El músculo que más trabaja del cuerpo humano es el corazón. Late unas 115.000 veces al día, unas 80 veces por minuto, aproximadamente 42 millones de veces al año. En una vida normal, el corazón humano late más de 3.000 millones de veces, bombeando una cantidad de sangre equivalente a casi un millón de barriles. Si se producen alteraciones en ese ritmo de latido, puede tratarse de una arritmia.
El corazón está formado por dos cavidades superiores llamadas aurículas y dos inferiores, los ventrículos. El ritmo cardiaco lo controla el nódulo sinusal, que está en la aurícula derecha y envía señales eléctricas para que el corazón pueda latir con normalidad. Estas señales atraviesan las aurículas, provocando contracciones musculares que hacen que la sangre bombee hacia los ventrículos. El corazón, además, tiene dos fases: diástole, cuando el músculo cardiaco se relaja y se llena de sangre, y sístole, cuando el músculo se contrae y expulsa la sangre a los pulmones y al resto del cuerpo. Esto sucede de una forma rítmica y regular. En un corazón sano se lleva a cabo con una frecuencia de entre 60 y 100 latidos por minuto.
En una vida normal, el corazón humano late más de 3.000 millones de veces, bombeando una cantidad de sangre equivalente a casi un millón de barriles
El sistema eléctrico del corazón controla la velocidad de los latidos. Si los impulsos eléctricos del corazón no funcionan adecuadamente, los latidos se vuelven irregulares, pueden ir demasiado lentos (menos de 60 latidos por minuto en reposo, que implicaría bradicardia) o demasiado rápidos (más de 100 latidos por minuto en reposo, en cuyo caso hablaríamos de taquicardia). Cuando ocurre cualquier alteración en el ritmo cardiaco se produce una arritmia, que puede ser grave e incluso mortal si no se trata convenientemente.
El doctor Luis González, jefe de la Unidad de Cardiología de Quirónsalud Alicante define la arritmia cardiaca como “cualquier alteración en el origen, la frecuencia o la forma de transmisión del impulso que hace latir el corazón, es decir, cualquier desviación de la normalidad en la forma de activarse el corazón”. Según aclara el especialista, en algunas ocasiones la frecuencia cardiaca puede aumentar, por ejemplo, cuando se hace ejercicio físico, o puede disminuir, normalmente mientras dormimos. Sin embargo, la sensación cuando se sufre una arritmia cardiaca es muy diferente. “Se siente cierto aleteo o corazón acelerado, que puede provocar molestias y dolor en la zona del pecho”, indica el doctor.
Así, los síntomas pueden pasar inadvertidos hasta que no se realizan pruebas diagnósticas. Las señales más frecuentes que indican una arritmia cardiaca son palpitaciones irregulares, mareos, dificultad para respirar, sudoración, dolor torácico y síncopes que pueden llevar a una pérdida de conocimiento. Respecto a las causas por las que se puede producir una arritmia, pueden ir desde “alteraciones congénitas, con base genética o hereditaria o sin ella, hasta alteraciones funcionales del mecanismo normal de activación del corazón, así como alteraciones provocadas por otros padecimientos como inflamación, degeneración, cicatrices tras haber sufrido un infarto de miocardio o trastornos relacionados con el envejecimiento y la edad”, explica el doctor González
Diagnóstico
Para diagnosticar una arritmia hay que realizar un electrocardiograma (ECG), con el cual el especialista intentará relacionar la sintomatología del paciente con cualquier anomalía que pueda salir en el ECG. También se pueden realizar monitorizaciones electrocardiográficas de larga duración, desde 24/48 horas hasta una semana, con la técnica del holter, un dispositivo que registra, durante este tiempo, los latidos del corazón y así se puede conocer el tipo y la frecuencia de la arritmia. También existen dispositivos que se pueden llevar sobre la ropa o dispositivos subcutáneos que se implantan bajo la piel y monitorizan a distancia arritmias y otras incidencias cardiacas durante un periodo de hasta cuatro años. “Si esto no es suficiente, o para afinar más el diagnóstico, podemos recurrir a las técnicas en las que introducimos catéteres dentro del corazón por una vena de la pierna y estudiamos cuál es el mecanismo y el origen de las diferentes arritmias”, añade el especialista en electrofisiología.
Con todo ello, la arritmia es un término muy global que incluye muchas patologías, por lo que existe una gran variedad de tratamientos. Hay arritmias que son banales y no precisan tratamiento, pero hay otras que son muy complejas y pueden poner en riesgo la vida de la persona que la sufre, por lo que necesitan tratamientos muy sofisticados. Estos tratamientos pueden ser farmacológicos para cortar o prevenir un episodio de arritmia o con medicamentos para evitar complicaciones, por ejemplo, anticoagulantes que impiden el proceso de coagulación de la sangre para impedir que se formen coágulos dentro del corazón.
Hay arritmias muy complejas que pueden poner en riesgo la vida de la persona que la sufre, por lo que necesitan tratamientos muy sofisticados
En algunas ocasiones es necesaria la implantación de dispositivos que vigilen, controlen o corrijan la arritmia cuando está ocurriendo, como son los marcapasos o los desfibriladores. También se puede realizar la técnica de ablación con catéter que consiste en introducir un catéter desde una vena o arteria hasta el corazón para intentar destruir la zona que provoca la arritmia mediante energía de radiofrecuencia, que provoca calor, o mediante crioenergía, que produce frío. “En determinadas arritmias potencialmente mortales se puede implantar lo que se llama un desfibrilador automático, capaz de suprimir la arritmia mediante estimulación o choques eléctricos”, puntualiza el Dr. González.
Llevar un estilo de vida saludable puede ayudar a prevenir los daños en el corazón que pueden provocar las arritmias cardiacas. Por eso es importante seguir una dieta saludable para el corazón, mantenerse físicamente activo, sin esfuerzos que requieran un trabajo extra del músculo cardiaco, evitar el sobrepeso, no fumar, limitar el consumo de cafeína y alcohol y, sobre todo, reducir el estrés y mantener la calma en momentos tensos, ya que el estrés y la ira pueden acelerar el ritmo cardiaco y provocar daños en el corazón. Y, muy importante, recuerda el profesional de Quirónsalud Alicante, no tomar medicamentos comprados sin receta sin consultar con el especialista.