En el Olimpo del deporte español, ese rincón donde solo perviven los mejores de nuestra historia, Fernando Alonso lleva tres lustros con su altar intacto. El piloto de Oviedo es uno de los grandes deportistas de siempre. Consiguió que España entrase de lleno en un mundo, el de la Fórmula 1, que nos quedaba tan lejano como la Luna.
Hombres como Francisco Godia, Alfonso de Portago o Emilio de Villota, entre otros, abrieron un camino casi inexplorado en el motor patrio. Un universo, el automovilístico, que hasta hace escasas décadas requería de pedigrí y un nivel económico notable en la familia de cualquier aspirante a piloto.
Todos esos mitos fueron derribados de un portazo por Fernando Alonso. Fichado por Renault en 2001, fue cedido al equipo Minardi para toda la temporada, regresando como piloto probador a la escudería francesa en 2002 de la mano, cómo no, de Flavio Briatorie. Al año siguiente, en 2003, obtuvo uno de los tan ansiados volantes en Renault.
Los destellos de su conducción se dejaron ver bastante pronto, obteniendo sus primeros puntos en Australia. Más adelante, en el Gran Premio de España, quedó segundo, subiendo así al podio por primera vez en su carrera. Quitando el grave accidente (y casi único en su trayectoria profesional) que sufrió en Brasil, aquella campaña fue sensacional para Alonso.
Sin embargo, lo mejor llegaría el 24 de agosto, cuando ganó el GP de Hungría, logrando romper el récord de precocidad en la Fórmula 1 al tocar el cielo con solo 22 años. Desde ese momento, Alonso abrió las puertas al éxito de par en par.
La temporada 2004 fue la de confirmación, logrando el piloto asturiano un sólido cuarto puesto con 59 puntos, lejos de los 148 que firmó el alemán Michael Schumacher para cerrar su séptimo y último entorchado mundial. En los años 2005 y 2006, como todos sabemos, se obró el gran milagro del motor español, con permiso de las hazañas del maestro Ángel Nieto.
Fernando Alonso ganó, de forma consecutiva, dos Mundiales de Fórmula 1. De este modo, se convirtió en el primero y único español en lograr obtener tamaña gloria. Además, para endulzar el relato, venció a Ferrari de Schumacher, quien tuvo que claudicar ante la conducción del ovetense.
Decidido a alargar su reinado, Alonso recaló en McLaren para el Mundial de 2007. Pese a las desmedidas expectativas creadas alrededor del MP4/22 que pilotó Fernando. Un piloto prometedor, Lewis Hamilton, acompañó al asturiano durante la temporada. Su talento en ciernes, unido al trato de favor de la escudería en detrimento de Alonso, hicieron que el Mundial resultase un infierno.
Al final, y en mitad de la confusión, Kimi Räikkönen y Ferrari levantaron el Mundial en la última carrera. Tras el fracaso que supuso su paso por McLaren, regresó a Renault una temporada antes de dar el salto a Ferrari, donde estuvo de 2010 a 2014.
Tres subcampeonatos y muchas lágrimas después, Alonso entregó la cuchara ante el poderío emergente de Sebastian Vettel y su Red Bull. Su aventura a lomos del cavallino rampante finalizó, dando paso a tres temporadas en McLaren con más pena que gloria.
Alonso, un regreso esperanzador y un futuro incierto
Consumido por sus propios éxitos, Fernando Alonso se apartó del paddock. El asturiano siguió ligado al motor, probando en competiciones como las 24 horas de Daytona, la cual ganó en 2019 con un espectacular pilotaje pasado por agua. De este modo, se convertía en el segundo español tras Antonio García en lograr la victoria. También completó las 24 horas de LeMans, uno de sus sueños profesionales.
Tras unos años de introspección, alejado del gran foco mediático que supone la Fórmula 1, Alonso decidió volver a la parrilla en 2021, aunque lo hizo de la mano de Alpine, una escudería de cuarta fila que nos intentaron vender como la segunda venida de Cristo. Incluso hasta al propio Fernando llegaron a camelar con una serie de esperanzas que jamás llegaron a materializarse.
Tras dos años de martirio, Alonso partió su camino con Alpine y recaló en Aston Martin, donde volvió por todo lo alto con un 2023 maravilloso. Ocho podios, 206 puntos y una cuarta posición en el Mundial de pilotos. Lejos de Max Verstappen, cierto, pero abriendo un resquicio de ilusión y esperanza en la afición española. Rozó el milagro de la 33 en Mónaco, Canadá y Países Bajos, donde logró sendos segundos puestos.
Estrategias de marketing y redes sociales al margen, hay que reconocer que el único aliciente para sentarse a ver un Gran Premio de Fórmula 1 en pleno 2024 es ver a Fernando Alonso intentar ganar una carrera de nuevo. Con la temporada 2023 cerrada con un notable alto, el inicio del nuevo Mundial apuntaba a lo más alto.
Sabedores de que competir de tú a tú con Red Bull es una quimera, Aston Martin quería ser la tercera gran escudería de la parrilla, solo por detrás de Mercedes y de la escuadra ganadora. Sin embargo, los test de pretemporada y los primeros Grandes Premios del año han puesto de manifiesto que Aston Martin tiene bastante peor coche que en 2023.
Si contamos con que esta temporada no será en la que veamos a Fernando Alonso volviendo a pelear el campeonato del mundo, hay que poner la vista en 2025. El cambio de cromos apunta a hacer tambalear la parrilla de arriba a abajo. Carlos Sainz saldrá de Ferrari, dejando su sitio a Lewis Hamilton.
Este, con la esperanza de lograr su octavo título, dejará Mercedes, donde hay una plaza libre. Alonso no tiene pinta de querer continuar en Aston Martin, y todo ello aderezado con las dudas de una hipotética salida de Max Verstappen de Red Bull.
El nuevo orden mundial del automovilismo amenaza con dejar a Fernando Alonso de nuevo en la cuenta si no es capaz de jugar bien sus cartas, otrora el único lugar reprochable en su mayúscula carrera. ¿Se apaga la luz del gran piloto español de la historia? ¿O hay opciones de ver ganar el Mundial a Fernando Alonso antes de su retirada definitiva? Veremos.