El COVID-19 se ha convertido en una enfermedad persistente, como también lo hizo, por ejemplo, la gripe en su momento. Consolidado como uno de los temas de mayor interés humano desde su estallido a finales de 2019, dicha afección se ha convertido en el foco de numerosas conjeturas y conspiraciones. Por ejemplo, mucha gente pensaba al principio de la pandemia, una vez se empezaron a comercializar las vacunas, que a mayor cantidad de dosis recibidas, mayor protección acumulaba el sistema inmunológico. Empero, esta última sentencia no es cierta, por mucho que se haya extendido.
Así lo ha dado a conocer un estudio alemán tras llevar a cabo una investigación en la que se analizaba cómo afectaba al organismo la administración de altas cantidades de vacunas contra la COVID-19. Con base a estos hallazgos y un seguimiento cuidadoso de los resultados, que a priori podrían parecer incluso potencialmente nocivos, los científicos no sólo desestimaron la idea difundida durante la pandemia sino que, por el contrario, tampoco encontraron signos de enfermedades ni de inmunidad ante el riesgo de uno de los mayores problemas sanitarios enfrentados en los últimos años.
Tal y como señala el Ministerio de Sanidad, datos publicados por última vez el 30 de junio de 2023, España ha llegado a notificar alrededor de 14 millones de casos confirmados de COVID-19 y más de 120.000 fallecidos. Desde entonces la estrategia de vigilancia y control frente a la enfermedad se ha centrado en situaciones específicas que incluyen fundamentalmente personas con criterios de vulnerabilidad o relacionadas con ámbitos vulnerables, así como aquellas que precisan ingreso hospitalario. No obstante, no han sido pocos los repuntes o las olas de COVID-19 que se han desarrollado desde entonces, indicando además la necesidad de vacunación.
En este sentido, mucha gente ha empezado a tomar sus propias iniciativas ignorando los consejos y mensajes que los expertos en sanidad han lanzado durante todos estos años. Un ejemplo de ello es un hombre alemán de 62 años, quien, en contra del consejo médico y por cuenta privada, se ha vacunado 217 veces contra el COVID-19, buscando con ello obtener la inmunidad ante esta enfermedad.
COVID-19: ¿a mayor cantidad de vacunas, mayor inmunidad en el organismo?
La noticia saltaba de la mano de la revista The Lancet Infectious Diseases y otros medios como la BBC. En su contenido, se explica el caso extraño de un paciente alemán que buscó por su propio pie comprobar si recibir una gran cantidad de dosis contra la COVID-19 suponía una mejora considerable en el sistema inmunológico. "Tomamos muestras de sangre y saliva frescas del hombre y le invitamos a someterse a varias pruebas", comenta Kilian Schober, microbiólogo en la Universidad germana de Erlangen-Núremberg.
El científico, que lideró la reciente investigación, asegura que pudieron utilizar esas muestras "para determinar exactamente cómo reacciona el sistema inmunológico humano ante la administración de muchas dosis, bien se den consecuencias positivas o negativas".
De esta manera, Schober aclaró que las propias vacunas de ácido ribonucleico mensajero (ARNm) funcionan como cualquier otra vacuna genérica: mostrando a las células del cuerpo un fragmento del código genético del virus y logrando que el sistema reconozca y logre actuar contra el COVID-19 en caso de que se encuentre con él. Bajo ningún caso, las vacunas ofrecen inmunidad a los pacientes.
A Schober le preocupaba entonces que la estimulación excesiva del sistema inmunológico con dosis repetidas pudiera causar fatiga en las células. Sin embargo, tampoco se encontraron evidencias de esta situación en el hombre, al igual que no aparecieron señales de que alguna vez hubiera estado infectado de COVID-19. Con esta premisa, los expertos consideraron como un acto descarado que se vacune tantas veces como estrategia para mejorar la inmunidad.
Por último, los resultados de las pruebas realizadas a este hombre de 62 años fueron insuficientes para sacar conclusiones de gran alcance; mucho menos para hacer recomendaciones para el público en general. "Las investigaciones actuales indican que una vacuna de tres dosis, junto con vacunas complementarias periódicas para los más vulnerables, sigue siendo el mejor enfoque", indicó el estudio.