Argentina es campeona del mundo y Messi se sienta, al fin, en la mesa de Diego Armando Maradona para la hinchada de su país con un partido que pasa a la historia de los mundiales. El hijo prometido, en su último baile, logró levantar el Mundial y consolidarse así como el mejor futbolista de la historia. Lo hizo ante una Francia que no compareció en el estadio de Lusais hasta el minuto 80, donde el guion del partido cambió por completo gracias a dos destellazos de Kylian Mbappé, que se echó el equipo a la espalda y obligó a que se jugase una prórroga digna de exponer en los museos. Los penaltis cayeron del lado argentino, que no fallaron un solo disparo.
El partido lo planteó mejor Scaloni desde la pizarra. Colocó a Di María por la izquierda para hacerle un traje a Koundé y a Messi entre el trivote formado por Rabiot, Tchouaméni y Griezmann para anularles en tareas defensivas. La actitud argentina también ayudó: salió a por el partido desde el primer instante mientras Francia se dedicaba, prácticamente, a aguardar.
Los primeros veinte minutos de Argentina sobre el campo fueron pura poesía: posesión de balón, ocasiones, verticalidad e intensidad. La actitud francesa ayudó, ya que salvo algún mínimo destello, fue un equipo irreconocible pese a ser mejor sobre el papel. La única ocasión clara la tuvo Giroud en un remate de cabeza que se marchó alto. Lo demás funcionó en clave albiceleste.
Di María, que se vistió de MVP en su primera titularidad en este Mundial, fue el encargado de agitar la coctelera. Bailó a todo aquel que se le puso por delante. Koundé, que es un excelente defensa, fue una caricatura cada vez que 'El Fideo' le encaraba. Después le llegó el turno a Dembelé, que después de ser recortado, arrolló al zurdo argentino dentro del área. Penalti de alevines e impropio de una final de estas características.
El balón lo cogió Messi y volvió a demostrar haber superado su gran talón de Aquilés: el lanzamiento de penaltis. Después de haberle visto fallar distintas penas máximas clave a lo largo de su carrera, en Qatar no le tembló el pulso. Tiró suave, pero no necesitó más para engañar a Hugo Lloris.
El sopapo no hizo reaccionar a Francia, sino más bien todo lo contrario. Argentina, empujada por una grada en éxtasis, llegaba antes a todos los balones, corría más que su rival y ponía todo en cada balón. Los franceses, sin embargo, se miraban unos a otros con caras de incompresión.
La diferencia sobre el verde era superlativa y Argentina se encargó, en el minuto 35, de manifestarla en el marcador. Un toque mágico de Messi sirvió para abrir una jugada que acabó con Julián Álvarez -excelente Mundial el suyo- cediendo para que Di María batiese con clase a Lloris. En ese momento, Di María fue la imagen de toda Argentina: celebró el gol a moco tendido, sabiendo que el sueño de levantar la copa estaba cerca.
La desesperación de Deschamps se hizo carne con cambios en la primera mitad: en el minuto 41, quitó a Giroud y Dembelé para dar entrada a Thuram y Muani. Un gesto feo con sus futbolistas que no sirvió, al menos en este final de la primera parte, para lavarle la cara a su equipo. De hecho, lo comprensible hubiese sido que Francia saliese al campo en la segunda parte con ganas de marcar un gol y meterse en el partido, pero se convirtió en un Mbappé contra todos. El del PSG, que no estuvo acertado hasta los últimos compases, fue el único jugador francés que mostró una actitud similar a la que hay que mostrar en una final de un Mundial. Ni siquiera Griezmann, candidato a MVP por su gran Mundial, hizo acto de presencia. Esto ocasionó que el guion fuese similar al de la primera parte: más intensidad y fútbol de Argentina.
En los pocos minutos en los que Francia metió miedo a los argentinos, estos sacaron su lado más 'canchero': supieron hacer las faltas necesarias y controlar las manijas del reloj lo suficiente como para los 'Bleus' no tuviesen una sola oportunidad. Tango argentino también en la segunda mitad.
Los tres minutos que cambiaron la final
Di María, que llegó al partido entre algodones, se marchó en el minuto 63 del partido ovacionado por los suyos. Pese a eso, pudo pegarle un último baile a Koundé en el lateral del área para asistir a un Messi que no acertó con su disparo. Mientras, Deschamps a la desesperada: metió a Coman y Camavinga en sustitución de Theo Hernández y Griezmann. El galo quitó calidad e introdujo físico para tratar de superar a una Argentina cansada, pero con la actitud de morir sobre el césped si fuese necesario.
De hecho, la sensación durante los minutos previos al penalti fue que Argentina estaba incluso más fresca que Francia: cada vez que salían al ataque, parecía que el campo estaba cuesta abajo. Ataque vertical ante una Francia volcada, aunque con poca fe, sobre el arco del Dibu Martínez, que tuvo, sorprendentemente, uno de los partidos más plácidos de su carrera deportiva... hasta que llegó el minuto 80 y la tranquilidad se tornó en auténtica locura.
Pese a la superioridad Argentina, Francia solo necesitaba lo mínimo para meterse en el partido. Ese mínimo fue un carrerón de Muani, que terminó con el francés cabalgando sobre el área y Otamendi derribándole. Segundo penalti tonto de la jornada. El encargado de lanzarlo fue Mbappé, que tiró tan bien el penalti que la buena estirada del 'Dibu' no impidió que el balón entrase.
Tocaba tirar de épica, pero esta duró segundos. Kylian Mbappé, tras el saque de centro argentino, se encargó de culminar una fantástica pared con una volea rasa espectacular. Dos destellazos del francés que permitieron cambiar el guión del partido por completo en apenas tres minutos. Durante los últimos compases del encuentro, el campo pareció voltearse hacia el lado francés: si antes parecía que Argentina atacaba cuesta abajo, ahora eran los franceses los que exhibían más empuje.
Mbappé por fin encontró a sus compañeros y estos le permitieron mostrar su grandeza. El francés, tras los dos goles, mostró por qué es, para muchos, el elegido para suceder a la dupla formada por Messi y Cristiano Ronaldo. Se echó el equipo a la espalda y llevó muchísimo peligro sobre la portería del 'Dibu'. Francia, ante una Argentina en la reserva, quiso sentenciar el partido antes de que llegase una posible prórroga. Pese a eso, Messi tuvo tiempo de volver a beber de la fuente de la eterna juventud y obligar a que Lloris se estirase para evitar un gol que se hubiese convertido en historia del fútbol. Gran golpeo que acabó en córner.
Una prórroga de auténtico infarto
Aunque Francia arrasó a Argentina en los últimos minutos, la albiceleste supo templar los nervios y afrontar la prórroga con otra mentalidad. Logró instaurar la igualdad sobre el césped y aplacar el torbellino ofensivo en la que Francia se había convertido. Sin fuerzas en las piernas, tocó tirar de oficio para aguantar a una Francia más fresca en el apartado físico.
Scaloni quiso meter sangre fresca en el equipo dando entrada a Lautaro y Paredes, una decisión que le salió bien: Argentina tuvo las más claras en la primera parte de la prórroga pese a que Francia, algo que se repitió durante la segunda parte. Fue entonces cuando apareció 'D10S'. Tenía que ser él. Pese a sus 35 años, sacó fuerzas de flaqueza para acompañar una jugada que terminó en un disparo de Lautaro rechazado por Lloris y rematado con Intriga por el astro argentino.
El partido tendría aún un nuevo giro de guion: otro penalti para Francia que, de nuevo, Mbappé se encargó de marcar. El 'Dibu' volvió a adivinar las intenciones del delantero del PSG, pero no fue suficiente. El partido se fue a penaltis, aunque Muani y Lautaro pudieron adelantar a sus equipos al final de la segunda parte de la prórroga: el primero obligó al 'Dibu' a hacer una parada antológica y el segundo erró un remate de cabeza.
En la tanda de penaltis, los fallos de Coman y Tchouaméni, unidos a la efectividad de Argentina, permitieron que Argentina pueda lucir su tercera estrella. El Dibu bailó tras detener el penalti del delantero del Bayern de Múnich y se quitó la presión de encima tras ver al joven centrocampista del Real Madrid mandar el penalti fuera. Messi, Dybala, Paredes y Montiel anotaron sus penas máximas, lo que permitió que el mundo se tiña de albiceleste.
Edu S. Bueno
Enhorabuena Argentina, justo vencedor y Francia... a cascarla.
JAKS
Tras la espuma de aire del Mundial, finalmente queda una dictadura teocrática misógina y un estado fallido lleno de muertos de hambre que tienen como ídolo a un cocainómano y a los que el opio futbolístico permitirá olvidar la corrupción metastásica que lo corroe. Y encima, no saben jugar al fútbol en todo lo que implique no pegar patadas gratuitamente. Hala, a despertar y oler la mie*da de la realidad.
Ottos
Con 7 siete penaltis muy dudosos regalados por la FIFA siempre en principio del partido y RTVE repitiendo solamente los peores imágenes de 48 posibles y esto a cuenta gotas.
Ottos
Por fin la pesadilla del VAR y de los árbitros ha terminado. La casa y el coche de lujo esperan para ser recogidos .
Guagua
Que no os queréis enterar. Que estamos en una dictadura socialcomunista.