Estamos acostumbrados a un modelo lineal de consumir moda: producir, comprar, usar y tirar. Un sistema ineficiente y muy perjudicial para el planeta. La alternativa más sostenible es el modelo circular, basado en ideas como el reciclaje, donde una prenda tiene muchas vidas. Esta moda circular es el futuro y la Unión Europea lo apoya con el Pacto Verde Europeo que revolucionará el sector con ayudas públicas y dará la posibilidad a las marcas de acceder a nuevos mercados y consumidores más concienciados.
En España comenzamos a ver los primeros pasos de marcas de ropa y complementos responsables con el medioambiente. Suelen ser denominadas bajo el sello cruelty free ya que uno de sus principios es no utilizar pieles animales. No hay que confundirlo con las marcas veganas, la mayoría de las pieles veganas no son de origen animal, pero pueden ser fuertemente contaminantes para el planeta ya que provienen de derivados del petróleo.
Desde Vozpópuli nos adentramos en este innovador sector conversando con una serie de firmas españolas comprometidas con el planeta que nos contarán las dificultados, ventajas y proyectos que desarrollan para hacer que ese futuro ecológico se vuelva presente.
La toma de conciencia
Podemos decir que las marcas cruelty free nacen, no se hacen. Las firmas arrancan con un ADN sostenible desde el primer momento. Un ejemplo es Idawen, una firma que ofrece ropa deportiva confeccionada con tejidos técnicos que proceden de antiguas redes de pescar o desechos de materiales como alfombras o moquetas. Antes de nacer, sus fundadores tenían un proyecto de bolsos confeccionados a partir de lonas recicladas. "A partir de ahí, empezamos a pensar en montar algo propio con lo que aportar nuestro granito de arena y pensamos en unir nuestras pasiones: el deporte, el medio ambiente y la moda", comenta Lara Herranz, una de las fundadoras de la firma.
Como en cualquier negocio, también es importante la rentabilidad. Carlos Martínez Barcia confirma que, antes de fundar Idawen, comprobaron que no había marcas deportivas sostenibles. "También hicimos un análisis de mercado y era un buen momento para apostar por un negocio sostenible porque los hábitos de consumo estaban empezando a cambiar", cuentan desde la firma.
Esa opción de negocio también fue descubierta por Fernando Rodríguez, CEO de Zhoes: "En el trabajo tengo que estar día a día con empresas y en el último año me empecé a dar cuenta que todas, sobre todo las grandes, están derivando hacia lo sostenible". Viendo este panorama, en 2019 se decidió a crear su firma de calzado que se basa en el uso de materiales naturales y plásticos reciclados para fabricar zapatillas duraderas sin renunciar al diseño y la comodidad.
En el caso de Onnoa, marca alicantina de calzado femenino, la necesidad de crear la firma nació "al darnos cuenta de que no podemos seguir fabricando y consumiendo como lo estábamos haciendo. Esto hizo que naciera una inquietud personal por crear una marca con el respeto al planeta ", confiesa su fundador, Damián Fuentes, cuyo objetivo es realizar de manera artesanal zapatos atemporales que tengan una larga vida.
La pasión por el ecologismo es algo que precede a las creaciones de las empresas. "Como buenos millenials, los tres fundadores teníamos una sensibilidad especial en este ámbito, pero con el nacimiento del proyecto nuestra conciencia sostenible aumentó considerablemente", nos cuenta Marta Llaquet, cofundadora de Saye. Esta firma de calzado barcelonesa produce en Portugal y planta dos árboles por cada par vendido. Desde su fundación en 2018, ya han plantado más de 76.000 árboles en India, Zambia, el Amazonas y Australia.
Hoy en día es insostenible no hacerse sostenible
La misma sensibilidad la demuestra Fernándo Rodriguez, de Zhoes: "Creo que hoy en día es insostenible no hacerse sostenible. Lo que está viviendo este planeta, incendios, tornados, volcanes, inundaciones…todo esto te da que pensar". En el caso de Idawen, fue el deporte lo que despertó el amor por la naturaleza. "A todo deportista le gusta practicar deporte al aire libre, disfruta estando en contacto con la naturaleza", confiesan desde la marca.
¿Hay muchas marcas sostenibles en nuestro país?
La respuesta nos la dan desde la plataforma The WUM, una iniciativa que busca facilitar el consumo responsable dando accesibilidad a marcas de productos sostenibles de todo tipo. Jacobo Umbert, uno de sus fundadores, nos confirma que "ni son muchas marcas, ni son muy populares, pero quien quiere encontrarlas, lo acaba haciendo".
En España existe una sensibilidad generalizada hacia lo sostenible, pero no con el peso que tiene en el resto de Europa
Desde esta compañía nos señalan que en España existe una sensibilidad generalizada hacia lo sostenible, pero no con el peso que tiene en el resto de Europa. Por eso, uno de sus principales retos es informar a los ciudadanos de las consecuencias de su manera de consumir para que vean que no siempre coinciden con sus valores.
Los creadores de The WUM se plantearon dejar de ser parte del problema y empezar a ser parte de la solución. Con esta idea cambiaron su forma de ser, vestir y actuar, y se dieron cuenta de lo difícil que era. "Decidimos intentar que tener ese lifestyle sostenible fuera lo más sencillo y atractivo posible creando una plataforma fácil de usar y accesible", comenta Juanjo Mestre, otro de sus fundadores.
En busca de una producción sostenible y vegana
Para las marcas cruelty free uno de los grandes problemas es encontrar proveedores de pieles veganas sostenibles. "En un país en el que el calzado tradicional está muy arraigado, no es fácil encontrar piel vegana, menos aún si se busca de calidad", afirman Lourdes Serrano y a Juan Carlos Escobar, un matrimonio de Albacete que se decidieron a crear Mía Nelson, una firma de calzado para mujer sin ningún tipo de componentes de origen animal.
Sin embargo, la cosa ha mejorado mucho en los últimos años. Cuando nació Idawen en 2015 era mucho más complicado y había menos opciones. "Ahora es más fácil, porque en estos últimos años el tema del veganismo y la conciencia ecológico ha evolucionado mucho", nos dicen desde la firma. Esta falta de recursos obliga a las propias marcas a participar en la fabricación de pieles veganas, como sucede en el caso de Saye, que tuvo que empezar a fabricar en Portugal porque en España no encontraban fábricas que ofreciesen más alternativas que la polipiel de plástico.
También se añade el inconveniente de que estas materias primas suelen ser más caras. "Por suerte, he encontrado algunas empresas que proporcionan material de descarte ", nos comenta Telma Bou, propietaria de Lichis Blancos, una firma de bolsos y complementos que, trabajando con este sistema, consigue diseños únicos y exclusivos.
La sostenibilidad de estas empresas va mucho más allá de la elección de sus materiales. En la mayoría de los casos el packaging que utilizan en sus envíos está realizado con cartón reciclado y se prescinde de los plásticos usando alternativas como la resina o el almidón de maíz. Eso es lo básico, las soluciones ecológicas tienen mil caras más. Podemos encontrar ejemplos en Idowen, donde se apuesta por proveedores de cercanía para limitar las emisiones de CO2 del transporte, además trabajan desde una nave que es bioclimática.
En Lichis Blancos, las etiquetas están hechas con tejido reciclado de camisetas mientras que en Zhoes se fabrican a base de césped. En Onna, los palillos de plástico para mantener la forma del zapato se sustituyen por cartón, y Saye invita a sus clientes a participar en la rueda sostenible enviándoles semillas de tomatera junto a sus compras.
La fabricación de este tipo de productos es más complicada por diversos motivos. Desde Mia Nelson señalan la escasez de proveedores, y desde Lichis Blancos comentan el tiempo gastado en buscar el material vegano y en producir los diseños donde constantemente se usa el "prueba y error" y que es algo que el cliente no percibe ni valora.
La confección, sin embargo, es muy similar porque el material, en cuanto a estructura, gramaje y espesor, es muy parecido. Sin embargo, desde Idawen afirman los tejidos veganos son más sencillos de trabajar que los de origen animal.
Diferencias con un producto de piel
Los expertos de las marcas nos confirman que en apariencia, siempre que se trabaje con una piel vegana de calidad, el cliente a simple vista no percibe ninguna diferencia con la piel real. Tampoco se nota en el uso, hoy en día ya existen microfibras transpirables, antialérgicas y antibacterianas, como las que se utilizan en Onnoa, que son una garantía de comodidad para el cliente.
Siempre que se trabaje con una piel vegana de calidad, el cliente a simple vista no percibe ninguna diferencia con la piel real. La piel vegana suele obtenerse del plátano, del castaño o del cactus
Las pieles veganas también permiten un sinfín de acabados y se puede lograr una textura y una veta similar a la de una piel animal. Los modelos veganos pueden contener diferentes tonalidades, manchas, agujeros e imperfecciones pero "no son defectos, es el resultado de utilizar materiales naturales y reciclados", dicen desde Zhoes.
¿Y de dónde salen las pieles veganas? Desde Idawen comentan que obtienen pieles de origen vegetal procedentes del plátano, del castaño o del cactus. Marta Llaquet, CEO de Saye, nos informa que la parte exterior e interior de sus zapatillas están compuestas en un 40% por botellas de plástico y otros objetos que tiramos en el contenedor amarillo. Además, todo el algodón de la zapatilla es orgánico, la plantilla está hecha con sobrantes de la industria automovilística y los contrafuertes proceden de trozos de madera reciclada. Muy pronto añadirán otros materiales como el mango, el arroz, el maíz o el bambú.
¿Cómo son sus clientes?
El cliente habitual de este tipo de marcas suele ser "una mujer actual, de mediana edad y de ciudad", según Nía Nelson. The WUM lo confirma señalando Madrid, Barcelona y Zaragoza como las principales zonas de consumo de producto sostenible. Además, otros factores comunes son el interés por la moda, la búsqueda por la calidad y un compromiso por causas sociales.
El cliente habitual de este tipo de marcas suele ser una mujer actual, de mediana edad, de ciudad e interesada en la moda
La firma Saye se enfoca más al mercado de Europa representando las ventas en España solo un 2% de su facturación. "Nuestros clientes son principalmente alemanes, ingleses, franceses, belgas, holandeses y suizos. Son millenials que habitan en grandes ciudades y que están concienciados con la sostenibilidad pero también valoran la estética", nos cuentan desde la marca.
La batalla de los precios
El principal problema de los productos cruelty free es su precio que tiende a ser superior al habitual. "Hay que ser conscientes de que cuando compramos un producto muy barato, hay un coste que otros pagan: el productor, los trabajadores, el medio ambiente...", nos señalan desde the WUM. Para Onne el secreto está en un producto atemporal de buena calidad que "aunque más caro en el momento de la compra, a la larga sale mucho más barato por las veces que se usa".
En el norte de Europa están muy concienciados y valoran mucho los productos cruelty free. En España, poco a poco está cambiando nuestra conciencia, pero aún pesa mucho el precio en la decisión de compra, prima la cultura de "quiero mucho y a buen precio, sin importar el origen", piensan desde Idawen. Esta idea se comparte en Lichis Blancos: "Estamos acostumbrados a vivir en una sociedad consumista que se basa en el producto barato, pero cada vez hay más público que valora la sosteniblidad".
La pandemia nos ha hecho más conscientes de cuidar nuestro entorno
La incertidumbre nace con la situación actual consecuencia del coronavirus en la que nadie sabe a ciencia cierta cómo se comportará el cliente. En The WUM opinan que hay personas que no se podrán plantear acceder a productos a partir de cierto precio, pero que la pandemia nos ha hecho más conscientes. "La sociedad está empezando a entender que se está matando el planeta y que es importante hacer un cambio de mentalidad", cuentan desde Lichis Blancos. Onne también apoya esta teoría diciendo que están viendo varios indicadores que así lo reflejan.
Los cambios ya se están empezando a comprobar. El primero por parte de las empresas que se han dado cuenta que fabricar fuera de España no es práctico ni sostenible. También han cambiado las tendencias de consumo aumentando la demanda de ropa más cómoda. "También puede haber un cambio en cómo se compra... ¿Para qué comprar 20 cosas de algo si no vas a tener ocasión de ponértelo? Quizás ahí sí que se busque más la calidad", narran desde Idawen.
La crisis está afectando de manera desigual. Las firmas dedicadas a productos duraderos y de calidad se están viendo reforzadas, al igual que aquellas cuya venta principal siempre ha estado en su tienda online. Por el contrario, firmas especializadas en determinados sectores, como los eventos, están notando más profundamente el descenso de ventas.
Proyectos para el futuro
¿Se puede ser aún más sostenible? Parece que sí. Entre las iniciativas que comienzan a andar destacan WUM Business, una consultoría que ayuda a las empresas a ser más sostenibles de una forma fácil y rentable. Por su parte Idawen prepare el lanzamiento de su programa Re-Sport, que consiste en recoger las prendas deportivas que ya no quieres para poder regenerar sus fibras en una planta de reciclado y obtener un tejido para hacer nuevas prendas.
Saye busca nuevos materiales sostenibles para la fabricación de sus próximos diseños y Zhoes se centra en conseguir un transporte más ecológico. La filosofía para el futuro de estos emprendedores la resume a la perfección Damián Fuentes (Onnoa): "Seguimos buscando, investigando. Antes de tomar cualquier decisión, nos preguntamos cómo se puede hacer generando el menor impacto medioambiental sin mermar la calidad. A partir de la respuesta, actuamos".