El lepidóptero nocturno Acherontia atropos tiene una historia asociada a la oscuridad y la muerte. Su propio nombre científico ya nos da alguna pista: alude a Aqueronte, uno de los ríos del inframundo donde moraban los muertos en la mitología griega, y a Átropos, la parca que cortaba el hilo de la vida. Y todo porque un pequeño patrón en su tórax recuerda vagamente la figura de una calavera humana, hecho por el cual Edgar Allan Poe la incluyó en uno de sus cuentos y tuvo un papel estelar en la película “El silencio de los corderos”.
Durante mucho tiempo, todo lo que rodea a este insecto — que no es mariposa ni polilla — ha estado rodeado de misterio, incluidas sus largas migraciones nocturnas, en las que se sabe que recorren más de 4000 kilómetros de distancia. Ahora, un equipo de investigadores ha utilizado precisamente esta especie, conocida vulgarmente como la “esfinge de la muerte africana”, para documentar como nunca hasta ahora cómo migran estos pequeños insectos voladores en la oscuridad.
Transmisores diminutos
En un trabajo publicado y destacado en la portada de la revista Science, el equipo de Myles Menz detalla cómo colocaron diminutos transmisores de radio de muy alta frecuencia (VHF) en el dorso de varias de estas “mariposas de la muerte" y las rastrearon desde avionetas a lo largo de sus vuelos de migración nocturna, obteniendo pistas detalladas de siete de estos lepidópteros.
Cada año, explican los autores, miles de millones de insectos realizan migraciones estacionales de largo alcance. Estos movimientos se entienden relativamente bien a nivel de población, pero la forma en que los insectos individuales los logran sigue siendo difícil de comprender. Y es un desafío particularmente difícil para los lepidópteros que migran de noche, como Acherontia atropos, y cubren enormes distancias entre Europa y el África subsahariana.
Una brújula interna
Gracias al sistema de seguimiento por radio individual aplicado en este trabajo, recalcan, pudieron comprobar que estas “mariposas de la muerte" no solo volaban con vientos de cola favorables, sino que durante una noche determinada se ajustaban a los vientos de frente y cruzados para mantener el rumbo con precisión. Este comportamiento indica que las polillas emplean una brújula interna sofisticada para mantener trayectorias y hace pensar a los investigadores que quizá usen una combinación de puntos de referencia visuales y el campo magnético de la Tierra para orientarse.
Los investigadores rastrearon por radio el movimiento de estos insectos durante una distancia de 80 kilómetros, la más larga que cualquier insecto ha sido monitorizado continuamente en la naturaleza. Al seguir de cerca a los individuos durante la migración, se trata del primer estudio del mundo revela un misterio centenario de lo que hacen los insectos durante sus viajes de largo alcance.
Persecución nocturna
Para el estudio, el equipo siguió a 14 insectos durante un máximo de 80 kilómetros o 4 horas, un tramo lo suficientemente largo como para considerarlo un vuelo migratorio, utilizando antenas montadas en un avión Cessna para detectar ubicaciones precisas cada cinco a 15 minutos. Los insectos fueron seguidos en dirección sur-suroeste desde Constanza hasta los Alpes, que sigue la ruta que toman las “mariposas de la muerte" hacia el Mediterráneo y el noroeste de África.
Debido a las limitaciones prácticas de volar en un avión, los científicos rastrearon a estos insectos continuamente hasta que se detuvieron en el camino. “Cuando estás en un avión, se vuelve extremadamente difícil esperar a que los insectos comiencen a migrar nuevamente porque tendrías que estar en el aire cuando esto suceda, lo que podría ser en cualquier momento de la noche”, dice el autor principal Martin Wikelski, investigador de la Universidad de Konstanz, que además pilotó el avión durante el estudio.
Los insectos emplearon una variedad de estrategias de vuelo para amortiguar los vientos dominantes
Acherontia, una gran navegante
Para sus sorpresa, los resultados muestran que los lepidópteros mantuvieron trayectorias perfectamente rectas durante largas distancias durante el vuelo. Esto no fue porque esperaron vientos de cola favorables. Más bien, emplearon una variedad de estrategias de vuelo para amortiguar los vientos dominantes, lo que les permitió mantener su rumbo durante toda la noche. Cuando los vientos eran favorables, volaban alto y lento, permitiendo que el aire los llevara. Pero durante fuertes vientos en contra o vientos cruzados, volaron cerca del suelo y aumentaron la velocidad para mantener el control de su camino.
“Demostramos que los insectos son grandes navegantes y son mucho menos vulnerables de lo que pensábamos”
“Durante años se asumió que la migración de insectos se trataba principalmente de ser arrastrados” subraya Menz. “Pero mostramos que los insectos son capaces de ser grandes navegantes, a la par de las aves, y son mucho menos vulnerables a las condiciones del viento de lo que pensábamos”."Al demostrar que es técnicamente posible monitorear continuamente insectos individuales durante la migración y observar su comportamiento de vuelo en detalle, esperamos inspirar más estudios para responder muchas más preguntas importantes en esta área”, concluye.
Referencia: Individual tracking reveals long-distance flight-path control in a nocturnally migrating moth (Science) DOI 10.1126/science.abn1663