Ciencia

“Nunca imaginé que vería aquí lo que viví con el ébola”

Luis Encinas, de Médicos Sin Fronteras, lleva años trabajando en brotes epidémicos y emergencias. Ahora, su organización está sumando esfuerzos en la lucha contra el Covid-19 en España.

  • Luis Encinas en 2018 en Butembo, República Democrática del Congo, durante una campaña contra el ébola

Las últimas veces que hablé con Luis Encinas, en 2014, él estaba en el interior de Guinea, uno de los principales focos del brote del virus del Ébola que azotaba entonces Centroáfrica. La situación era muy grave en varios países africanos y él y su equipo trabajaron hasta la extenuación para frenarlo. Seis años después, charlamos por teléfono para hablar de una situación de epidemia descontrolada, pero esta vez mucho más cerca. Luis está en Barcelona, participando en el operativo que la ONG ha desplegado en nuestro país para ayudar a combatir la epidemia de Covid-19, que además del asesoramiento incluye el despliegue de unidades de hospitalización temporales junto a los hospitales desbordados.

Después de haber pasado años fuera atendiendo epidemias como la de ébola, ¿qué sentimientos le produce tener que actuar en España?

Es un sentimiento muy extraño, muy peculiar, porque nunca lo habría imaginado. Había trabajado en España y Europa, pero con inmigrantes, que también son situaciones de fuera, pero esto es bastante desconcertante, porque nunca te habías imaginado hacerlo. Ahora además tengo una familia y tengo que balancear un poco también el riesgo, pero no me puedo quedar en casa con los brazos cruzados. La pregunta que te haces ahora es ¿dónde soy útil? ¿Dónde tendría yo el valor añadido más fuerte?

De aquellas situaciones, ¿qué experiencias pueden ser útiles para ayudar ahora aquí?

Esto es una emergencia sanitaria y que debe estar conectada con todo lo que son las prioridades. Hay que cambiar la mentalidad e ir hacia una pura acción de emergencia.

¿Qué hay que hacer en emergencia real?

Uno de los puntos fundamentales que tenemos muy claros nosotros cuando actuamos es la coordinación, todo tiene que estar centralizado, organizado, orientado.

"Es importante poner en la primera ola a gente con cabeza fría y capaz de ver la magnitud del problema"

¿Qué aportaciones concretas está haciendo MSF?

Aparte de hospitales de campaña junto a hospitales, hacemos asesoramiento, visitas a pabellones… Hemos puesto personal con mucha experiencia desde el principio. Eso es importante, lo vimos con ébola, poner en la primera ola a gente con cabeza fría y capaz de ver la magnitud del problema. Los cinco son coordinadores, tres de emergencia y dos incluso antiguos coordinadores de unidad de emergencia de MSF España. Los que estamos, sumamos entre todos más de cien años de experiencia.

¿Y la clave?

La fuerza de MSF, que es trabajar por kits. Hago un kit modulable y expandible. Hay que dar modelos teniendo en cuenta que los estándares perfectos no se pueden aplicar en situaciones de emergencia, es como una situación de guerra. Hay que aceptar que vamos a trabajar con estándares precarios. También hay que producir una cosa pequeña, hacer un esquema estratégico y de recursos por ejemplo para 100 camas, qué representan 100 camas para tratar el Covid, cuánto espacio, qué tipo de material. Y después eso se escala, en función de cómo se vayas viendo. Hay que pensar cosas concretas, como quién tiene la llave del polideportivo, qué planes tienen. Y la emergencia es eso. En las residencias estamos dando formación sobre cómo vestirse, cómo manejar un cadáver que ha muerto por Covid… Nos centramos en decirles lo que tienen que hacer ahora y lo que tienen que preparar para mañana. Que pase esto en Madrid o en Bangkok es idéntico, somos humanos, ya estamos demasiado en shock, necesitamos sacar la cabeza de debajo del agua, poder ver dónde estamos ahora, en qué parte del huracán estamos, si estamos en el ojo o solo en la primera onda del huracán. Y saber que si no se anticipa, las consecuencias pueden ser peores.

Ya lo tenemos encima, difícil ya “anticipar” nada…

Sí, pero ¿cuántas autonomías no están afectadas como Madrid o Barcelona? ¿Qué tienen que hacer ahora? ¿Cómo preparar al personal y decir aquí mando yo y mando X médicos de allí y enfermeros? Eso son acciones, aunque estés en el ojo del huracán.

¿Cree que el hecho de haber tenido una estructura descentralizada de la sanidad en España nos ha podido perjudicar?

Cuanto más pones intermediarios, más aflojas el poder. Y en esto se necesita una cosa centralizada. Cuantos más intermediarios pones, más ralentizas. Y esto vale en París, en Madrid, en EE.UU. o en el Congo.

“Lo que aprendí mucho con el ébola, y estuve en muchos brotes, fue la fuerza impresionante que tiene la comunidad y la sociedad”

¿Se tardó mucho en verlo venir?

El patrón es el mismo [en todos los países]. Al principio es como el luto, que no te das cuenta, lo niegas, piensas que no nos va a llegar. Yo al principio preguntaba ¿hemos pensado en cómo apoyar las residencias, de paliativos? Y la gente te miraba y te decía “¿cómo?, ¿paliativos? ¿De qué estás hablando?”. Yo hablaba de la posibilidad de ser atendido y de acompañar a la gente de una manera digna. Porque para mí era claro, viniendo de un ébola, que son situaciones que pueden poner en jaque sistemas locales que funcionan desde hace años.

¿Cuándo se dio cuenta de lo que venía?

No lo sé. Hay gente que se dio cuenta antes que yo también. Tenemos que aprender de esto. ¿Qué nivel de alerta teníamos nosotros con el caso número 1? ¿Qué nivel de anticipación teníamos nosotros? ¿Qué estábamos haciendo cuando llegó a Corea, Taiwan, Europa, Italia, a Valencia, a Madrid…? El patrón es idéntico.

Parece que el hecho de ser menos letal que el ébola ayudó a que bajáramos la guardia, ¿no?

De hecho nosotros habíamos dicho: “si un día tenemos un virus como el ébola, pero que en vez de contagiarse por contacto se contacta por el aire, ¡la que se va a formar!”. Esto era una cosa a la que todos teníamos miedo. Este virus tiene un 1% de mortalidad, lo que es 50 o 60 veces menos mortal que el ébola, pero esto quiere decir que si se mueren 600 personas por día, ¿cuántas personas infectadas hay ahora? Lo que ves es la punta del iceberg. ¿Cuántos hay infectados? ¿500.000? ¿5 millones? Estamos viendo solamente una parte de la realidad.

“Tenemos una epidemia de miedo y luego vamos a tener una epidemia psicológica”

¿Habrá situaciones de las que pasaron en las epidemias de ébola en África que se repitan aquí?

Yo lo que aprendí mucho con el ébola, y estuve en muchos brotes, fue la fuerza impresionante que tiene la comunidad y la sociedad, que deben ser parte de la respuesta. Lo digo porque deben apropiarse, tienes que tener un mensaje adaptado al interlocutor, no comunicas igual a gerentes de hospitales como a la población. El otro día escuché a una persona con 75 años en la radio quejarse de que nadie le hablaba con su lenguaje. Estamos pidiendo un cambio de comportamiento y este cambio llegará cuando la gente entienda, comprenda y actúen juntos.

¿Qué se aprende de la psicología colectiva en estas crisis?

Tenemos ahora una epidemia de Covid, una epidemia de miedo y luego vamos a tener una epidemia psicológica. Porque las consecuencias que va atener esto psicosocialmente y económicamente son previsibles. Cuando echamos antes que hay cosas que no se pueden anticipar, en este caso hay cosas que podemos y debemos anticipar.

¿Qué impacto voy a tener cuando descubra que soy la persona que ha transmitido a mi madre?

¿Qué pasa el día después?

La gente queda tocada pero también hay una resiliencia muy importante, fortaleza, sentimientos como los que estamos ya viendo ahora, que cuando estamos ante un peligro gente de la que nos habíamos distanciado, se acercan. Y esta fuerza es también interesante. Después habrá momentos que yo llamo entre comillas de “posguerra”, en los que vamos a tener que reflexionar e imaginar cómo nos vamos a preparar para mañana, cómo tenemos que aceptar que hay cosas que no hemos podido hacer muy bien, pensar qué hemos aprendido confinados, qué reflexión hacemos sobre nosotros mismos, qué valores tenemos que han sido tocados o no, es como ver el huracán ha pasado y ver qué ha dejado, de daños visibles y no visibles.

La imposibilidad de despedir a los familiares muertos se da en todas las epidemias, ¿no?

Esto es una de las cosas que se ven ya hoy, hay que preguntarse qué hago si tu madre se muere en Jaén y no la puedo abrazar, o no puedo estar presente, qué impacto va a tener esto en mi futuro, cómo me voy a sentir. ¿Qué impacto voy a tener cuando descubra que soy la persona que tenía el virus y la he transmitido a mi madre en casa? Son sentimientos de culpabilidad que hay que tener presente para lidiar con esto mañana y pasado mañana. Y de estos hay muchos ejemplos.

“Hemos vivido casi 80 años en una sociedad en la que cada año aumentaba el bienestar. Debemos reaccionar”

¿Qué se hizo allí para ayudar con esto?

Normalizar e intentar aceptar que somos humanos, con límites, que hemos vivido durante casi 70-80 años en una sociedad en la que cada año aumentaba el bienestar y la esperanza de vida y que nos demos cuenta de que quizás tenemos que reaccionar de una manera diferente.

¿No tiene la impresión de que el impacto de esta pandemia supera a todo lo anterior, que derribará casi todos los sistemas?

Sobre todo los sistemas que se habían sentido totalmente invencibles y focalizados en manejarlo de un modo económico. Hay otros países que han lidiado de otro modo y han salido mucho más fuertes. Creo que esto, sinceramente, habrá un antes y un después. Esto no es el 11-S es un momento en que la sociedad tendrá que pensar de forma diferente, y qué valores tiene. En la Unión Europea habrá que pensar qué es lo que queremos, qué esperamos. Y después una cosa que también tengo muy clara, la importancia de la solidaridad vecinal, regional, internacional… Necesitamos a los otros y los otros nos necesitan. ¿Qué papel tendrá mañana España a la hora de ayudar a los otros, que están empezando a tener una situación dramática?

Y con su amplia experiencia sobre el terreno, en este momento ¿es optimista o pesimista?

Esto va a altas y bajas, pero el nivel de preocupación es muy alta. Y raras veces he tenido este sentimiento. En términos de epidemias, mira que el MERS y el SARS tenían una mortalidad mucho más elevada, pero se enfocó muy rápido. Aquí estamos ante más de 145 países afectados y sabemos que todo el mundo va a tener una curva exponencial. Asusta.

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