Un océano y 40.000 años de evolución biológica independiente se encontraron frente a frente en México en 1519, cuando una asustada Malinche fue entregada como esclava a las tropas de Hernán Cortés. Aunque la historiografía es mucho más cauta al respecto, la literatura y la leyenda nos han contado una historia de amor y fidelidad de ella hacia Hernán.
El fruto de esta relación fue el primer mestizo que llegó a España: Martín Cortés. Educado en la corte, alcanzó una gran relevancia social. Desde muy joven, entró a servir como paje del futuro rey de España, Felipe II. Luego fue nombrado Caballero de la Orden de Santiago –título reservado a la nobleza– y combatió con el ejército español en Italia, Francia y el Norte de África
La relación de la malinche con Cortés se ha interpretado desde una perspectiva de dependencia del poder y dominación, de oportunismo o de calculada –y emocionalmente fría– apuesta estratégica. Sin embargo, en todas estas hipótesis no se tiene en cuenta el impulso biológico que pudo arrastrar a la Malinche a los brazos de Cortés.
La atracción por lo diferente evita la endogamia
La ley genética de la atracción sexual por lo diferente ha tenido, sin duda, un papel relevante en la configuración de la sociedad mestiza de la América española en particular, y de la humanidad en general. La fuerza más importante de la biología –la evolución– nos ha programado para aumentar la supervivencia de nuestros hijos. La atracción por lo diferente evita la endogamia, aumenta la diversidad genética y mejora la inmunidad frente a virus, bacterias y parásitos, principal causa de mortalidad en la infancia hasta bien entrado el siglo XX.
¿Cómo funciona la ley de la atracción sexual? Esta ley fue descrita por primera vez en animales, los cuales se emparejan preferentemente siguiendo unos patrones que no son al azar, sino determinados por unos genes muy especiales que forman el Complejo Principal de Histocompatibilidad –en humanos se denomina HLA, del inglés Human Leukocyte Antigen– y que parecen influir en el olor corporal.
El HLA funciona como una especie de vitrina biológica, donde cada célula expone al exterior fragmentos de las proteínas que produce. Contamos con seis vitrinas producidas gracias a tres grupos de genes.
Los fragmentos de proteínas se colocan en esas vitrinas como si fueran piezas de una vajilla. Sin embargo, no se trata de una exposición para presumir o decorar, sino más bien de un mecanismo de seguridad diseñado para que el sistema inmunitario pueda identificar lo que es propio de lo extraño.
Los guardias de seguridad del sistema inmunológico, los linfocitos, recorren el organismo inspeccionando lo que expone en las vitrinas cada célula. Si todo lo que ven son proteínas propias, reconocibles, continúan su camino. Pero si detectan algo extraño, como la proteína de un okupa (virus o bacteria), se disparan las alarmas, iniciando una respuesta inmune para destruir la amenaza.
La naturaleza fomenta cruces entre individuos de diferente HLA
El HLA es uno de las regiones más diversas del genoma. Tres de los genes principales tienen multitud de variantes; sólo en la población europea se han observado unas 248 diferentes, cada una con una capacidad específica para exponer un trozo de proteína. Cada persona tiene un conjunto único de HLA, lo que significa que las vitrinas de cada individuo son ligeramente desiguales, con una diferente capacidad de exponer fragmentos de proteínas de microorganismos.
Si los genes HLA fueran todos equivalentes, sólo seríamos resistentes a un limitado grupo de patógenos y estaríamos desamparados frente a la inmensa diversidad de virus y bacterias que nos infectan. De ahí que la naturaleza fomente el cruce entre individuos de diferente HLA. En genética, este fenómeno se conoce como sobredominancia e implica que los individuos con dos versiones diferentes de un gen tienen una ventaja en comparación con los que tienen dos copias iguales.
Parejas con compatibilidad inmunológica
Un estudio encontró que las parejas con compatibilidad inmunológica presentan una mayor satisfacción sexual y estabilidad en su relación de pareja, y esto es aplicable tanto a hombres como mujeres. Este trabajo también encontró que las mujeres cuyas parejas tienen un HLA diferente declararon un mayor deseo de tener hijos. Y lo que es más curioso, todo esto está correlacionado con una mayor atracción por el olor de la persona.
Resultados similares de elección de pareja influida por el HLA se han encontrado en poblaciones aisladas como los Hutteritas –similares a los Amish– de Estados Unidos. Por el contrario, en otros países se ha descrito que la compatibilidad inmunológica no es un factor relevante en la elección de pareja y cuentan más factores culturales como el estatus social, intereses económicos y las tradiciones familiares. Esto es especialmente relevante en regiones como India, Oriente Medio y el norte de África, donde la endogamia alcanza niveles altísimos. En países como Sudán, Yemen o Arabia Saudí, los matrimonios entre primos hermanos llegan al 30-45%.
Afortunadamente, esto no parece tener un papel relevante en España, donde nuestra historia de mestizaje genético y cultural no tiene parangón en Europa.
Antonio José Caruz Arcos, Catedrático de Genética, Universidad de Jaén.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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