Entre el “Castillo Nuevo” y el “Castillo Viejo” de Manzanares el Real median unos 150 años (siglos XV y XIV, respectivamente), 800 metros y el río Manzanares. Pero son más importantes las cosas que los unen. Por ejemplo, ambos fueron residencia de Los Mendoza, la inflúyete familia nobiliaria cuyo máximo exponente fue el I Duque del Infantado, Diego Hurtado de Mendoza (1417-1479). Don Diego fue precisamente la persona que inició la construcción del “Castillo Nuevo” de esta Villa, convertido hoy en una de las joyas del patrimonio histórico de la Comunidad de Madrid gracias a su singular belleza y excelente estado de conservación.
En cuanto al Castillo Viejo, del que solo quedan sus ruinas (se dice que fue desmantelado por completo para llevárselo todo –interior y exterior– a la nueva construcción, más grande y lujosa), sigue asombrando al mundo con sus secretos ocultos, como bien puede atestiguar Charo Gómez Osuna, arqueóloga, vecina de Manzanares El Real y una de las participantes en un proyecto de investigación arqueológica que actualmente se está realizando el Castillo Viejo. Las excavaciones son una iniciativa conjunta del Ayuntamiento de Manzanares el Real y la Universidad Autónoma de Madrid, y cuentan con el apoyo de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid.
El otro rasgo que comparten ambas construcciones medievales es su singular emplazamiento. Y es que en Manzanares el Real, la localidad situada a 37 kilómetros al norte de Madrid, convergen tres espacios naturales que por sí solos ya serían extraordinarios –la sierra de La Pedriza, el embalse de Santillana y el rio Manzanares–, pero que combinados en un único conjunto, el del Parque Nacional de Guadarrama, no tienen parangón.
Doble protección
En medio de este paraíso se levanta Manzanares el Real, una villa que cuida de sus fortalezas, las medievales y las naturales, con el desvelo de quien se sabe doblemente defendido (hoy, especialmente, por la parte de la naturaleza, que como espacio protegido actúa como barrera frente al crecimiento urbanístico desmedido). Durante la charla de los reporteros de Vozpópuli con el alcalde de la localidad, José Luis Labrador, una vecina, ya de cierta edad, se acerca y relata orgullosa cómo ella empezó a acudir a La Pedriza los domingos con sus padres cuando tenía 7 años, y que ya entonces decidió que ”algún día viviría en Manzanares”. El regidor municipal confirma que el de esta señora no es un caso aislado, sino “bastante habitual”.
Un castillo medieval en pleno Siglo XXI
El gran tesoro arquitectónico de Manzanares es el Castillo (el nuevo) de Los Mendoza. Lo primero que sorprende es su ubicación, a apenas unos cientos de metros de la plaza principal y centro neurálgico de la actividad social del pueblo. Un castillo totalmente integrado en la Villa, desde cuyas murallas se obtiene una espléndida panorámica tanto del núcleo urbano como del embalse y de la sierra.
El Castillo Nuevo fue concebido con la doble función de fortaleza defensiva y residencia de Los Mendoza
El castillo fue concebido con una doble finalidad: construcción militar de caracter defensivo, con elementos claramente destinados a esa función como el foso, el antemuro o la entrada acodada; y confortable residencia palaciega para sus aristócratas moradores, como indican sus elegantes salones y miradores de corte renacentista. El interior del castillo, que fue recientemente restaurado, reúne una rica colección de tapices, pinturas y armaduras de distintas épocas y es una parada obligada para el visitante. Existen talleres y visitas teatralizadas que harán las delicias de niños y mayores.
Arquitectura religiosa y restos romanos
Manzanares el Real cuenta con otros destacados puntos de interés, como la iglesia de Nuestra Señora de la Nieves, que data de 1495, y cuya bóveda es obra del arquitecto de los Reyes Católicos, Juan Guas –quien también participó en las obras del Castillo Nuevo–. Otros imprescindibles de esta Villa de Madrid son la Ermita de Nuestra Señora de Peña Sacra o el Puente Viejo, de origen presumiblemente romano, que salva el río Manzanares para unir ambos castillos.
Entorno natural
Aunque lo que, sin duda, hace único y diferente a Manzanares el Real es su entorno natural. La Pedriza es un clásico imperecedero para las excusiones de los madrileños y los amantes de la escalada o el senderismo. Un imponente ecosistema de rocas pulidas de formas irregulares, con el Yelmo como cima visible desde muchos kilómetros a la redonda, y en el que reinan especies como el buitre o la cabra montés.
La Pedriza es un clásico imperecedero para las excusiones de los madrileños y los amantes de la escalada o el senderismo
El otro rincón especial de esta Villa el Embalse de Santillana, una inmensa masa de agua que se abre prácticamente a la orilla del pueblo. Inaugurada por Alfonso XIII en 1907 para abastecer de agua a Madrid y producir electricidad, la presa fue levantada remedando el estilo del castillo de Los Mendoza. Un guiño arquitectónico para mimetizarse con el entorno y que es muy apreciable, por ejemplo, en su torre, único elemento que emerge de la zona inundada y que se eleva hasta los 35 metros de altura.
En la actualidad, el embalse de Santillana es un punto de encuentro para ornitólogos y amantes de las aves, que acuden a sus numerosos miradores para disfrutar de la observación de especies como el tarro canelo, el ganso del Nilo, la cigüeña negra, la cigüeña blanca, varias especies de ánades y gaviotas, fochas comunes, zampullines, lavanderas, martines pescadores, cormoranes grandes y somormujos, entre otras especies.
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Turismo de Manzanares el Real