Es muy posible que en algún momento del año 2023 usted no esté muy seguro de si este artículo lo he escrito yo, Antonio Martínez Ron, o si es obra de uno de los muchos programas de Inteligencia Artificial generativa que los periodistas tendremos entrenados para ayudarnos en tareas tan fatigosas como escribir sobre el futuro.
Mientras escribo estas líneas, millones de personas juegan a plantearle a un chatbot llamado ChatGPT las cuestiones más peregrinas o a entrenar a programas como Dall-e o Stable Diffusion para generar nuevas imágenes creadas por redes neuronales y entrenar al ‘monstruo’. ¿Cambiarán estas herramientas la manera que tenemos de comunicarnos?
El mundo se divide ahora entre quienes creen que estas tecnologías supondrán una revolución y quienes creen que esta IA no es más que una versión robótica del charlatán cuya principal virtud es parecer convincente. Una especie de “cuñado” cibernético. Ya hubo “revoluciones” anteriores, como las del deepfake, la realidad aumentada y los mundos virtuales, y aquí seguimos, esperando la llegada de la “singularidad”. Pero esta vez parece que los algoritmos se van a meter a la fuerza en nuestras conversaciones y han aprendido el truco de los líderes populistas, que saben que no es tan importante que lo que digan sea exacto, sino que suene coherente para una audiencia.
Y llegan en el momento justo en que la realidad parece hecha pedazos.
Fragmentos sin sentido
En los últimos tiempos ya no hay una respuesta simple a la pregunta angustiante de ¿esto es real?, asegura el escritor chileno Benjamín Labatut, “porque lo que está pasando a nuestro alrededor es real e irreal a la vez”. Es la propia realidad la que se ha adentrado en el terreno de lo “inquietante” (en el sentido de aquello que nos resulta familiar pero apenas reconocemos) y la que nos tiene paralizados y desconcertados ante los cambios.
En palabras del documentalista Adam Curtis, “este puede ser un momento en que todas las viejas historias que le dieron sentido al mundo estén colapsando” y en el que “una masa informe de billones y billones de fragmentos sin ningún sentido está precipitándose para tratar de llenar este vacío”.
Quizá no tan casualmente, estos sistemas de inteligencia artificial generativo de la empresa OpenAI fueron promovidos y cofinanciados en su origen por Elon Musk, el factótum que iba para Tony Stark y se ha quedado en caricatura de supervillano. Su irrupción en el río de consciencia colectiva que era Twitter, con ánimo de disolverla, es una manifestación más de esa realidad que se desmorona y en la que los señores que han leído demasiados cómics de Marvel marcan la agenda del futuro.
Como una sanguijuela de los sueños humanos, Musk ha puesto sus ventosas en todo lo que tiene que ver con el futuro
Porque, como una especie de sanguijuela de los sueños humanos, ese ente llamado Elon Musk - acaso ya el producto de una fusión defectuosa entre máquina y un CEO - ha ido colocando sus ventosas sobre los viajes espaciales, los coches eléctricos, los implantes neuronales, los satélites de comunicación y las redes de inteligencia artificial, condicionando nuestra conversación pública. Tal vez aspire a hacerse dueño de Lo real™ y ponerse verdaderamente “disruptivo”, en el sentido de destrozarlo todo.
Reescribir el universo
Uno de los terrenos más excitantes de descubrimiento será como siempre la exploración espacial, este año 2023 con el aliciente de que el telescopio espacial James Webb está a pleno rendimiento y nos ha empezado a mostrar datos de esos que no encajan y a veces generan nueva ciencia, como la aparente incongruencia entre la antigüedad de algunas galaxias observadas y la edad del universo. Por no hablar de la capacidad que tiene para analizar la composición de las atmósferas de exoplanetas y lo que eso implica en la búsqueda de señales de vida extraterrestre.
Uno de los primeros objetivos del James Webb será el sistema de siete planetas similares a la Tierra que orbitan en resonancia alrededor de la estrella TRAPPIST-1 en la constelación de Acuario. Uno de esos lugares donde parte de la humanidad fantaseará algún día con mudarse.
En 2023 está previsto que la misión OSIRIS-REx regrese a la Tierra con muestras del asteroide Bennu, el lanzamiento de una sonda de la NASA en busca del asteroide Psique, el lanzamiento de la sonda JUICE de la ESA rumbo a Júpiter y el lanzamiento, ya en diciembre, del telescopio espacial chino Xuntian.
Entre lo espacial y lo aeronáutico
El turismo espacial tendrá su momento de gloria con la misión Polaris Dawn, de Space X (otra vez Musk), que en marzo mandará a la órbita a cuatro individuos que han pagado por subirse a la Crew Dragon para dar unas cuentas vueltas a la Tierra.
Y la NASA tiene previsto poner a prueba por primera vez su avión supersónico silencioso X-59, llamado a ser el sustituto del Concorde en los cielos del futuro.
Otro hito entre lo espacial y lo aeronáutico será el lanzamiento desde la Antártida de la misión ASTHROS de la NASA, un globo que permanecerá entre 21 y 28 días en la estratosfera provisto de un telescopio para observar el universo sin interferencias atmosféricas en el infrarrojo lejano. Cuando esté allí arriba, el globo tendrá unos 150 metros de diámetro, será un objeto flotante del tamaño de un estado de fútbol.
Tratamiento para el alzhéimer
En materia de salud, a principios de 2023 se espera la comercialización de un nuevo medicamento para el alzhéimer, el anticuerpo monoclonal “Lecanemab”, dirigido contra la proteína beta-amiloide que consigue “una ralentización del deterioro cognitivo del 27%”, aunque su lanzamiento está envuelto en polémica por la muerte de dos pacientes en los ensayos clínicos. También se esperan mejoras en los test de diagnóstico.
Algunas áreas en las que se esperan nuevos éxitos son la conocida inmunoterapia con CAR-T contra el cáncer, combinadas con edición genética CRISPR, así como en experimentos con organoides y avances en xenotrasplantes, con la posible puesta en marcha de un ensayo clínico en Europa.
Sufrimiento animal
En medio de una investigación federal sobre si los macacos que ha utilizado la empresa de implantes cerebrales Neuralink (de Elon Musk) fueron sometidos a un sufrimiento extremo e innecesario, resurgirá el debate sobre la experimentación animal por varios frentes. En 2023, la agencia de Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) se ha comprometido a explorar métodos alternativos para reemplazar a los animales de laboratorio en el desarrollo de nuevos medicamentos y productos.
También es posible que se hable del sufrimiento animal causado por la industria alimentaria y las medidas para paliarlo, como la creación de gallinas transgénicas por parte de investigadores israelíes que solo ponen huevos de pollitos hembras, lo que evitaría la matanza de miles de pollitos macho en las granjas, según la BBC.
El 2023, según ChatGPT
El resto de avances serán una sorpresa de esas que no son capaces de anticipar ni las redes neuronales. Esto es lo que dice ChatGPT cuando le preguntamos por lo que viene:
“Es difícil predecir con certeza qué hitos científicos se alcanzarán en 2023, ya que la ciencia es un campo en constante evolución y hay muchos factores impredecibles que pueden afectar el ritmo y el rumbo de la investigación”.
Porque, como decía Einstein en aquella cita apócrifa, si supiéramos de antemano lo que se va a descubrir, no los llamaríamos ‘descubrimientos’.
Yorick
Sorprendente el parecido de las imágenes de Musk con parte de la obra de Francis Bacon.