La última gran cumbre climática, la COP26, celebrada en la ciudad escocesa de Glasgow, ha servido para que los líderes mundiales de 196 países más la Unión Europea pongan en común sus avances en la lucha contra el cambio climático y lleguen a algunos acuerdos esperanzadores. El objetivo: acelerar el tránsito hacia un nuevo modelo económico, basado en la sostenibilidad medioambiental, que evite que la temperatura media del planeta no aumente más allá de 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales.
Los grandes titulares de la COP26 no son sino el reflejo de los esfuerzos que empresas, administraciones públicas y ciudadanía llevan ya años realizando en materia de sostenibilidad. Unos esfuerzos colectivos e individuales, bien encaminados pero insuficientes para lograr hacer virar el modelo. Aún queda mucho por hacer. Estos son algunos de los vectores que conducen hasta la sostenibilidad.
Uso de los recursos naturales
Vivimos en un planeta con unos recursos naturales limitados que tenemos que repartir entre una población en aumento. De acuerdo a las estimaciones de la ONU, en 2050 habitarán en la Tierra 9.700 millones de personas, una cifra que podría dispararse hasta los 11.000 millones a finales de siglo. Proporcionar alimento, agua y productos de consumo básicos para esa ingente población pasa, necesariamente, por hacer un uso más racional de los recursos naturales del planeta y de las materias primas.
La sobreexplotación de los recursos naturales de la Tierra es un problema crónico que parece fundamentarse en la creencia de que la madre naturaleza es capaz de regenerarse de forma instantánea. Pero nada más lejos de la realidad. Según estimaciones de la organización ecologista WWF, de continuar con el ritmo de consumo actual, en 2030 necesitaremos casi tres planetas para poder abastecer a la población.
De continuar con el ritmo de consumo actual, en 2030 se necesitarán casi tres planetas para poder abastecer a la población.
La organización, Global Footprint Network creó en el año 1970 El día de la Sobrecapacidad de la Tierra, una especie de contador del nivel de recursos naturales que, a partir de una serie de indicadores, marca el punto exacto del calendario en el que el planeta agota los recursos que es capaz de regenerar por sí mismo en un año. En 2021 ese límite de nuestro crédito planetario se agotó el 29 de julio, es decir, que vamos a vivir “de prestado” durante cinco meses hasta el 31 de diciembre.
Tecnología aplicada al reciclaje, nuevos materiales
La economía circular es la baza que aporta el mundo de la industria y el comercio a la mejora de las condiciones climáticas. Este modelo económico plantea sustituir el clásico esquema lineal de 'fabricar-consumir-tirar' por un nuevo enfoque circular basado en la reutilización y el reciclaje. Su objetivo: reducir la contaminación, la huella de carbono y el consumo de recursos naturales que supone el abuso de las materias primas primarias en los procesos de fabricación.
Para lograrlo, la economía circular apuesta por dar una segunda vida a los residuos. Pero es una travesía lenta. Según datos de Eurostat, cada ciudadano de la Unión Europea generó una media de 502 kilos de residuos en 2019, con unas tasas de reciclaje y reutilización que en España se situaron en el 34,7% en ese mismo año, más de 15 puntos por debajo del objetivo fijado para 2020.
El modelo de la economía circular plantea sustituir cambia el clásico esquema lineal de 'fabricar-consumir-tirar' por un nuevo enfoque circular basado en la reutilización y el reciclaje
La economía circular es una transformación de enorme calado porque no solo afecta a los modelos de producción, a los hábitos de consumo y a la legislación, tanto nacional como europea, que los regula, sino que implica un profundo cambio cultural que afecta a todos los estamentos de la sociedad.
La digitalización y la innovación juegan un papel fundamental en esta nueva orientación circular. El uso de materiales sostenibles y reciclables es una de las formas en las que la tecnología puede ayudar a esa transformación. Gracias a sus avances, cada vez más industrias se están sumando a esta ola. En ese sentido “España Circular 2030", la Estrategia Española de Economía Circular, identifica seis sectores prioritarios para expandir la circularidad en nuestra economía: construcción, agroalimentario, pesquero y forestal, industrial, bienes de consumo, turismo y sector textil y confección.
Energías renovables
La lucha contra el cambio climático tiene en los suministros de energía uno de sus principales desafíos. La excesiva dependencia que desde hace más de un siglo el mundo tiene de los combustibles fósiles es una de las principales causas de que el planeta se encuentre en estos momentos en situación de emergencia. En 2019 los combustibles fósiles todavía representaban el 71% de la energía bruta disponible en la Unión Europea. Según datos de Greenpeace, la contaminación causada por la quema de carbón, petróleo y gas le cuesta al mundo 2,9 billones de dólares anuales y es responsable de 4,5 millones de muertes cada año.
Las energías renovables parecen las apuesta más seguras para revertir el exceso de emisiones de CO2 a la atmósfera. Una transición en la que España está tomando una posición de liderazgo. El recientemente publicado Global Status Report sitúa a nuestro país en la sexta posición mundial en cuanto a generación de energía limpia, por detrás de Dinamarca, Uruguay, Irlanda, Alemania y Grecia. En concreto, España generó un 28% de su electricidad con energía solar y eólica, todavía lejos de los objetivos de descarbonización marcados por las directivas europeas (74% de la electricidad procedente de fuentes renovables en 2030).
Educación
Otro de los vectores del cambio de modelo que necesita el mundo está en la educación. Porque más allá de las posibilidades que ofrece la tecnología, de la presión normativa o de las oportunidades económicas que también ofrece la sostenibilidad, la evolución sostenible solo podrá operarse si evolucionan también las personas. Y esa transformación, que es lenta y profunda porque afecta a las creencias y a la escala de valores compartidos, solo puede operarse a través de la educación.
En ese sentido, el último informe de la Fundación Endesa Ecobarómetro 2021, señala que más de la mitad de los jóvenes españoles demandan más contenidos medioambientales en las escuelas, y que un 91,9% de los entrevistados piensa que el problema de la conservación del medio ambiente es muy o bastante grave.
Unos datos que demuestran una creciente sensibilidad de las nuevas generaciones por las cuestiones ambientales y que trae un rayo de esperanza al futuro del planeta.