Son más de 1000 los años de antigüedad que tiene la ruta de peregrinación jacobea del Camino de Santiago. Un recorrido que ahora, por primera vez, conecta la ciudad coruñesa de Santiago de Compostela con Malta a través del Camino Maltés.
Esta ruta, que une desde ahora las dos ciudades en un trayecto que los peregrinos emprenderán por tierra y mar hasta la famosa Catedral de Santiago, tiene su por qué en la emblemática cueva de Mdina en la que convivió el Apóstol Pablo durante su naufragio. Este será el punto de partida de esta etapa que se llevará a cabo por antiguos pueblos y parroquias hasta llegar al Fuerte de Sant Angelo en La Valleta.
La parada del Apóstol
Las preguntas cuándo, por qué y cómo el Apóstol San Pablo estuvo en Malta, tienen respuesta. La tradición afirma que Santiago predicó el Evangelio en la Península Ibérica en el año 40 d. C, convirtiéndose en el primer apóstol martirizado y trasladado desde Tierra Santa a Iliria Flavia, conocida hoy día como Santiago de Compostela.
Fue en el año 60 después de Cristo, cuando llamado desde Roma para ser juzgado por predicar la religión cristiana en Jerusalén, San Pablo se dispuso a surcar las aguas del Mar Mediterráneo. Sin embargo, durante su paso por Malta, el barco se vió afectado por una tormenta llegando a volcar y dejando varado al Apóstol en la isla obligándole a permanecer allí durante un tiempo.
Las primeras peregrinaciones
Su convivencia allí convirtió la isla de Malta en un lugar de tránsito para peregrinos que se dirigían a Tierra Santa, Santiago de Compostela y Roma, entre otros, con el fin de practicar devoción a los primeros santos llegando a sus lugares sagrados, los llamados 'Loca Sancta'. A diferencia de las actuales, las primeras peregrinaciones cristianas se dirigían a sitios asociados con el nacimiento, la vida, la crucifixión y la resurrección de Jesús.
Las incipientes peregrinaciones, a través de los antiguos caminos romanos, francos y normandos, facilitaron la expansión de los Caminos desde el oeste hasta Gran Bretaña, hasta las islas del Mediterráneo al sur, desde el norte hasta más allá del Rin, y por el este hasta Asia Menor y Georgia, habiéndose establecido en la actualidad más de 50 rutas en unos 20 países de Europa. Aunque, sin duda, las rutas de peregrinación más antiguas y reconocidas del cristianismo son Tierra Santa, Roma y Santiago.
De Mdina hasta La Valletta
Una de las características por las que destaca el nuevo Camino Maltés, es que encuentra su belleza y distinción en la creación de cuatro caminos envueltos en uno solo, ya que para la llegada a Santiago se precisa de medios de transporte como el barco, lo que permite recorrer el Camino Italiano, el Catalán y el Francés en más de 3.600 kilómetros.
La ruta en Malta
El Camino Maltés comienza en Mdina, concretamente en la Gruta de San Pablo, donde el apóstol convivió durante tres meses tras el incidente de su naufragio. Esta etapa se lleva a cabo a través de algunos de los antiguos pueblos y parroquias que existieron en los siglos XVI y XVII hasta Fuerte de St. Angelo y cruzando el puerto hasta Valletta, desde donde se toma el barco a Sicilia.
Una vez en la isla, el Camino conecta con Caltagirone y atraviesa el Este de la ciudad hasta el Santuario de Santiago Apóstol en Capizzi y llega a Palermo, donde se puede coger un segundo barco rumbo a Cagliari. Aquí, el Camino continúa por la ruta del Camin St. Jacu de Cerdeña hasta Porto Torres, en el norte de la isla desde donde se navega hasta Barcelona para comenzar la etapa del Camino Catalán hasta llegar a Santiago de Compostela.