Dicen los sabios que el médico de la albiceleste se lleva las manos a la cabeza cuando le cuentan que es más que posible que Leo Messi tome parte en el clásico del Bernabéu. Aquí consideran que no es el envite más adecuado para volver a la actividad, conociendo el juego del muchacho y la intensidad de un partido en el que 'La Pulga' será sometido a un marcaje asfixiante. En Argentina temen que precipite su reaparición y vuelva a romperse. No ya por el Barça, sino por ellos.
La selección del 'Tata' ha sido muy vulgar en ausencia de su verdadero diez. A pesar de la última victoria frente a Colombia, el equipo ha trampeado sin el rosarino en un panorama bastante tétrico, moviendo fichas y adaptando roles sobre la marcha. Muchos de los que le creían prescindible (sí, los hay), hoy imploran que vuelva a darle color a esta película en blanco y negro.
En Barcelona quizá opinen igual. El partido es tan importante como, en el fondo, intrascendente. El Barça acude al Bernabéu con tres puntos de ventaja y la tranquilidad de que no pasa nada si vuelven con una derrota. Al menos, no se les cae el cielo sobre la cabeza, que le dirían los galos a un Rafa Benítez que sí transmite sensación de urgencia.
Neymar está inspiradísimo. Y quizá a esa ola debería seguir subido un conjunto de Luis Enrique que, por momentos, ni siquiera ha parecido huérfano del mayor talento del mundo. El problema es que Messi quiere jugar sí o sí. Y nadie cabal se atreverá a prohibírselo. Lo cual no tiene necesariamente por qué ser una maldad. Messi es único. Y aunque la cautela nos lo quiera apartar de la cabeza, como a una antigua exnovia, en el fondo todos, aquí y allí, le echamos de menos.
* Borja de Matías es periodista de DirecTV en Argentina