Ciencia

Sorpresa, los bebés utilizan el lóbulo prefrontal

Durante mucho tiempo la ciencia daba por hecho que la corteza prefrontal estaba inmadura e inactivada en las primeras etapas del desarrollo. Un nuevo experimento prueba que estábamos equivocados.

El lóbulo prefrontal, la zona de la corteza que tenemos más o menos a la altura de la frente, alberga las llamadas funciones cognitivas 'superiores', aquellas que nos permiten razonar y que nos distinguen como especie. Durante mucho tiempo, los neurocientíficos han pensado que esta zona del cerebro estaría inactiva en los bebés, ya que  tarda muchos años en desarrollarse plenamente y se utiliza en tareas complejas, pero el equipo de Dima Amso acaba de realizar un experimento que demuestra lo contrario.

En un trabajo publicado en la revista Journal of Neuroscience, Amso y sus colaboradores detallan la prueba realizada con 37 bebés a los que pusieron en varias situaciones que les forzaban al aprendizaje. Utilizando espectroscopia del infrarrojo cercano y midiendo la secuencia de parpadeos y el tiempo de atención de los pequeños, los autores comprobaron que estos utilizaban el lóbulo prefrontal para discriminar entre dos hablantes en distintos idiomas y encontrar la diferencia cuando un tercero hablaba en un lenguaje no esperado.

Por supuesto, los bebés no están aún equipados para escribir ensayos

"Lo que parece estar ocurriendo es que la función está en perfectas condiciones para lo que estos bebés necesitan comprender en esa etapa de su desarrollo", explica Amso. Por supuesto, aclaran los investigadores, los bebés no están aún equipados para escribir ensayos o hacer la compra del día, pero sus cerebros inmaduros están equipados para aprender y organizar elementos esenciales de su mundo. Es decir, que su lóbulo prefrontal no está apagado, como se creía hasta ahora, sino que está maduro para las tareas correspondientes a esa edad.

 Para Amso y su equipo los resultados indican que el neurodesarrollo temprano debería empezar a estudiarse de otra forma. En lugar de entender los cerebros jóvenes como inmaduros y menos funcionales, una perspectiva más adecuada sería contemplarlos como un mecanismo en constante adaptación a los desafíos que se encuentran. Y cuando son cerebros saludables, explican, son tan sofisticados como necesitan ser.

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