 40 grados, pudiendo originar diversas enfermedades como catarros, cefaleas, contracturas musculares, rinitis, faringitis, laringitis, otitis, etc.
“La mucosa nasal se encarga de calentar y de limpiar el aire que llega a los pulmones. Sin embargo, cuando los sistemas de refrigeración tienen una temperatura demasiado baja, las mucosas no pueden realizar bien su función, lo que obliga a respirar por la boca. Esta situación provoca que el aire frío llegue directamente a la garganta, a la laringe y a los bronquios, provocando su inflamación”, mantiene el experto de Quirónsalud..
Los sistemas de aire acondicionado someten al organismo a cambios bruscos de temperatura que pueden oscilar entre los 35 y los 40 grados
De esta manera, el doctor sostiene que recibir el aire frío directamente en la cabeza, en la espalda, o en los hombros, por ejemplo, puede provocar cefaleas o contracturas musculares. “El mal uso del aire acondicionado puede afectar negativamente a nuestra salud. Lo ideal sería intentar mantener la temperatura alrededor de los 23 o 24 grados. La calidad de las instalaciones, las revisiones periódicas y su mantenimiento, así como un uso razonable de las mismas son factores de gran importancia para evitar estos problemas de salud”, advierte.
El especialista de Quirónsalud destaca también que en las zonas con clima cálido y húmedo el uso del aire acondicionado ha cambiado el trabajo, la actividad y la calidad de vida de sus habitantes. Si bien apuesta por hacer un uso razonable de las temperaturas, la ventilación periódica de los espacios, el mantenimiento de la humedad ambiental, la hidratación frecuente o evitar recibir el frío directamente como recomendaciones para su buen uso y así evitar complicaciones.
El problema de las otitis
Así y todo, en el verano son más frecuentes las otitis, siendo el dolor su principal síntoma. En concreto, el doctor Bernardo Galván indica que se trata de una inflamación que tiene lugar derivada de una infección en el oído medio o en el oído externo.
“Una otitis puede ser originada por bacterias u hongos. La otitis media suele ser secundaria a un cuadro catarral, mientras que la otitis externa suele deberse a la sobreinfección de heridas del conducto auditivo externo, frecuentemente causadas por el uso de bastoncillos de algodón u objetos punzantes. Es esta una peligrosa práctica que hay que evitar siempre, ya que puede provocar lesiones en algunos casos permanentes”, explica por su parte la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL).
Cómo se resuelven
El experto de Quirónsalud Torrevieja subraya que la gran mayoría de estos procesos infecciosos se resuelven con un tratamiento tópico antibiótico con o sin control por el especialista en Otorrinolaringología.
Sin embargo, sí resalta que en ocasiones surgen complicaciones locorregionales, y en menor medida sistémicas, que impiden que un tratamiento estándar tópico resuelva el problema. “En estos casos, la presencia de linfedema, de celulitis de los tejidos blandos, de esfacelos epidérmicos y de microabscesos del conducto auditivo externo, estenosan dicho conducto impidiendo la llegada del tratamiento tópico al mismo, y provocando en consecuencia la mala evolución del proceso; caracterizado por un dolor ótico progresivo y de predominio nocturno”, agrega.
En estos casos seleccionados con evolución tórpida es necesario realizar una limpieza del conducto auditivo externo para eliminar secreciones, esfacelos, detritus epidérmicos o microabscesos, permitiendo la llegada del tratamiento tópico, añade el doctor Galván.
A veces se precisa la colocación de un material fungible (oto-week) en el conducto para facilitar la resolución del proceso infeccioso. “En otras ocasiones, este tipo de procedimientos los desarrollamos en casos de otomicosis difusas del conducto auditivo externo, otitis medias crónicas reagudizadas con otorreas activas, o sobreinfecciones de cavidades de mastoidectomía”, resalta el otorrinolaringólogo.
Cómo prevenir las otitis
Desde la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL) aconsejan a la hora de prevenir el dolor de oídos la consecución de unos buenos hábitos para cuidar de nuestra salud auditiva:
- Evitar el uso de bastoncillos de algodón para limpiar los oídos.
- No bañarse en aguas sucias o contaminadas.
- Después del baño (diario, en piscinas o en el mar) secar bien y con delicadeza el pabellón auricular, sobre todo a los niños.
- Tratar resfriados y alergias para evitar complicaciones
- Evitar ambientes ruidosos, así como las fuentes continuas de ruido.
- Proteger bien la zona auricular ante las bajas temperaturas.
- Para los menores evitar ambientes con humo de tabaco, al ser este un factor potencial para las inflamaciones de la mucosa de la nariz, así como del oído infantil.