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Usain Bolt y Shelly Ann Fraser-Pryce, con tres oros, el rey y la reina son jamaicanos

  

El rey y la reina de los campeonatos son jamaicanos. Se llaman Usain Bolt y Shelly Ann Fraser-Pryce y este domingo extendieron su manto de armiño también en el relevo. En el caso de Bolt era de esperar, el resto de países no pueden competir con la calidad y profundidad de banquillo de los jamaicanos. No era tan así  en el caso femenino, pues las estadounidenses partían como favoritas, pero un fallo en la posta dejó el camino expedito a las jamaicanas. Las caribeñas, por si acaso batieron el record del campeonato, lo que hace pensar que ni siquiera una gran carrera de las yanquis les hubiese hecho perder su chapa.

Ambos jamaicanos tienen el talento y los resultados, la base del deporte, pero lo aderezan aún mejor con grandes dosis de carisma. Lo habitual es que la última prueba de un campeonato sea el relevo 4X400, pero en este caso los organizadores han cambiado el rumbo de las pruebas: querían que el cierre fuese Bolt. No defraudó, victoria, vuelta de honor, lanzamiento de zapatillas a la grada, e incluso algo parecido a bailar la danza de los cosacos (todo lo bien que puede hacerlo un jamaicano de casi dos metros, que no es mucho, la verdad).

Se van ambos atletas con tres oros mundiales, Bolt los suma a un historial que le pone en la línea de los mejores de siempre, son ya ocho oros mundiales, diez medallas en total. A la altura de Lewis, de Johnson, de Alyson Felix. Y Pryce, con su sonrisa y su estatura, le ha dado color a unas pruebas que han perdido nombre en los últimos tiempos.

El brinco de Teddy

Los Mundiales de atletismo han tenido un buen nivel deportivo general, pero si por algo han destacado han sido por sus concursos de saltos. Pongan ahí a Isinbayeva o a Bondarenko, ambos intentando el récord mundial, y sumen también a Teddy Tamgho, que se convirtió con su último salto en el tercer hombre de la historia en cruzar la barrera de los 18 metros en el triple. Un salto larguísimo, una locura en un concurso que estaba siendo muy disputado. El francés, que pasó dos años lesionado, volvió la pasada temporada para volar, tiene la técnica y el físico, un primor que puede atacar el sacrosanto récord que posee Jonathan Edwards desde Goteborg en 1995.

La derrota de Estados Unidos

Pasó lo inesperado, la cabeza del medallero no será para Estados Unidos. Vencieron los rusos, por el mayor número de oros (siete los europeos, seis los americanos), como ya hicieran también en los Mundiales de Edmonton en 2001. Fuera de esas dos ocasiones los Estados Unidos sólo se han dejado dos veces más la primera posición del medallero, en el 83 y el 87 contra la sospechosísima Alemana Oriental.

Es un fracaso del atletismo estadounidense, aunque quizá es más un mérito de los rusos, una potencia tradicional en el deporte más antiguo. Jugar en casa tiene prima, algo que se comprueba en todos los campeonatos y que a los rusos les ha servido para atacar la primera plaza en el medallero.

Los rusos tienen éxito en todos los campos, especialmente en el femenino. Se nota un gran trabajo en la técnica, todos sus saltadores y lanzadores tienen rutinas magníficas, de escuela perfecta, sin físicos estratosféricos pero con su trabajo bien afinado para llevar las marcas al súmmum. El ejemplo a seguir.

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