La capacidad de esta planta de absorber las radiaciones en el aire es 8000 veces superior a otras plantas y ayuda a restablecer el ambiente tras un desastre nuclear. En la historia del planeta, las plantas han tenido siempre un rol crucial para la producción de aire limpio y han favorecido la evolución de la tierra. Entre todas las funciones importantes se ha descubierto una que parece resolver, en parte, el problema del aire alrededor de zonas afectadas por desastres nucleares, y es una planta inesperada: el girasol.
Comúnmente conocida por su presencia en campos abiertos y su importancia en la cosecha de sus semillas, ahora su función ha cambiado totalmente. Gracias a la técnica conocida científicamente como de biorremediación , el proceso que se utiliza para sanar o limpiar los elementos radioactivos del suelo y del agua en las zonas productoras de armamentos, el girasol tiene un rol clave en zonas donde las radiaciones abundan, como Fukushima o Chernóbil.
El caso en ucrania en 1986
En 1986 en Ucrania hubo lugar uno de los desastres nucleares más catastróficos de siempre, el de Chernóbil, que causó cánceres en miles de personas, trasformó una zona poblada en una ciudad fantasma y se creó un área de exclusión de 2.600 kilómetros cuadrados. En pocos años la vegetación pudo volver a florecer gracias a esa gran adaptación que tienen las plantas y gracias también a la plantación de girasoles que pudieron extraer metales pesados e inducir la degradación de compuestos en suelos contaminados.
¿Por qué funcionó el girasol? Porque las aguas y el suelo estaban cargadas de elementos similares a los que utiliza esta planta para nutrirse: el cesio imita al potasio y el estroncio imita al calcio; la planta, gracias a esos elementos, puede realizar la fotosíntesis.
Entre todas las plantas, el girasol se distinguió de las otras gracias a sus propiedades: crece de forma rápida y sobre todo está en todas partes. El elemento clave es que todo el material radioactivo (biomasa) absorbido se almacena en las hojas y los tallos, sin la necesidad de tener que cortar las raíces.
Fukushima y el desastre del 2011
Después de 30 años del desastre en Ucrania, se ha necesitado nuevamente de los girasoles para ayudar a limpiar la zona de Fukushima, afectada por la catástrofe nuclear, causada por el terremoto más el tsunami de Japón en el marzo de 2011.
De hecho, un monje budista, Koyu Abe, líder del templo de Goenji, que queda cerca de Fukushima, empezó a plantar semillas de girasol, amaranto, mostaza de campo y cresta de gallo para ayudar a absorber materiales radioactivos en las zonas limítrofes. A día de hoy se cuentan más de ocho millones de girasoles en esa zona cerca de Fukushima, para que se acelere el proceso de “limpieza” radioactiva. Los científicos japoneses también están llevando a cabo pruebas para demostrar su utilidad en la lucha contra la radiación.
La bioquímica argentina, que se ocupa, Adalgisa Scotti, quien estudia este tema en el Centro Internacional de Estudios de la Tierra cerca de Mendoza, explicó que “lo que sí se sabe es que la planta es tolerante a altas cantidades de metales pesados y de uranio y también las ingresa en su metabolismo, por lo tanto, no pasan a las capas superficiales de agua y tampoco se trasladan en el terreno o el suelo”.
Hay que subrayar que el girasol no es la única planta que puede realizar este tipo de proceso natural, sino otras plantas también, pero gracias a las características y pruebas durante muchos años, los expertos han llegado a la conclusión que los girasoles son las más eficaces.
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